viernes, 24 de octubre de 2025

LA FUENTE DEL BIEN.

   


   — Admírome y hágome siete cruces al ver lo majaderos que somos los hombres; lo ciego que estamos; lo a oscuras que vivimos. Todo se nos va en ir de acá para allá buscando remedio a nuestros males, cuando lo tenemos tan cerca.

    — ¿Dónde?

   — En el Corazón de Jesús.

   — Siempre echa Ud. por el mismo camino

   — Porque no hallo otro mejor para llegar al fin.

   — Bien, hombre; pero convengamos en que el pueblo tiene hoy ciertas necesidades que no se satisfacen con bendiciones, y ciertas miserias que no se curan con agua bendita.

   — Quien no se cura con agua bendita ni sin bendecir, son los cortos de vista, que por no ver nada, ni siquiera ven lo que les conviene.

   — ¿Y qué les conviene?

   —Volver a Jesucristo.

   — Hombre, bien, yo creo en Jesucristo: pero....

   — Dispense usted: usted no cree en Jesucristo; y si no dígame ¿qué quiere decir Jesús?

   — Salvador.

   — Y Salvador, ¿qué quiere decir?

   — El que salva.

   — Pues si el mundo necesita salvarse, y Jesús es el que salva, ¿cómo ha de salvarse fuera de Jesús?

   — Es que yo he oído decir que si los pueblos pasan mal, es porque les falta que comer; y si les falta que comer es porque están muy atrasados; y si están muy atrasados es porque no tienen libertad.

   — Dispense Ud., esa letanía se reza de otra manera: El pueblo está mal, porque no tiene pan: y no tiene pan, porque se lo han arrebatado los egoístas que no viven según la ley de Jesús.

   El pueblo está mal, porque no tiene luz, porque con sus perversas doctrinas le han llenado la cabeza de errores los que no creen en el Evangelio de Jesús.

   El pueblo está mal, porque se ha corrompido; y se ha corrompido, porque de su corrupción y de sus vicios han hecho artículo de comercio en el periódico, el teatro, el cine, la pintura, la novela, etc., los malvados que no conocen a Jesús.

   — Basta, amigo: voy viendo que siempre va Ud. a parar a lo mismo.

   — Sí, señor, a lo mismo; a Jesús, porque ahí está la fuente de todos los bienes y el remedio de todos los males.

   Nada; preciso es convencerse de aquella gran verdad del Evangelio en que tan pocos se fijan.

   ¿Cuál?

   — Que del corazón sale todo. Efectivamente, dadme un hombre muy rico y muy sabio, pero de mal corazón, y de ese habrá que huir como de la peste; porque su poder y saber lo harán más peligroso.

   Pues lo mismo sucede con las naciones.

   Dadme una nación muy fuerte y poderosa para todo, menos para dominar sus vicios, y antes que vivir en ella preferiría vivir entre salvajes.

   Lo dicho: del corazón sale todo. Si el corazon es bueno, de él salen bienes; si el corazón es malo, salen males. Por eso el Corazón sacratísimo de Jesús, modelo de corazones, ha sido y será siempre la fuente de la felicidad, porque es la fuente del bien.

   Vea Ud. si no, de donde nacen todos los bienes que recibe el pueblo.

   ¿Ha visto Ud. muchos incrédulos que abandonen las delicias de la vida para ir a servir a los enfermos en los hospitales, como lo hacen los que aman al Corazón de Jesús?

   ¿Ha visto Ud. muchos libre-pensadores que sacrifiquen su juventud, y que vestidos de un triste sayal se vayan a civilizar pueblos salvajes, a costa de su vida, como lo hacen los adoradores del Corazón de Jesús?

   ¿Ha visto Ud. muchas mujeres de mundo que sacrifiquen su belleza, se despojen de sus galas, para encerrarse en los asilos, escuelas, hospitales y manicomios, para cuidar enfermos asquerosos, mujeres perdidas, niños abandonados y locos furiosos, sin más retribución que un pedazo de pan ni más esperanzas que un hoyo en el cementerio, como lo hacen cada día las “Hermanas de la Caridad,” las “ Hermanitas de los Pobres?”...y tantas otras santas criaturas que dan su vida por los demás?

   No: eso sólo saben hacerlo los amigos del Corazón de Jesús.

   — Efectivamente, no dejo de conocer que los buenos cristianos son siempre los que se portan mejor con el prójimo.

   — Pues entonces, aplique Ud. el cuento. Si lo que en el mundo falta es virtud, y esa virtud sólo la inspira Cristo, ¿cómo encontrar fuera de Él la deseada felicidad?

 

Del Corazón de Cristo

Brota una fuente,

Que el agua de la vida

Lleva a torrentes;

Lejos de ella,

Nunca hallarán los hombres

Más que miserias.

 

ADOLFO CLAVARANA

 

Revista “EL IDEAL”.

Guatemala – 1917.

 

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