lunes, 2 de octubre de 2017

CONFESIONES DIABÓLICAS – Por Monseñor Cristiani.






   Pero lo que asombra, lo que hasta entonces no se había visto sino muy raramente, son los testimonios del mismo demonio sobre la misión que ha recibido y la cual tiene que cumplir de buena o mala gana.

   No es una vez al pasar, sino diez veces por día que vuelve sobre el tema y que lo proclama: “¡Me veo forzado a alabarte, oh, Maestro Soberano!” exclama—. ¡Las criaturas están obligadas a reconocerte y reconocer tu poder, tu bondad y también tu justicia terrible! “Soy yo, Isacaron, príncipe de los demonios impuros, que está obligado por orden de Aquel que es todo, a hacer escribir cantidad de cosas.”

   “Estoy obligado a decir cosas que parecen asombrar a los hombres más sabios: las digo para gloria del Todopoderoso, para vergüenza y confusión del Infierno.”

   “La voluntad de Aquel delante del cual todo se doblega en el Cielo es que yo, el diablo Isacaron que poseo el cuerpo de Antoine Gay, hable por su boca, actúe por sus miembros y haga muecas horribles, lance gritos espantosos, yo, que me veo forzado por Dios a dar todos los días pruebas de la posesión de este hombre.”

“¡Oh, sublime Maestro! ¡Cuánto me haces sufrir! ¡Me obligas a demoler mis fuertes, mis bastiones! Que sea maldito el momento en que yo entré en este cuerpo. Nunca hubiese creído verme forzado a trabajar para gloria del Altísimo y trabajar en la conversión de las almas."
   Existen muchas pruebas de que Isacaron deseaba que lo relevaran de su tarea, que hubiera querido el exorcismo para poder partir ¡que sentía que no lo hicieran! (…)

   (…) Pero, cuando se esperan escenas de ira, he ahí que se produce un nuevo cambio. Los ojos se llenan de lágrimas. La voz del demonio se suaviza. La misma boca que profería injurias comienza una predicación y se le oyen decir propósitos como los siguientes:

   “El malo no es feliz. Si se está lleno de sí mismo, se está lleno del espíritu del demonio. ¡Es por lo sentidos que perdemos al hombre!”

   “Dios se sirve de los hombres para probarlos. Si están afligidos reciban esto como una gracia. ¡La cruz es preferible a todo! ¡Dios la ha llevado para la salvación de los hombres y la hace llevar a los que ama!”

   “El mundo cree que la humildad es debilidad e incapacidad; ¡y yo les digo que la humildad es poder y grandeza!”

   “Si ustedes conocieran la desgracia de los reprobados serían todos santos. No hay idioma para expresar los tormentos de los condenados; no hay espíritu humano capaz de comprenderlos.”

   “¡El que ama a los hombres más que a Dios no será de ningún modo amado de Dios!”

   “Dios permite los reveses por el bien espiritual de los hombres, a fin de hacerlos entrar en sí mismos y que vuelvan a Él.”

   “¡No olviden jamás que las cruces son preferibles a los honores!”

   “Es preciso comprender que la vida es corta y que se deben soportar las penas con espíritu de penitencia como provenientes de Dios.”

   “No se puede amar a Dios sin amar a su prójimo. ¡Felices los que saben abandonar todo por Dios!”

   “¡Ah! ¡Si los hombres pudieran ver la belleza de un hombre en estado de gracia!”

   “La felicidad no está aquí abajo; ¡el que posee a Dios posee todo!”

   “El rico debe ser el ecónomo del pobre. Dios le ha puesto la riqueza en la mano para ayudar a sus semejantes: ¡es el hombre de negocios de Dios!”

   “El rico debe despreciarse a sí mismo y seguir las lecciones del Salvador cuando dice: <<Es más difícil para un rico salvarse que para un camello pasar por el ojo de una aguja>>”

   Pero lo más extraño era que Isacaron no había terminado de pronunciar todas estas sentencias edificantes, cuando se enfurecía y empezaba a blasfemar contra Dios, a injuriar a las criaturas, ¡a injuriarse a sí mismo!

   “¡Desdichados los orgullosos! —exclamaba—. ¡Desdichado yo, Isacaron! ¡Es el orgullo, la ingratitud y la desobediencia lo que han hecho de mí un ángel rebelde y reprobado!”


“PRESENCIA DE SATÁN EN EL MUNDO MODERNO”




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