Dice
este Maximiliano, enemigo de la masonería y demás sectas: “¿Cómo es posible que nuestros enemigos tanto se muevan hasta
prevalecer, mientras nosotros nos quedamos de brazos cruzados, quizás rezando
un poco, sin movilizarnos a la acción? ¿La protección del cielo y de la Virgen
Inmaculada no son armas mucho más poderosas? La “Sin-mancha”, vencedora y
derrocadora de todas las herejías, no cederá campo al enemigo que alza la
cerviz. Si Ella hallare siervos fieles, dóciles a su comando, reportará nuevas
victorias, mucho mayores que las que se puede imaginar.
Sin duda, la Virgen no tiene necesidad de
nosotros; sin embargo se digna servirse de nosotros para damos el mérito y para
hacer más estupenda la victoria con personas pobres y con medios inadecuados...
Hemos de ponernos en sus manos cual
instrumentos dóciles, trabajando con todos los medios lícitos, utilizando la
palabra, la difusión de la prensa mariana y de la Medalla Milagrosa, afianzando
la acción con la oración y el buen ejemplo”.
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