I.
Si padeces alguna enfermedad, recuerda
que Dios te la envía para ejercitar tu paciencia; convierte en mérito el sufrir con resignación lo que no puedes evitar,
hagas lo que hagas. Tus murmuraciones, tus impaciencias, no harán sino irritar
tu mal y volverte desagradable a los demás y a ti mismo. ¿Cómo te conduces en
tus enfermedades?
II. Sufre
por amor a Jesucristo los dolores que te envía; son los dones y presentes que
hace a sus amigos. Ofrécele todo lo que sufres; dile: “Señor, aumenta mi dolor,
pero aumenta mi paciencia”. Piensa en lo que han sufrido los santos por Jesús;
piensa en lo que Jesús ha sufrido por ti; pon tus ojos en su cruz, muy liviana
te parecerá la tuya, y dirás: ¿Qué son estos sufrimientos en comparación de los
de mi Dios?
III. Piensa
en los suplicios del infierno que has merecido por tus faltas; este pensamiento
te hará encontrar agradables tus dolores y te impedirá recaer en tus pecados.
¡Dios mío, soportaré tormentos mucho más crueles, si me prolongáis la vida para
darme tiempo de hacer penitencia! Si no puedo soportar sin gemir un dolor tan
breve, acompañado de todo el alivio posible, ¿cómo podría aguantar las penas
del infierno? Los dolores sin fin de la otra vida
pueden ser redimidos en ésta (San Euquerio).
La
devoción a los Santos.
Orad
por los enfermos.
Gracias Señor por tus palabras de fortaleza y ayuda para mi espiritu que esta contristado llevando esta pequeña Cruz al lado de lo que sufrio el Señor Jesus. GRACIAS.
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