Las cruces vienen de Dios.
Los sufrimientos, las cruces y las pruebas
no deben atribuirse al demonio, ni a la carne, ni a un enemigo cualquiera, sino
a Dios; pues, desde toda la eternidad, Dios las ha previsto, preparando a cada
cual las suyas: a uno le prepara unas, a otro otras, a fin de que por medio de
ellas todos nos asimilemos a Jesucristo, que sufrió, murió y resucitó.
A
Dios atribuye el Real Profeta todas las cruces: Nos habéis probado, experimentado, Señor; nos habéis acrisolado al
fuego, como se acrisola la plata. (I.XV. 10). Hemos pasado por el fuego y por el agua; más nos habéis conducido a un
lugar de refrigerio. (L.XV. 12). Nos habéis ceñido con una faja de dolor. (LXV.11)
¿Hasta cuándo nos has de alimentar con pan de lágrimas, y hasta cuándo nos
darás a beber lágrimas con abundancia? (LXXIX.
6).
Dios me ha dado bienes, dice Job, y él me
los ha quitado; ha sucedido lo que el Señor ha dispuesto: bendito sea el nombré
del Señor. (I. 21). No dice Job: Dios me ha dado bienes, y el demonio me los ha quitado;
sino: Dios me ha dado, Dios me ha quitado...
Manifestaré a Pablo, dijo el
Señor, cuánto ha de sufrir por mi nombre. (Act. IX. 16). El que obraba contra
el nombre de Jesucristo, dice San Agustín, debía sufrir por este sagrado nombre: ¡Oh severidad
llena de misericordia! (De laudib. Paul).
Las cruces que Dios
envía en el tiempo, vienen siempre de su misericordia: si Dios no entregase la
humanidad a los sufrimientos en la tierra, comenzaría su justicia eterna y
terrible...
Que padezcan los malos, dirá alguno, es
justo; ¿pero los buenos?
Los buenos nacen culpables; con las cruces
se purifican más y más y aumentan el número de sus coronas; sin las cruces se
volverían malos, y no hallaríamos ya conformidad entre ellos y Jesucristo; los
buenos sufren para obtener la conversión de los malos y para expiar sus
pecados.
Por
otra parte, suele tenerse mala idea de las cruces. Las cruces son un tesoro.
Nada es malo sino el pecado. El trabajador a quien el amo paga su jornal, ¿puede
hallar a mal que le hayan hecho trabajar? El soldado ¿puede hallar injusto quo
le ejerciten y le envíen a la batalla?
“TESOROS DE CORNELIO Á LÁPIDE”
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