lunes, 28 de agosto de 2023

El rotarismo internacional, hermano menor de la masoneria. Por ANIBAL A. ROTTJER. (2° parte de 3)

 




   El 28 de junio de 1946 el Rótary Club de la ciudad de San Nicolás rindió un público homenaje al partido socialista que, “por su conducta definida y recta, se había puesto lealmente al servicio de la patria”. Pero ¿ignoran, acaso, los católicos rotarios, que tal partido político ha sido y sigue siendo en nuestro país el tradicional enemigo de la Iglesia Católica?

   El 15 de enero de 1958, por primera vez en la historia del Rótary argentino, un presidente de la Nación asistió al almuerzo ritual de los miércoles, servidos en el Plaza Hotel de Buenos Aires. El vicepresidente lo hizo al mes siguiente, el miércoles 12 de febrero. En tal ocasión, el contraalmirante Isaac Rojas dijo: “...Soy un convencido del bien que hace a la humanidad la organización a que ustedes pertenecen…” y el general Pedro Aramburu —al ser declarado miembro honorario del Rótary por su gobernador metropolitano, doctor Guillermo Garbarini Islas— expresó lo siguiente: “...Conozco los altos fines que persigue esta institución y por ello he sentido una gran satisfacción cuando se me ha invitado a concurrir a esta comida de camaradería... Ojalá, señores, pudieran multiplicarse en el país instituciones de la naturaleza del Rotary Club, porque de ellas emana una fuerza espiritual tan extraordinaria que, en realidad, son el puntal, la garantía más segura para la democracia y la libertad…”

   EI 8 de abril de 1959 el ex presidente provisional, Pedro Aramburu, es despedido, en reunión secreta, por el Rótary Club de Ramos Mejía, antes de emprender viaje a Europa. Presidía la mesa, como invitado de honor, el señor Drysdale, Gran Maestre de la masonería argentina y agente confidencial de S.M.B. El homenajeado se hallaba a su derecha revestido —según algunos cronistas— con su mandil reglamentario, correspondiente al grado 33. (43 La Nación del 16 de enero y del 13 de febrero de 1958. Azul y Blanco del 14 de abril de 1959.)

   En 1926 los rotarios enviaron al verdugo de la Iglesia Católica en México, Plutarco Calles, un telegrama en el cual, después de felicitarlo, le decían: “Estamos resueltos a cooperar con vuestro gobierno mientras podamos”. Al hablar de la cuestión religiosa mexicana declaraba el masón neoyorquino Roberto A. Grennfield: “La masonería se vale de la YMCA (protestante) y del Rótary para combatir al catolicismo”.

   Es un hecho que los rotarios florecen donde más abundan los masones, a tal punto que aquellos, generalmente, no son otra cosa que masones disfrazados.

   Masón fue su fundador y sus principales colaboradores y masones son los actuales dirigentes internacionales. En Londres existe una logia masónica —la Rótary Lodge— reservada exclusivamente para rotarios masones.

    El Boletín de enero de 1928 del Gran Oriente Español decía que “los masones podían considerarse como los hermanos mayores de los rotarios, ya que entre una y otra institución hay grandes puntos de contacto”.

   “En los clubes rotarios —afirma la revista masónica “Alpina”— tienen su puesto muchos masones; y esto es fácilmente comprensible —añade— dados los principios porque se rige el rotarismo”.

   No es, por lo tanto, una novedad que en la revista masónica “El Nivel”, editada en Buenos Aires, se informara al público masónico, en su entrega de febrero-marzo de 1944, sobre “los eficientes trabajos realizados por el Gran Maestre de la Gran Logia Argentina en conexión con el Rótary Club”.

