Compuso
el Padre el primero de los retiros cuando era todavía Marista, para las
Doncellas de la Orden Tercera de María, y se echa de ver ya en dicho Retiro un
grande amor a la Eucaristía; pero la Santísima Virgen María, sus virtudes y su
espíritu son el tema en que se inspira y la norma para la santificación del
alma durante esos días de recogimiento. (Lo ideal es que el retiro se lo haga
ante Jesús sacramentado)
REGLAMENTO
PARA EL RETIRO
Con objeto de evitar a las personas que
quieran hacer estos ejercicios, la molestia de formarse un reglamento,
reproducimos aquí los rasgos principales de la Vida propia de los días de
retiro, trazados por el mismo P. Eymard.
Señalar una hora fija para levantarse. — Hacer por
la mañana, antes del mediodía, dos meditaciones de tres cuartos de hora al
menos cada una. — Antes de la comida, examen particular.
De tarde.
— Rosario, y después de él media hora de
lectura espiritual, la tercera meditación y el Vía Crucis.
El espíritu que ha de animar la vida exterior sea: silencio,
soledad, modestia.
En cuanto al interior: paciencia,
paz, oración.
COMIENZO DEL RETIRO
ADVERTENCIAS
Recitarás
el Veni Creator y la Letanía de la “Virgen Santísima.
Te
pondrás bajo el amparo del glorioso San José y del Santo Ángel de tu guarda.
MEDITACIÓN PREPARATORIA
Tengo mucha necesidad de estos ejercicios. ¡Ya tanto
tiempo que no los he hecho!
Los
necesito para reparar lo pasado, para santificar el presente, para prepararme a
la eternidad...
1.
Necesito un buen retiro respecto a lo
pasad: a fin de hacer penitencia, y a fin de purificar mi conciencia para
no tener inquietudes a la hora de la muerte.
2. Por lo que mira al presente: a fin de conocer los obstáculos que se
oponen a mi adelantamiento espiritual, a la vida de Jesús en mí; —a fin, principalmente, de conocer los
designios de gracia y amor que Dios forma para conmigo, — el camino
especial por donde quiere conducirme hacia sí.
3.
Tocante al porvenir: a fin de
prepararme a los sacrificios, al padecimiento, a la muerte; — a fin de ponerme en manos de la voluntad
de Dios por todos los medios que Él me muestre de emplearme en su santo
servicio, de procurar su gloria en mí y en el prójimo.
Fruto:
1° Expresar mi gratitud a
Dios por esta gracia tan preciosa del retiro: gracia que incluye todas las
demás; — gracia que puede por sí sola
facilitarme la satisfacción entera y plena por lo pasado, y ponerme para siempre
en el estado de perfección a que Nuestro Señor me llama; — gracia que me
dispondrá a recibir, y me la dará también, otra; es a saber: la gracia soberana
de la perseverancia final... ¡Cuán bueno
es Dios!
2° Hacer este retiro con
alegría, como preparación a las bodas celestiales, a mi unión íntima con Jesucristo,
divino Esposo de mi alma; y esto por siempre y para siempre.
3° Venir con una buena
voluntad dispuesta a sufrirlo todo y a cumplir cuanto Dios se dignare mostrarme.
4° Me aplicaré por lo
tanto, ante todo, a cumplir bien el reglamento para el retiro.
DÍA PRIMERO
ADVERTENCIAS
1.
Evita el cansar la cabeza por excesivo empeño en las reflexiones. —Procura más bien ver la verdad que investigarla;
saborearla más bien que discutirla.
2. Evita la violencia en
los actos de la voluntad. — Procura más
bien mover el corazón por actos de humildad y santa compunción.
3. Recógete suavemente en
Dios, por actos de jaculatorias mentales y vocales. —No esfuerces ni fatigues la imaginación para representarte a Dios o sus
misterios, a no ser que estas representaciones se formen naturalmente.
4. Hay que estar dispuestos a las pruebas de distracciones,
sequedades, entorpecimientos, y soportarlas como una penitencia,
santificándolas por la humildad y la consideración de la voluntad de Dios que
quiere ser glorificado en nuestra flaqueza.
5. Tomarás después de
cada meditación algunos apuntes de los sentimientos que te han conmovido, las
pruebas que te han asaltado, los medios que has empleado y la resolución que
has tomado.
6. Evita cuidadosamente
las visitas innecesarias, asi como también las ocupaciones que puedan disipar
demasiado el espíritu o absorberlo.
Guardarás silencio y observarás gran modestia,
como que te hállas en presencia de Dios y en su santuario.
PRIMERA MEDITACIÓN
Bondad de Dios en mi creación.
A.
Crearme Dios, obra fué de su amor, —y de
su amor eterno...
B. La bondad enteramente paternal de la Providencia me ha conservado
en medio de mil peligros, —me ha puesto en las mejores condiciones de
salvación.
