Devoción
a la Divina providencia. Invocándola por
medio de los Sagrados Corazones de Jesús y de María para alcanzar el remedio de
toda especie de necesidades y para implorar su protección todos los días.
Récese un Padrenuestro y Avemaria, y luego
la siguiente:
ORACIÓN
PROVIDENCIA divina, que elegiste al Sagrado Corazón de
Jesús para fuente perenne de todos los bienes que concedes a los hombres, y a
su Madre Santísima para dispensadora universal de ellos: a Ti recurro, animado
de la confianza que me inspira la bondad paternal con que me has criado y me
conservas, el amor con que ese mismo Corazón se ofreció a los tormentos y a la
muerte por mí, y a la bondad con que esa Madre de misericordia me ha concedido
tantos beneficios sin pretenderlos no aun conocerlos yo; concédeme, pues, lo
que te pido si es para tu mayor gloria, honra y provecho de mi alma. Amén.
Díganse tres Avemarías,
en reverencia del tránsito de la Santísima Virgen.
Oración a María Santísima
PARA
LA HORA DE LA MUERTE
¡OH dulcísima Madre de misericordia! ¡Oh
única esperanza de los pecadores! ¡Oh eficaz atractivo de nuestras voluntades!
¡Oh María, oh Reina, oh Señora! Vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos, recibe esas tres Avemarías que con afecto de mi corazón he
rezado en honor de tu felicísimo tránsito, y por él te pido que en el trance y
agonía de mi muerte, cuando, ya trastornados los sentidos, turbadas las
potencias, quebrantada la vista, perdida el habla, levantado el pecho,
postradas las fuerzas y cubierto el rostro con el sudor de la muerte, esté
luchando con el terrible final del paroxismo, cercado de enemigos innumerables
que procurarán mi condenación, y que estarán esperando que salga mi alma para
acusarla de todas sus culpas ante el tremendo tribunal de Dios, allí, querida
de nuestras almas; allí, única esperanza de nuestros corazones; allí,
amorosísima Madre; allí, vigilantísima Pastora; allí, María, ¡oh dulce nombre!,
allí, ampárame; allí, María, defiéndeme; allí asísteme como pastora a sus
ovejas, como madre a sus hijos, como reina a sus vasallos; aquél es el punto de
donde depende la salvación o la condenación eterna; aquél es el oriente que
divide el tiempo de la eternidad; aquél es el instante en que se pronuncia la
final sentencia que ha de durar para siempre, pues si me faltas entonces, ¿qué
será de mi alma, cuando tantas culpas he cometido? No me dejes en aquel riesgo,
no te retires en aquel horrible trance. Acuérdate, amabilísima Señora, que si
Dios te eligió para Madre suya, fue para que fueses medianera entre Dios y los
hombres; por tanto, debes ampararme en aquella hora, ¡oh María!, ¡oh segurísimo
sagrado refugio mío!, pues puede ser que entonces no tenga fuerzas ni sentido
para llamarte; desde ahora, como si ya estuviera en la última agonía, te llamo,
desde ahora te invoco, desde ahora me acojo para librarme de los merecidos
rigores del Sol de Justicia, Cristo, y desde ahora, como si ya agonizara,
invoco tu dulcísimo nombre; y esto que ahora te digo, lo guardo para aquella
hora; María, misericordia; María, piedad; María, clemencia; María, en tus manos
santísimas encomiendo mi espíritu, para que por ellas pase al tribunal de Dios,
donde intercedas por esta alma pecadora; en Ti confío, en Ti espero. Ya, yo voy
a expirar; misericordia, Madre de mi corazón; misericordia, misericordia,
María, misericordia. Amén.
Oración a Nuestra
Señora de las Angustias
¡OH María, sin pecado concebida!
Por los dolores que tu santísimo Hijo
sufrió en la cruz por redimir nuestras culpas, vuelve a mí tus piadosos ojos, y
escucha mis súplicas. Confiado en tu infinita bondad. Madre Santísima; me
atrevo a dirigirte mis plegarias; no las desoigas, y consuela mis aflicciones
en este valle de lágrimas y amarguras; te ofrezco un propósito firme de
enmienda, Madre y Señora mía, porque a Ti te debo mucho, y soy tan pecador, que
nada merezco. Estoy confiado en tu inefable bondad; y ¿cómo no reconocer tu
grande misericordia y dedicarte los días que me restan de vida para amarte? Sí,
Madre Santísima, no me abandones; dirige mis pasos, dame tu amparo y
protección, líbrame de mis enemigos visibles e invisibles, de la maledicencia y
la calumnia, e ilumina mi entendimiento para alabarte y bendecirte por tantos
sacrificios como te debo. Amén.
“DEVOCIONARIO EN FAVOR
DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO”
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