SAN FRANCISCO DE SALES
III
1. Las
enfermedades del corazón, como las del cuerpo, vienen por la posta y se van a
pie.
— “San Pablo, en un solo momento,
fué purificado, como asimismo Santa Catalina de Génova, Santa Pelagia y algunas
otras; pero esta suerte de purificación es totalmente milagrosa y extraordinaria
en la gracia, como la resurrección de los muertos en la naturaleza; por eso no
debemos pretenderla. La purificación ordinaria, sea de los cuerpos, sea de los
espíritus, no se hace sino poco a poco, gradualmente, de avance en avance, con
trabajo y tiempo. Los ángeles tienen alas sobre la escala de Jacob; pero no vuelan, sin embargo, sino que suben y
bajan con orden, peldaño por peldaño. El alma que sube del pecado a la devoción
es comparable al alba, que al elevarse disipa las tinieblas en un instante, pero
poco a poco. La curación que se hace tan hermosamente es siempre más segura. Las enfermedades del corazón, como las del
cuerpo, vienen a caballo o por la posta, pero se van a pie y poco a poco. Introducción
a la Vida devota, 1° parte, capítulo V.”
“Hay, pues, que tener paciencia y no pensar
curar en un día tantos hábitos malos como hemos adquirido por el poco cuidado que
hemos tenido de nuestra salud espiritual.”
Y el buen Santo no cesaba de decir, como
conclusión, “que aunque sobrevengan muchas
flaquezas a causa de vuestras enfermedades espirituales, no hay que asombrarse
de ello”.
2. Para afirmarse en Dios sin tropezar, son
necesarias dos cosas. —Por otra parte, no
concedía a ninguna alma, por adelantada que estuviese en la perfección, el
derecho de extrañarse después de una caída, y a sus más fervientes religiosas dirigía
las advertencias siguientes: “¿Es tan gran maravilla vernos tropezar alguna
vez?”
“La
fiesta de la Purificación no tiene octava. Es necesario que tomemos dos resoluciones
iguales; una, ver crecer las malas hierbas en nuestro jardín; otra, tener el
valor de verlas arrancar y de arrancarlas nosotros mismos; pues no morirá
nuestro amor propio mientras vivamos, y de éste nacen esas impertinentes
miserias.”
“Vi
el llanto de mi pobre hermana N; y me parece que todas nuestras niñerías no
proceden de otro defecto que de éste: que olvidamos la máxima de los Santos, que
nos han advertido que todos los días debemos entender que comenzamos nuestro progreso
en la perfección; pues si pensásemos bien en esto, no nos asombraríamos de
hallar en nosotros miserias tantas que cercenar” Cartas a Santa
Juana Francisca Fremiot de Chanta, 332.
.
“Preguntáis cómo
haríais para afirmar de tal modo vuestro espíritu en Dios, que nada le pueda
desasir ni apartar de Él. Dos cosas son necesarias para esto: morir y salvarse,
pues después de esto no habrá jamás separación y vuestro espíritu estará indisolublemente
adherido y unido a su Dios”.
EL
ARTE DE APROVECHAR NUESTRAS FALTAS. SEGÚN SAN FRANCISCO DE SALES. POR EL M. R.
P. JOSÉ TISSOT. OBRA DEL SIGLO XIX.
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