I. Es preciso rezar a Dios varias
veces durante el día, pero sobre todo por la mañana al levantarse, y por la
noche antes de acostarse. Asimismo sería menester rezar a
Dios en todos los momentos del día, porque a cada momento recibimos beneficios
del cielo. ¡Encontramos tantas
coyunturas para hablar a los hombres, y no las hallamos para hablar a Dios!
¿Cuántas veces por día rezas a Dios?
Examínate, humíllate, determina el tiempo que quieres consagrar a la oración, y
sé fiel a la resolución que hayas adoptado.
II. Dices que tienes muchas ocupaciones que
te impiden dedicarte a orar como quisieras; te respondo con San Gregorio: “Cuanto más agobiado estés de trabajo, más
debes orar, porque tienes necesidad del auxilio del cielo para hacerlo bien y
para no pecar en las ocasiones en que te encontrares. Consulta a Dios en todas
tus empresas; pídele sus luces y sus auxilios, y tendrás éxito”.
III. Si te falta tiempo para tus ejercicios
de piedad, sigue el consejo de
Jesucristo: Vigilad y orad.
Quítale una media hora a tu sueño, no te molestará; tantos lo hacen, y cumplen
con sus deberes de estado tanto o mejor que tú. Con tanta frecuencia trasnochas
para divertirte, o para ocuparte de tus negocios; quita algo a esas ocupaciones
que te amargan la vida y que no te dejan tiempo para pensar en Dios. Desecha todo lo que te hace la vida
presente corta para el trabajo y larga para el dolor (San Euquerio).
La
oración.
Orad
por el acrecentamiento de la devoción.
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