Fruto Primero:
1° Da gracias a Dios de
haberte dado un entendimiento para conocerle,—un corazón para amarle, —una libertad para elegirle,— y una
voluntad para obedecerle.
2° Pídele perdón por haber abusado de facultades tan
excelentes.
3° Conságraselas
nuevamente.
Fruto
segundo:
1° Recuerda los peligros
que has corrido en tu niñez, en tu juventud —hasta hoy. — ¡Cuantos prodigios de preservación!...
2° La vida es una gracia,
— la simiente de la gloria, — la
glorificación libre de Dios. — ¡Qué de
gracias no debo a Dios por tantos hermosos años que me ha concedido!...
3° La Providencia divina
me ha dado excelentes padres, —buena
educación, — una posición la más favorable para salvarme. — ¿Qué retribuiré al Señor por tantos
beneficios?...
Me debo, pues, por completo a Dios, mi
Criador; — debo amarle como a mi soberano Bienhechor; — debo consagrarle enteramente
estos cuantos años, estos cuantos días que su divina bondad me deja para
ultimar mi corona de justicia y para tributarle la gloria que se propuso
recibir al crearme.
SEGUNDA MEDITACIÓN
Bondad de Dios en mi santificación.
Dios me ha amado más que a otras mil y mil criaturas...
1.
Me ha predestinado gratuitamente desde toda la eternidad a la gracia de la fe y
a la gloria del cielo...
2. Me ha privilegiado sobre
gran número de criaturas; — dándome
padres cristianos y educación piadosa, preservándome de los escándalos del
espíritu mundano; — y además mi sexo, mi posición libre, el estado de
virginidad, las ventajas de la vida religiosa, los auxilios espirituales: ¡cuántos favores en mi vocación a la fe!
Fruto tercero:
1° Amor con amor se paga,
debo, pues, amar a un Dios que me ha
amado desde toda la eternidad. Soy eterna en su amor: ¿le he amado yo siempre en el tiempo?
2° Beneficios recibidos,
piden ser agradecidos. Un beneficio permanente requiere un reconocimiento habitual.
— ¡Ah! No, no podré jamás comprender
toda la bondad de Dios para conmigo: menester sería para ello comprender su
amor infinito.
3°
¿Por qué ha sido Dios tan bueno para conmigo? — Para obligarme a amarle y a
servirle sobre, todas las cosas, — a servirle por un amor soberano, — a
servirle con todas mis fuerzas.
No viviré, pues, sino para Dios, mi
Salvador: — Jesucristo será el Dios de
mi pensamiento, de mis amores, de mis placeres y de mis esperanzas.
TERCERA MEDITACIÓN
Bondad de Dios en mi predestinación a la gloria.
1. Dios no me ha criado sino para el cielo, —para hacerme partícipe de su felicidad
perfecta, — de su gloria eterna.
2. Para hacerme digna del cielo, sólo me pide Dios
que le ame de todo corazón, — siempre y
sobre todas las cosas; — que le sirva por Jesucristo y con Jesucristo, su
divino Hijo, dulce Salvador mío.
3. Para ganar el cielo tengo sólo el tiempo de esta
vida, —vida que puede terminar a cada
momento.
Fruto:
1° El cielo: he ahí mi
familia, mi patria donde reina mi Padre. —Debo,
pues, considerarme en la tierra tan sólo como una extranjera, una desterrada, una
viajera.
2° Dar gracias a Dios, porque me da el cielo en recompensa
de un servicio y de un amor que ya, sin derecho alguno a recompensa, se le
deben por tantos títulos.
3° ¡Cuántos
Santos a mi edad se han elevado a lo más alto de los cielos, mientras que yo
apenas si he comenzado a labrar mi corona! —Comenzaré hoy, Dios mío.
DIRECTORIO DEL PRIMER DÍA
Examen particular acerca de mis ejercicios de piedad.
1. ¿Los guardo con fidelidad siempre? — ¿y especialmente
en los momentos de pruebas espirituales, penas y tentaciones?
2. ¿Soy exacta en cumplirlos al tiempo señalado y de la manera prescrita?
3. ¿Cuáles
son aquellos en que encuentro gusto o antipatía?
4. ¿Me
propongo un fin especial en mis ejercicios de piedad.
Lectura espiritual: Imitación de Cristo, Libro I, capítulos
I, III, XVIII y XIX.
VIA CRUCIS.
Meditarás en cada estación acerca del amor de Jesucristo en los sendos padecimientos que por nosotros sufre.
Limítate al solo pensamiento del amor de
Nuestro Señor Jesucristo. Por ejemplo: Primera estación.
Jesús es sentenciado a muerte. — Considerar que él se ha sentenciado el
primero y se ha ofrecido libremente a la muerte; –– que ha deseado y anhelado
este momento: y esto por probarme su amor, por darme la vida con su muerte, y
por hacerme amable la muerte, etc.
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