El demonio está en todas partes; vigila sin cesar para
perdernos.
El
demonio está en el aire, en las aguas, en la tierra, en el infierno...
Nuestros perseguidores, dice Jeremías, han
sido más rápidos que las águilas: nos han perseguido en las montañas; nos han
tendido lazos en el desierto (Lamentaciones. IV, 19) En
un abrir y cerrar de ojos están en donde quieren; andan más veloces que el
pensamiento; todo lo ven sin ser vistos; todo lo oyen sin ser oídos ni
apercibidos. El demonio está siempre en
acecho, y da vueltas sin cesar al rededor nuestro, buscando víctimas: (I. Petr.
V. 9).
Estas idas y venidas, este círculo que forma
al rededor nuestro, indican: 1° que el
demonio es un vagabundo entregado a la instabilidad, porque, al abandonar a Dios
con el pecado, ha perdido la estabilidad de espíritu. El, que quería sentarse
en el trono del Omnipotente, ha sido condenado a andar siempre errante, a no sentarse
nunca, ni siquiera en el infierno. Jamás tendrá descanso ni sueño. 2°
Estas expresiones indican también la ira y el deseo insaciable de dañar que le
animan. 3°
Pintan sus astucias, sus engaños y sus rodeos. 4° Príncipe del mundo, recorre
sin cesar su imperio. 5° Ojea como un cazador. 6° Las vueltas que da, son el
emblema de su sagacidad y de sus exploraciones. 7° Obliga a los hombres
culpables a acabar de recorrer el círculo de sus iniquidades, a fin de caer entonces
en el círculo de la desdicha eternidad...
Ciencia del demonio.
Satanás,
antes de atacar, examina el vicio, la inclinación, la parte débil de cada uno.
Oíd a
San León: Satanás, dice,
conoce a quien ha de abrasar con el fuego de la codicia, a quien ha de coger
por la gula, a quien ha de poseer por la lujuria, a quien ha de inocular el
veneno de la envidia; conoce al que ha de turbarse por los pesares, excederse
por la alegría, agobiarse por el temor, y dejarse seducir por la admiración.
Tantea
las inclinaciones de cada uno; descubre sus cuidados, escudriña sus afectos,
busca los medios de dañar, explotando sobre todo las inclinaciones del hombre.
Conoce todo lo que pasa en la tierra. Ve los
pensamientos, los deseos, las palabras, los pasos, las acciones y las omisiones
de todos los hombres Sabe y conoce todo lo qne ha sucedido desde el principio
del mundo Sondea las entrañas y los corazones. Sabe todos los giros y rodeos,
los pliegues y dobleces que tiene que seguir para insinuarse, seducir, vencer,
derribar, asesinar y llevar al infierno...
Todo
en él se convierte en ojos, en oídos, en lengua, en espíritu, en inteligencia,
en astucia, en ciencia. Aunque sumergido en las más profundas tinieblas, todo
lo ve, todo lo comprende, todo lo nota, todo lo aprecia...
“Tesoros
de Cornelio Á Lápide”
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