Decimos
frecuentemente que no somos nada, que somos la miseria y la basura del mundo; pero acaso nos
sentiríamos contrariados si alguien nos tomase la palabra y nos considerara
públicamente como decimos que somos. Por
el contrario, hacemos ademán de retirarnos y de ocultarnos, mas es para que se
vaya detrás de nosotros y se nos busque; aparentamos desear ser los últimos y
sentarnos en el lugar postrero de la mesa, más para que se nos honre
haciéndonos ocupar el primero. La verdadera humildad no adopta aire de tal, ni
dice palabras humildes, porque no sólo desea ocultar las demás virtudes, sino
también, y principalmente, busca el ocultarse a sí misma.
“Introducción
a la vida devota”
Muy cierto...y ser humilde equivale a vivir conforme la Santa Palabra de Dios...oscuros al mundo y luz en tinieblas...
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