Padre mío: ¡qué alegría se experimenta en abandonarlo todo en
los brazos de Jesús!
¡Se está tan bien con Jesús a solas!
El alma fiel hácese de Jesús hija queridísima, y le abre los brazos y la
estrecha contra su corazón. ¡Oh Jesús,
siento mucha necesidad de vuestro amor! No es posible pasar un instante
delante de Jesús en el tabernáculo, sin experimentar la mayor de las fieldades.
¿Por ventura no estoy en el paraíso,
cuando Jesús me hace penetrar en el sagrado recinto, donde se hallan su cuerpo
y su sangre presentes en el pan eucarístico?
Esta tarde no podré hacer mi visita a Jesús.
¡Qué pena! Jesús adorado: te ofrezco
desde ahora el sacrificio de no estar en hora tan querida contigo, sino en
casa, ocupándome en cosas tan distintas. Jesús, que sepa hacer tu voluntad.
Padre
Fr. Bernardino Izaguirre
De
Orden de los Menores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.