   EI masón Pérez Torreblanca decía en la Asamblea de la Masonería Simbólica de España en 1929: “Por sus orígenes los clubes rotarios cumplen una función internacional muy parecida a la masónica, aunque la limitación de sus fines los coloque en la situación de hermanos menores de nuestra Orden. La masonería debe colaborar en este movimiento para que no se desnaturalicen sus fines primordiales”. Y luego, a raíz de las censuras eclesiásticas recaídas sobre los socios de la “rueda dentada”, añadía: “El movimiento rotario, condenado por la Iglesia y perseguido por los obispos, merece una simpática consideración, e incluso el apoyo de integrarlo allí donde las posibilidades masónicas lo permitan” (Tonelli, Armando, op cit., ibidem.)

   Entre los diversos centros que deben su iniciación al Rótary, debemos nombrar, por su gran importancia, al Club de Leones. (Nota de Nicky Pío: Ya hice una publicación sobre los Leones. Leer AQUÍ) Esta institución, llamada también Lions International, cuya casa matriz se halla en Chicago, nació en la ciudad estadounidense de Dallas, Texas, en 1917, como hermano menor del Rótary. Según se cree, es una organización internacional de origen masónico que responde a los intereses petroleros de los Estados Unidos. El Leonismo ha fundado ya 16.000 clubes en el mundo y cuenta con 700.000 asociados, llamados “leones”. La sigla LEONES puede significar, según los intérpretes del Leonismo: Lealtad, Entendimiento, Orden, Nobleza de Ideales, Esfuerzo por el progreso y Servicio al individuo.

   En diciembre de 1954, al iniciarse la persecución religiosa en la Argentina, vino a Buenos Aires, con selecta delegación, el vicepresidente de los “leones internacionales”, Humberto Valenzuela García para discernir —en la quinta presidencial de Olivos— a Perón, al vicepresidente Alberto Teisaire, al ministro de Educación, Armando Méndez San Martín, y a otros gobernantes y primates del partido oficialista, la más alta condecoración del club, a saber: “La Orden al Mérito Leonístico” (La Prensa, 18 de diciembre de 1954.)

   La primera convención de clubes de leones del distrito correspondiente a la Argentina se reunió luego en el teatro El Círculo de la ciudad de Rosario, el 23 de mayo de 1957, presidida por su delegado internacional, el ya mencionado doctor Humberto Valenzuela García; y al establecerse en Buenos Aires la filial nacional de la institución, resultó elegido como presidente José A. Fernández Moreno (La Nación del 31 de mayo de 1957)

 

Rotarismo y catolicismo.

 

   En 1928 condenaron al Rótary, en sendas cartas pastorales, los obispos españoles de Palencia, Almería, Tuy, León y Orense, y luego el episcopado español en pleno el 1° de febrero de 1929.

   El pringado de Toledo, monseñor Segura y Sáenz, escribía en su  pastoral del 23 de enero de 1929: “El Rótary hace profesión de un laicismo absoluto y de una indiferencia religiosa universal, intentando moralizar a los individuos y a las sociedades con total prescindencia de nuestra santa Madre la Iglesia Católica. Mientras predican una moral sin religión para llegar a la paz universal, ocultan —bajo un aspecto comercial, recreativo, filantrópico, pedagógico, neutral, pero siempre laico— la negación de la moral verdadera y de la verdadera religión, que tratan de sustituir con una religión que no es la de Jesucristo”.

   El obispo de Palencia decía: “La institución rotariana, como tal, hace profesión de laicismo absoluto, de indiferencia religiosa universal, e intenta moralizar a los individuos y sociedades por medio de una doctrina radicalmente naturalista, racionalista y aún atea. Sepan, por tanto, nuestros amados fieles que, dentro de los titulados clubes rotarios, no pueden entrar los buenos católicos”.

   Y el obispo de Orense señalaba que “tales clubes rotarios no son otra cosa que nuevos organismos satánicos de igual procedencia y espíritu que el masonismo; bien que procuren disfrazarse y aparecer con el marchamo de humanitarismo puro y hasta de caridad cristiana y de fraternidad universal... Según todas las señales y testimonios y documentos fidedignos, y aún a juicio y probanza de insignes y meritísimos católicos y prelados de la Iglesia, la organización rotaría resulta sospechosa y debe estimarse vitanda, execrable y maldita”.

