miércoles, 3 de septiembre de 2025

¿QUÉ ES HACERSE PEQUEÑO?


 

   Las novicias del Monasterio de Lisieux, oyendo a Santa Teresita hablar siempre de su pequeño camino de infancia espiritual, le preguntaron un día:

 

   ¿Qué se necesita para tener el espíritu de la infancia? ¿Qué significa hacerse pequeño, permanecer pequeño?

 

   La santa respondió:

 

   – Permanecer pequeño es reconocer la propia insignificancia, esperarlo todo de Dios y no angustiarse por las propias faltas, porque los niños pequeños, a menudo por ser pequeños, se preocupan poco; es desapegarse de la riqueza y no preocuparse por nada. Entre los pobres, el padre le da a su hijo, siendo aún pequeño, todo lo que necesita, pero cuando crece, ya no quiere mantenerlo y le dice: «Ahora puedes mantenerte con tu trabajo». Pues bien, para no oír esas palabras, no quiero crecer, ¡para siempre considerarme incapaz de ganarme la vida eterna! Permanecer pequeño es, además, no atribuir mérito a las virtudes practicadas, sino reconocerlas como tomadas de un tesoro puesto por Dios en las manos de su pequeña hija, para que las use cuando las necesite...

 

   ¡Cuánto simplifica esto la vida espiritual, evitando las desesperadas complicaciones y angustias en las que luchan tantas pobres almas, sedientas de perfección pero atemorizadas por el rigor de la Justicia Eterna!

 

   ¿Acaso Nuestro Señor no nos manda hacernos pequeños para entrar en el Reino de los Cielos? ¿Y puede un niño pequeño temer a un Padre tan Misericordioso? ¡Ah! Dejemos atrás ese orgullo de creernos siempre grandes, que, incluso en la práctica de la virtud, se infiltra sutilmente, haciéndonos creer capaces de mucho, o ya avanzados, cuando en realidad seguimos siendo tan pobres y miserables.

 

   ¡Hagámonos pequeños, verdaderamente como niños pequeños, humildes, pobres, abandonados a la Divina Misericordia! ¡Es tan bueno ser pequeños y humildes! ¡Cómo se inunda de paz el corazón cuando se vive así, como un niño pequeño, en la vida espiritual!

 

Pensamientos para cada día del año. Tomado del “Breviario de la Confianza” Monseñor Brandão, Ascânio. Año 1936.

 

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