lunes, 24 de junio de 2019

LA CARIDAD HACIA LAS ALMAS DEL PURGATORIO y la Comunión de los Santos – Por el P. REGINALDO GARRIGOU-LAGRANGE, O. P.





¿CÓMO EJERCITAR ESTA CARIDAD?


   Mediante los sufragios, esto es, mediante nuestros méritos de conveniencia, nuestras oraciones, nuestras obras satisfactorias, nuestras limosnas, lucrando indulgencias y, sobre todo, mediante el Santo Sacrificio de la Misa, ofrecido por el descanso de esas almas.

   La misma Iglesia nos da el ejemplo, porque en todas las Misas nos hace orar por ellas en el Memento de los difuntos, y abriendo ampliamente para ellas el tesoro de los méritos de Cristo y de los Santos con las indulgencias que les son aplicables.

   “Las indulgencias—dice Santo Tomás— aprovechan principalmente a aquel que hace una buena obra a la que está aplicada una indulgencia; pero ayuda también, secundariamente, a aquellos por los cuales se hace esa buena obra; y nada impide a la Iglesia aplicarlas a las almas del Purgatorio.”

   El Santo Doctor se pregunta: “Los sufragios ofrecidos por un difunto ¿son más provechosos para él que para los demás difuntos?” Y responde: “A causa de la intención son más ventajosos, tocante a la remisión de la pena, para el difunto por quien se ofrecen, pero a causa de la caridad, que no debe excluir ninguno, son más ventajosos para otros difuntos que tienen una mayor caridad y les proporcionan sobre todo un mayor consuelo. Estos reciben más porque están mejor dispuestos. Se distingue, por lo tanto, el fruto especial de la Misa para la persona a quien la Misa es especialmente aplicada, y el fruto general, en el que participan todos los fieles difuntos, y que no es ciertamente mermado, por muy grande que sea el número de los que participan de él.”

   También se pregunta Santo Tomás: “Los sufragios ofrecidos por varios difuntos a la vez, ¿les son tan provechosos como si fuesen ofrecidos por uno solo? Por ejemplo, ¿si una Misa es dicha por veinte o treinta o por muchísimos más?” Y contesta: “A causa de la caridad que los inspira, estos sufragios son tan provechosos para muchos como si fuesen ofrecidos por uno solo, porque la caridad no es mermada por esta subdivisión, y así, una sola Misa alivia lo mismo a diez mil almas que a una sola. Pero estos sufragios, como satisfacción (y remisión de la pena), que nosotros tenemos intención de aplicar a los difuntos, son más provechosos para aquel para quien son singularmente ofrecidos.”


   Tal es, al menos, el pensamiento de Santo Tomás, joven, cuando escribió el Comentario sobre la IX de las Sentencias (d. 45, q. 2, a. 2 y 4).

   Pero hacia el fin de su vida, al componer su Summa (III, q. 79, a. 5), escribe así respecto al sacrificio de la Misa: “Aun cuando la oblación de este sacrificio, por su propio valor, baste para satisfacer por toda la pena, sin embargo, es satisfactoria para aquellos por los cuales es ofrecida y para los que la ofrecen según la medida de su devoción, y no para toda la pena.” Esa medida de devoción depende, para las almas del Purgatorio, de las disposiciones que han tenido en el momento de la muerte.

   Aquí, Santo Tomás no señala otro límite al efecto satisfactorio de la Misa que el límite de la devoción de los que la ofrecen y de aquellos por quienes es ofrecida. Y es generalmente admitido que una sola Misa parroquial ofrecida el domingo por todos los fieles, aun cuando numerosos, de una parroquia, es tan provechosa para cada uno, según su devoción, como si estos fieles fuesen poco numerosos en una pequeña parroquia.

   Entre los grandes comentaristas de Santo Tomás (sobre la III, q. 79, a. 5), Cayetano, Juan de Santo Tomás, Gonet, los carmelitanos de Salamanca, insisten sobre el valor infinito de la Misa, por razón de la Víctima inmolada y del sacerdote principal oferente, y sostienen que una sola Misa ofrecida por muchas personas puede ser tan provechosa para cada una de ellas (según la medida de su devoción) como si hubiese sido ofrecida por ella sola, al modo como el sol alumbra, en una plaza, lo mismo a diez mil personas que a una sola.

   Lo mismo puede decirse, en proporción, para las almas del Purgatorio. El efecto de una causa universal sólo se ve limitado por la capacidad de los sujetos que reciben su influencia. Así, una de las tres Misas que se celebran el día de difuntos, dicha por todos los difuntos a la vez, puede ser muy provechosa para las almas del Purgatorio abandonadas, para quienes nadie encarga celebrar una Misa especial, ya porque estén olvidadas, ya porque sus parientes son muy pobres.


“LA VIDA ETERNA Y LA PROFUNDIDAD DEL ALMA”

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