Comentario
de Nicky Pío: Como ya saben, los lunes, la Iglesia dedica este día, muy
especialmente, a las Ánimas del Purgatorio. Si van a Misa aunque sea con pocas
monedas, o en la medida que puedan, manden decir Misa por los difuntos. Acá le
dejo un bello ejemplo de esta práctica tan piadosa y querida por Dios, y los
beneficios que se acarrean, en esta y en la otra vida, los que lo hacen.
Tenía una pobre mujer napolitana una
numerosa familia que mantener, y a su marido en la cárcel, encerrado por
deudas. Reducida a la última miseria, presentó un memorial a un gran señor, manifestándole
su infeliz estado y aflicción; pero con todas las súplicas no logró más que
unas monedas.
Entra desconsolada en una iglesia, y
encomendándose a Dios, siente una fuerte inspiración de hacer decir con
aquellas monedas una Misa por las Ánimas, y pone toda su confianza en Dios, único
consuelo de los afligidos.
¡Caso extraño!
Oída la Misa, se volvía a casa, cuando
encuentra a un venerable anciano, que llegándose a ella le dice: “¿Qué tenéis,
mujer? ¿Qué os sucede?” La pobre le explicó sus trabajos y miserias. El anciano
consolándola le entrega una carta, diciéndole que la lleve al mismo señor que
le ha dado las monedas.
Éste abre la carta, y ¿cuál no es su sorpresa
cuando ve la letra y firma de su amantísimo padre ya difunto? ¿Quién os ha dado
esta carta? —No lo conozco, respondió la mujer, pero era un anciano muy
parecido a aquel retrato; sólo que tenía la cara más alegre. Lee de nuevo la
carta, y observa que le dicen: “Hijo mío muy querido, tu padre ha pasado del
Purgatorio al cielo por medio de la Misa que ha mandado celebrar esa pobre
mujer. Con todas veras la encomiendo a tu piedad y agradecimiento; dale una buena
paga, porque está en grave necesidad”. El caballero, después de haber leído y
besado muchas veces la carta, regándola con copiosas lágrimas de ternura: “Vos,
dice a la afligida mujer, vos, con la limosna que os hice, habéis labrado la
felicidad de mi estimado padre; yo ahora haré la vuestra, la de vuestro marido
y familia”.
En efecto, pagó las deudas, sacó al marido
de la cárcel, y tuvieron siempre de allí en adelante cuanto necesitaban y con
mucha abundancia. Así recompensa Dios, aun en este mundo, a los devotos de las
benditas Ánimas.
“ÁNCORA
DE LA SALVACIÓN”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.