lunes, 25 de septiembre de 2017

DEMONIOS – Por Cornelio Á Lápide. (Parte V)




El demonio está en todas partes; vigila sin cesar para perdernos.


   El demonio está en el aire, en las aguas, en la tierra, en el infierno...

   Nuestros perseguidores, dice Jeremías, han sido más rápidos que las águilas: nos han perseguido en las montañas; nos han tendido lazos en el desierto (Lamentaciones. IV, 19) En un abrir y cerrar de ojos están en donde quieren; andan más veloces que el pensamiento; todo lo ven sin ser vistos; todo lo oyen sin ser oídos ni apercibidos. El demonio está siempre en acecho, y da vueltas sin cesar al rededor nuestro, buscando víctimas: (I. Petr. V. 9).

   Estas idas y venidas, este círculo que forma al rededor nuestro, indican: que el demonio es un vagabundo entregado a la instabilidad, porque, al abandonar a Dios con el pecado, ha perdido la estabilidad de espíritu. El, que quería sentarse en el trono del Omnipotente, ha sido condenado a andar siempre errante, a no sentarse nunca, ni siquiera en el infierno. Jamás tendrá descanso ni sueño. Estas expresiones indican también la ira y el deseo insaciable de dañar que le animan. Pintan sus astucias, sus engaños y sus rodeos. Príncipe del mundo, recorre sin cesar su imperio. Ojea como un cazador. Las vueltas que da, son el emblema de su sagacidad y de sus exploraciones. Obliga a los hombres culpables a acabar de recorrer el círculo de sus iniquidades, a fin de caer entonces en el círculo de la desdicha eternidad...

Ciencia del demonio.


   Satanás, antes de atacar, examina el vicio, la inclinación, la parte débil de cada uno.

   Oíd a San León: Satanás, dice, conoce a quien ha de abrasar con el fuego de la codicia, a quien ha de coger por la gula, a quien ha de poseer por la lujuria, a quien ha de inocular el veneno de la envidia; conoce al que ha de turbarse por los pesares, excederse por la alegría, agobiarse por el temor, y dejarse seducir por la admiración.

   Tantea las inclinaciones de cada uno; descubre sus cuidados, escudriña sus afectos, busca los medios de dañar, explotando sobre todo las inclinaciones del hombre.

   Conoce todo lo que pasa en la tierra. Ve los pensamientos, los deseos, las palabras, los pasos, las acciones y las omisiones de todos los hombres Sabe y conoce todo lo qne ha sucedido desde el principio del mundo Sondea las entrañas y los corazones. Sabe todos los giros y rodeos, los pliegues y dobleces que tiene que seguir para insinuarse, seducir, vencer, derribar, asesinar y llevar al infierno...

   Todo en él se convierte en ojos, en oídos, en lengua, en espíritu, en inteligencia, en astucia, en ciencia. Aunque sumergido en las más profundas tinieblas, todo lo ve, todo lo comprende, todo lo nota, todo lo aprecia...


“Tesoros de Cornelio Á Lápide”








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