EL MONTE
CARMELO.
— A los que han tenido la dicha de hacer la
peregrinación a los Santos Lugares de Palestina, nunca se les borrará de la
memoria su paso por el monte Carmelo. Esta montaña que domina desde 170 metros
de altura a la ciudad de Caiffa y al Mediterráneo, es una de las más hermosas
de toda Palestina. Es, sin duda, una de las más célebres y su paisaje
encantador ha excitado el entusiasmo de Oriente, e inspirado numerosas
comparaciones poéticas de la Sagrada Escritura. Cuando el Esposo del Cantar de
los Cantares desea poner más de relieve la hermosura de su Esposa, no encuentra
expresión más adecuada que comparar su cabeza con el monte Carmelo: "Caput
tuum ut Carmelus." Cuando Isaías nos presenta el esplendor y gloria del
futuro Mesías, le pinta coronado con la gloria del Líbano y revestido de todas
las bellezas del Carmelo: "Gloria Libani data est ei, decor Carmeli et
Saron." Y nos muestra la gran estima que debemos tener a este santo monte
cuando dice que la justicia habitará en la soledad y la santidad tendrá su
lugar sobre el Carmelo: "Habitabit in solitudine iudicium, et iustitia in
Carmelo sedebit." Finalmente Dios mismo por boca de otro Profeta le colma
de elogios, llamando al Carmelo, su tierra, su herencia: "Terram meam et
hereditatem meam", y a Jerusalén le prometió: "En el día de mi amor,
te saqué de Egipto a la tierra del Carmelo", como si este nombre encerrara
en si todos los bienes con los que quería enriquecer a su pueblo, es decir a la
Iglesia y a cada uno en particular.
LA
MONTAÑA MARIANA.
— Lo que da más realce a este santo monte
es, además de la morada de Elias y la victoria que alcanzó sobre los profetas
de Baál, es la célebre visión que nos describe el primer libro de los reyes.
Hacía tiempo que una gran sequía asolaba la tierra de Israel. Elias, conmovido
por los sufrimientos de su pueblo, "subió a la cumbre del Carmelo y
postrándose en tierra y poniendo el rostro entre las rodillas, dijo a su
siervo: Sube y mira hacia el mar. Subió, miró y dijo: No se ve nada. Elias le
dijo: Vuelve hacerlo siete veces. La séptima vez dijo el siervo: Veo una
nubecilla como la palma de la mano de un hombre". Poco después el cielo se
oscureció, se levantó fuerte vendaval y cayó agua en abundancia. Todos los
exegetas y místicos ven en esta "nubecilla, nubécula parva", una
imagen profética de la Virgen María, que por la encarnación dió la vida y
fecundidad al mundo. El primer Responsorio de la fiesta de los Santos del
Carmelo lo dice expresamente; "Elias oraba sobre la cumbre del Carmelo y
en el símbolo de una nubecilla vió a la insigne Virgen. A los que Elias se
revela así la amarán a causa de todas las maravillas que les manifestará esta
visión." De hecho la Iglesia ha aprobado esta interpretación, añadiendo a
los títulos gloriosos de la Santísima Virgen el de Nuestra Señora del Carmen y
nos invita ella también a nosotros como el profeta con estas palabras:
"Sube y mira."
LA ORDEN
DEL CARMEN.
— La tradición de la Orden del Carmen
sostiene que los solitarios que moraron en esta santa cumbre, aun antes del
cristianismo, honraron con verdadero culto a la que debía engendrar al Mesías.
Aseguran también que muchos recibieron el Espíritu Santo el día de Pentecostés,
teniendo después la dicha de gozar del trato y familiaridad con la Sma. Virgen.
De esta entrevista se llevaron una veneración y amor tan particulares, que
tuvieron la alegría de ser los primeros que edificaron una capilla en su honor,
en el mismo lugar donde Elias la había visto en figura de una nubecilla.
Desde sus comienzos el Carmen vuelve sus
ojos a la Sma. Virgen y el libro titulado "La Institución de los primeros
monjes" nos muestra a través de inexactitudes históricas, a la Orden
dominada por las grandes figuras que encarna su ideal, cada una según su rango:
Elias y la Virgen María: Siendo María para ellos la plenitud deslumbradora de
la vida contemplativa, el modelo del servicio perfecto debido al Señor y la
entrega total a su voluntad.
EL ESCAPULARIO.
— A mediados del siglo XIII San Simón Stok,
General de la Orden del Carmen, recibió de manos de la Santísima Virgen, el
sagrado escapulario como testimonio de su amor y protección para todos aquellos
que lo llevaran. Aseguró que "todo el que muriera con este hábito no
caería en el fuego eterno". Un siglo después se apareció a Santiago de
Euze, futuro Juan XXII, para anunciarle su próxima elevación al Sumo
Pontificado mandándole publicar el privilegio de una pronta salida del
purgatorio, que había obtenido de su Hijo, para los hijos del Carmen: "Yo,
su Madre, le dice, por una gracia especial descenderé a ellos el sábado
siguiente a su muerte, y a todos los que hallare en el purgatorio, los libraré
y los llevaré a la vida eterna."
