¡Qué anchurosa debe ser la
inmensidad de nuestro corazón, que aun vaciando en él las maravillas todas que
Cristo depositó en sus Sagrarios, todavía queda hambriento!
La
Comunión tiene estas dos propiedades: extingue y adormece el afán por las cosas
de la tierra y despierta el hambre por las celestiales. El que de veras ha gustado el sabor
eucarístico, siente náuseas por cualquier alimento que no sea Cristo.
Padre
Fr. Bernardino Izaguirre
De
Orden de los Menores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.