¿QUE
DOCTRINA ENSEÑAN LOS MASONES?
Siendo como son los masones y demás
sectarios enemigos de los curas y frailes, no hay que decir que sus enseñanzas
han de ser diametralmente opuestas a las que frailes y curas enseñan. Y como
está ya plenamente demostrado que la doctrina que éstos enseñan es buena,
lógicamente se deduce que ha de ser mala la que sectarios y masones propagan.
Esto no obstante, y para que la demostración
que resulta de los dictados de la lógica quede confirmada por los hechos,
expondremos someramente la doctrina masónica, tal y como se enseña a los que
tienen la desgracia de ser presos en las redes de las logias.
Lo
primero que se le dice al candidato a masón es que a la secta no le importa un
bledo que sea católico, protestante o judío, mahometano, etcétera, o que no
tenga creencia ninguna, con tal que convenga en la existencia de un gran arquitecto
del universo, reduciendo de este modo la divinidad del Supremo Hacedor a la
categoría de un maestro de obras, pues para la masonería todas las religiones son
iguales y todos los hombres tan estimables, cualquiera que sea la creencia que
profesen. Y aunque esto no es verdad,
pues para la secta masónica son indiferentes todas las creencias menos las de
la religión católica, a la que tienen declarada guerra sin cuartel, resulta que
al que ingresa en una logia se le obliga a profesar el principio de la libertad
de cultos, que únicamente puede perjudicar a la verdad, pues la mentira sale
con esto ganando.
A esta primera enseñanza, que como se ve, va
derechamente contra la Religión católica, que es la única verdadera, porque la
verdad es una y no admite participaciones, porque tan mentira resulta decir que
dos y tres son cuatro, como que son cuatro y medio, o cuatro y nueve décimas,
sigue otra más concreta y la única que sin ambages ni símbolos se expone a la
consideración de los que solicitan ser masones.
—Sabed—les dice el venerable de la logia—que varios
Pontífices de la Religión católica, han excomulgado a los masones. A pesar
de esto, ¿insistís en recibir la luz?
(Esto es: en ser masón.)
Si el aspirante dice que no, le plantan
bonitamente, y no con buenos modos, de patitas en la calle, y si dice que sí,
presta el juramento y le quitan la venda que ha cubierto sus ojos desde que
penetró en las calles próximas a la logia, por las que así vendado le hacen dar
un sin número de vueltas para despistarle, y nunca puede reconocer el sitio a
que se le llevó, si no es admitido en la secta.
De
donde se deduce, que para ser masón hay que declarar que nada se le importa ser
excomulgado, o lo que es lo mismo, hay que hacer un acto explícito de rebeldía contra
el Vicario de Jesucristo en la tierra, y separarse voluntariamente de la
comunión de la Iglesia.
Y ahora preguntaremos: ¿Puede dudarse racionalmente que el fin que se propone conseguir la
masonería en el orden religioso, es un fin diametralmente contrario al
catolicismo?
Pero sigamos relatando las enseñanzas que
recibe el masón en el acto de ser iniciado en una logia. Después de habérsele
dicho que para la masonería todas las religiones son iguales y todas respetables,
y ya hemos visto hasta qué punto es esto verdad se le dice también: La
masonería tiene por objeto borrar las barreras que dividen a los hombres en
razas y nacionalidades, para convertirlos en miembros de una sola familia, pues
esas divisiones territoriales son invención de los tiranos para oprimir más
fácilmente a la humanidad.
O lo que es igual.
Después
de borrar en el masón la idea de Dios y su obligación de defender la religión
que profesa, borra la secta la idea de la patria, y apunta su propósito de infiltrar
en el ánimo del adepto el espíritu de rebeldía contra el rey o jefe superior de
su nación, presentándole con los caracteres de un tirano aborrecible que
levanta fronteras entre el pueblo que rige y los demás pueblos, de acuerdo con
los otros soberanos, para mejor dominar y oprimir al resto del género humano.
¿Cabe decir después de esto que la masonería no es una asociación,
no ya política, sino revolucionaria y demoledora?
No le basta, sin embargo, a la masonería
borrar la idea de Dios, de la patria y de toda autoridad religiosa y civil de los
corazones de sus afiliados; necesita acabar con la familia para lograr la destrucción
de la sociedad cristiana y fundar otra basada en los principios del
materialismo, según nos, lo ha enseñado
el augusto Pontífice León XII en su admirable encíclica Humanum Genus.
Veamos de qué modo procede para llegar á conseguir
tan abominable fin.
Después de prestado el juramento masónico,
el venerable entrega al nuevo afiliado un par de guantes blancos, diciéndole
estas palabras: —Recibid este par de guantes para la elegida de vuestro
corazón. Y luego añade: —Cuando lleguéis al grado de compañero podréis visitar
las logias de adopción.
Con lo cual el recipiendario se queda como quien
ve visiones, sin encontrar la relación que pueda existir entre aquel par de
guantes que el venerable le ofrece galantemente para la elegida de su corazón,
y la promesa de que podrá visitar las logias de adopción cuando reciba el grado
de compañero.
Y es que quizá no sepa entonces que existen logias
de mujeres, y que esas logias se conocen con el nombre de logias de adopción, y
que en esas logias ha de demostrar más aún que en la suya propia si le puede
ser otorgado el grado de maestro, si hemos de creer en las palabras del masón Alberto Pike, gran comendador que fue del Supremo Consejo masónico de Charleston,
que vienen a decir, en substancia, que el masón que sólo ama a una mujer no es
digno de recibir el grado de maestro. Las palabras textuales del susodicho masón
son más expresivas; pero, por razones fáciles de comprender, no nos atrevemos a
transcribirlas en toda su descarnada desnudez.
Pero
no paran en esto los propósitos de la secta masónica para destruir a la familia
cristiana; su acción en este punto llega al extremo de considerar como único matrimonio
válido a sus ojos la sacrílega parodia de la celebración de este santo Sacramento,
que se verifica en la logia, en la que el venerable de la misma hace de
sacerdote, ni considera como hijos legítimos, desde el punto de vista masónico,
más que aquellos cuyos padres se prestan a llevarlos a las logias para que sean
bautizados masónicamente, otra horrible parodia del sacramento del Bautismo. La
mujer y los hijos del masón que no son reconocidos como tales en las logias por
medio de tan abominables sacrilegios, no son para la secta otra cosa que la
hembra y los vástagos naturales o profanos del afiliado, como dicen en las
logias de todo lo que no es masónico; y de aquí que consideren a la esposa legítima,
según las leyes divinas y canónicas, del masón como a una manceba, y a los
hijos de matrimonio como a los habidos fuera de él.
Todo esto se halla plenamente comprobado en los
rituales de la masonería, que hasta se venden en los baratillos de libros, y
donde pueden verse explicadas por menudo las abominables ceremonias del bautismo
y del matrimonio masónico, y hasta el de las tenidas o sesiones fúnebres, otra horrible
parodia de las exequias que la Iglesia celebra en sufragio de las almas de los
fieles difuntos.
“APOSTOLADO
DE LA PRENSA”
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