viernes, 11 de julio de 2025

LAS CAIDAS – Del “Ramillete de Flores Salesianas”


 

   Reflexionemos esto: ¿será mejor que en nuestro jardín haya espinas, para tener rosas, o que no haya rosas, por no tener espinas?

 

   Cuando nos acontezca caer, por los repentinos ímpetus del amor propio o de nuestras pasiones, prosternémonos delante de Dios tan luego como podamos, y digamos en espíritu de confianza y de humildad:

 

   ¡Señor, misericordia, porque soy débil!

 

   Volvamos a levantarnos en paz y tranquilidad, reanudemos el hilo de nuestro amor, y luego continuemos nuestra obra. No es necesario ni romper las cuerdas ni abandonar la lira, cuando se observa su desafinamiento. Debe aplicarse el oído para examinar de dónde viene el desconcierto, y estirar o aflojar dulcemente la cuerda, según el arte lo requiera.

 

   Preciso es, pues, corregir a nuestro corazón dulce y tranquilamente, y no excitarlo ni turbarlo más. Pues bien, debemos decirle: corazon mío, amigo mío, en el nombre de Dios ten valor; caminemos, estemos vigilantes, levantémonos juntos, que ya a nuestro socorro vine, el Señor.

 

   — ¡Ah! seamos caritativos con nuestra alma, no la regañemos cuando veamos que no ofende a Dios gravemente. Si Dios os deja tropezar, eso será para haceros conocer que si Él no os tuviera, caeríais completamente, y a fin de que os cojáis más fuertemente de su mano.

 

  

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