   El cardenal Andrieu, arzobispo de Burdeos, lo condenó en 1929; y, al mencionar estos documentos de los episcopados francés y español, la Revista Eclesiástica de Buenos Aires, en 1929 y 1945, recordaba a los católicos la resolución N° 87 del Episcopado Argentino que ordena lo siguiente: “Deben nuestros fieles andar muy cautos en dar su nombre y apoyo a asociaciones de carácter internacional con principios doctrinarios opuestos a las enseñanzas de la Iglesia y con gobierno sustraído a toda dirección e influencia de la misma”. Y más adelante comentaba que “entre esas asociaciones se puede incluir con justicia al Rótary Club”; por lo que sólo con permiso del obispo, y comprometiéndose a seguir fielmente sus instrucciones, un católico podrá pertenecer por excepción al Rótary. (Revista Eclesiástica de Bs. As., pág. 554 del año 1929 y 532 do’ año 1945.)

 

   Porque “el Rótary —escribió el jesuita José M. Bower en la revista “Estudios” de Buenos Aires en su entrega de octubre de 1928— no es compatible con el catolicismo. Con su moral racionalista, naturalista y laica se alza como rival de la moral evangélica, y entro la moral del Rótary y la moral de Cristo la opción no puede ser dudosa para un católico. Mutilar la verdad divina es un sacrilegio, disimularla es una cobardía y sustituirla por otra es una apostasía”.

 

   Todo sistema ético que no se base en los principios cristianos es inadmisible para un católico, y “las tentativas de acuerdo en este terreno —nos advierte Pio XI en su encíclica Mortalium ánimos del 6 de enero de 1928— no pueden, en ninguna manera, obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son con poca diferencia, igualmente buenas. Cuantos sustentan esa opinión poco a poco vienen a parar en el naturalismo y ateísmo” (Colecc. Compl. De Enc. Pont., op. cit., Tomo I, pp. 1114 a 1120 (Encíclica “Mortalium ánimos” de Pío XI del 6 de enero de 1928).

   El Boletín Eclesiástico de la arquidiócesis de Santa Fe del 15 de marzo de 1933 se hace eco de estos conceptos al transcribir un artículo de L’Osservatore Romano, órgano oficioso de la Santa Sede, subrayando el “carácter antirreligioso y anticatólico del rotarismo” (Boletín Ecles. De la arqúid. De Santa Fe, pág. 153 del 15 de marzo de 1933).

   A las condenas de los obispos españoles y franceses siguieron las del episcopado holandés en su Conferencia de Utrecht de 1930, del episcopado peruano en 1988 y de monseñor Reyes, de Nicaragua, en 1941, los cuales en general dicen: “EI Rótary sostiene una doctrina radicalmente naturalista y atea, totalmente indiferente en cuanto a la religión y al culto. Tales clubes son satánicos, de igual espíritu y procedencia que el masonismo... Y predican una moral sin religión... Por lo que declaramos categóricamente que a ningún católico le está permitido afiliarse al Rótary, y que al pertenecer a él ponen en peligro su salvación eterna...”

   La Santa Sede —respondiendo a la consulta de los obispos— Io prohibió terminantemente para todos los clérigos en su “non expedit” (no conviene 


del 4 de febrero de 1929, y luego Pío XII repitió tal prohibición el 11 de enero de 1951, añadiendo para los fieles en general una exhortación, en la cual les aconseja que se cuiden de pertenecer a sociedades condenadas por la Iglesia o simplemente sospechosas, a tenor del canon 684 del Código de derecho canónico.

 

LA MASONERÍA EN LA ARGENTINA

Y EN EL MUNDO


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