La autoridad de los Soberanos Pontífices,
hicieron pronto asequibles estas gracias espirituales a los fieles con la
institución de la cofradía del Santo Escapulario, al participar sus miembros de
todos los méritos y privilegios de la Orden del Carmen. Hoy son pocos los
verdaderos cristianos que no lleven este escapulario o la medalla llamada del
"Monte Carmelo" y he aquí por qué la fiesta de hoy, no es sólo la de
una ilustre familia religiosa, sino también de toda la Iglesia entera, puesto
que toda ella es deudora a la Virgen del Carmen de innumerables beneficios y de
una protección constante
LA NUBE
MÍSTICA.
— Reina del Carmelo, recibe hoy los votos de
la Iglesia terrestre. Fuiste la única esperanza del mundo cuando gemía en una
angustiosa espera sin fin. Impotente para penetrar aún tus grandezas, quiso a
pesar de eso, adornarte con los más preciosos símbolos bajo este mundo de
figuras; el reconocimiento anticipado mezclado de admiración, sirvió para
crearte como una aureola sobrehumana de todas perfecciones de belleza, de
fuerza y gracia que sugiere la vista de los lugares tan encantadores, de
campiñas en flor, de cumbres pobladas de árboles, de valles fértiles, de este
Carmelo principalmente que significa jardín de Dios. En su cumbre nuestros
padres, que sabían que la Sabiduría tiene su trono en la nube adelantaron sus
ardientes deseos al signo salvador; y allí, debido a sus plegarias, se les dió
lo que la Escritura llama ciencia perfecta y que designa como el conocimiento
de los grandes caminos de las nubes. Y cuando Aquel que hace su carroza y su
palacio de la oscuridad de la nube, se manifestó por ella en un recuerdo no
lejano a la vista penetrante del Padre de los Profetas, se vió unirse a los más
altos personajes de la humanidad en un grupo selecto en las soledades de la
montaña bendita, como antiguamente Israel en el desierto, para observar los
menores movimientos de la nube misteriosa', recibir de ella la única dirección
en las veredas de esta vida, su única luz en la larga noche de esperas.
¡Oh María!, que desde entonces presides las
velas de los soldados de Cristo y nunca les has faltado un solo día desde que
Dios descendió verdaderamente por ti, no sólo cubres la región de Judea sino a
toda la tierra con una nube cargada de un sinnúmero de bendiciones. Los hijos
de los profetas lo experimentaron cuando la tierra de los profetas se hizo
infiel, y tuvieron que llevar un día a otros lugares sus costumbres y
tradiciones; comprobaron que el rocío fecundador de la nube del Carmelo
llegaría hasta Occidente, que su protección se dejaría sentir en todas partes.
Esta fiesta, oh Madre divina, es el momento auténtico de su reconocimiento,
acrecentado después con nuevas bendiciones, cuya munificencia acompañó a este
otro éxodo de los últimos restos de Israel. Y nosotros los hijos de la vieja
Europa con razón transmitimos el eco de su piadosa alegría; porque desde que
las tiendas fueron levantadas alrededor de las colinas donde la nueva Sión fué
edificada sobre Pedro, se ha esparcido por todas partes su lluvia llena de
bendiciones, lanzando al abismo las llamas eternas, y apagando los ardores del
lugar de la expiación.
PLEGARIA POR LA ORDEN DEL CARMEN.
— Oh Madre de la divina gracia, dígnate
pagar a esta Orden la deuda de nuestro agradecimiento puesto que estamos unidos
en el mutuo agradecimiento hacia ti. Protégela y consérvala en estos
desgraciados tiempos. Que no sólo el viejo tronco mantenga la sabia escondida
en sus profundas raices, sino que también las vetustas ramas vean gozosas el
advenimiento de las nuevas que llevan en sí las flores y los frutos como los
llevaron sus antecesores. Conserva en sus hijos el espíritu de soledad y
contemplación que tuvieron sus padres a la sombra de la nube; haz que sus hijos
sean también fieles a las tradiciones de sus predecesores en todos los lugares
que el Espíritu Santo les ha esparcido para conjurar al huracán y atraer las
bendiciones de la nube misteriosa. Ojalá los austeros perfumes de la montaña
santa continúen purificando a su alrededor el aire corrompido por tantas miasmas;
y por fin que el Carmelo ofrezca a su Esposo sus almas virginales, sus
corazones puros, sus bellas flores que tiene la satisfacción de plantar en el
jardín del Señor.
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