El presidente del Ecuador,
deseoso de formar una buena magistratura, asistía personalmente a los exámenes
de la facultad de Derecho y dirigía preguntas a los discípulos.
Un día cierto aspirante
al doctorado contestó a los examinadores de la manera más satisfactoria.
—“Conoce Usted, perfectamente el Derecho—le
dijo García Moreno;— pero ¿sabe Usted, también el Catecismo? Un magistrado debe
conocer ante todo la ley de Dios para administrar justicia.”
Y preguntó en
este sentido al examinando, que se quedó mudo.
—Caballero—le
dijo gravemente el mártir del Ecuador— sois doctor; pero no ejerceréis vuestra
profesión hasta que hayáis aprendido la Doctrina cristiana. Id unos cuantos
días al convento de Franciscanos para aprenderla.
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