La
“Imitación de Cristo” por Tomás de Kempis nos dice:
“Lo que el hombre no puede corregir en sí
mismo o en los demás, debe sufrirlo con paciencia, hasta que Dios ordene lo
contrario. Considera que esto es mejor
para tus pruebas y tu paciencia, sin la cual nuestros méritos no son dignos de
mucha estima.
Debes pedirle a Dios que te ayude a superar
estos obstáculos o sufrirlos con resignación. Estudia y aprende a sufrir con
paciencia los defectos y debilidades de los demás, pues también eres causa del
sufrimiento ajeno.
Si todos fuéramos perfectos, ¿qué tendríamos
que sufrir de los demás por amor a Dios? Sin embargo, Dios lo permite para que
aprendamos a pasar por alto las faltas de los demás, porque nadie está libre de
cargas, nadie está libre de defectos, nadie es suficiente ni completamente
sabio por sí mismo.
Pero es apropiado que suframos juntos, nos
consolemos y nos ayudemos mutuamente con instrucciones y advertencias.
La cantidad de virtud que cada persona posee
se manifiesta mejor en la adversidad. Porque las caídas no hacen a una persona
débil, sino que revelan lo que es.
Nos ofendemos fácilmente por los defectos de
los demás y no nos esforzamos por corregir los nuestros. Queremos que los demás
sean castigados severamente y no queremos ser reprendidos.
¡Qué poco amamos al prójimo como a nosotros
mismos!”
Pensamientos
para cada día del año. Tomado del “Breviario de la Confianza” Monseñor Brandão,
Ascânio. Año 1936.
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