lunes, 21 de julio de 2025

LIMOSNAS POR LOS DIFUNTOS. HACER DECIR MISA POR LOS DIFUNTOS PUEDE LABRAR UNA GRAN FELICIDAD.

 



   Comentario de Nicky Pío: Como ya saben, los lunes, la Iglesia dedica este día, muy especialmente, a las Ánimas del Purgatorio. Si van a Misa aunque sea con pocas monedas, o en la medida que puedan, manden decir Misa por los difuntos. Acá le dejo un bello ejemplo de esta práctica tan piadosa y querida por Dios, y los beneficios que se acarrean, en esta y en la otra vida, los que lo hacen.

 

   Tenía una pobre mujer napolitana una numerosa familia que mantener, y a su marido en la cárcel, encerrado por deudas. Reducida a la última miseria, presentó un memorial a un gran señor, manifestándole su infeliz estado y aflicción; pero con todas las súplicas no logró más que unas monedas.

 

   Entra desconsolada en una iglesia, y encomendándose a Dios, siente una fuerte inspiración de hacer decir con aquellas monedas una Misa por las Ánimas, y pone toda su confianza en Dios, único consuelo de los afligidos.

 

   ¡Caso extraño!

 

   Oída la Misa, se volvía a casa, cuando encuentra a un venerable anciano, que llegándose a ella le dice: “¿Qué tenéis, mujer? ¿Qué os sucede?” La pobre le explicó sus trabajos y miserias. El anciano consolándola le entrega una carta, diciéndole que la lleve al mismo señor que le ha dado las monedas.

 

   Éste abre la carta, y ¿cuál no es su sorpresa cuando ve la letra y firma de su amantísimo padre ya difunto? ¿Quién os ha dado esta carta? —No lo conozco, respondió la mujer, pero era un anciano muy parecido a aquel retrato; sólo que tenía la cara más alegre. Lee de nuevo la carta, y observa que le dicen: “Hijo mío muy querido, tu padre ha pasado del Purgatorio al cielo por medio de la Misa que ha mandado celebrar esa pobre mujer. Con todas veras la encomiendo a tu piedad y agradecimiento; dale una buena paga, porque está en grave necesidad”. El caballero, después de haber leído y besado muchas veces la carta, regándola con copiosas lágrimas de ternura: “Vos, dice a la afligida mujer, vos, con la limosna que os hice, habéis labrado la felicidad de mi estimado padre; yo ahora haré la vuestra, la de vuestro marido y familia”.

 

   En efecto, pagó las deudas, sacó al marido de la cárcel, y tuvieron siempre de allí en adelante cuanto necesitaban y con mucha abundancia. Así recompensa Dios, aun en este mundo, a los devotos de las benditas Ánimas.

 

 

“ÁNCORA DE LA SALVACIÓN”

 

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