I. El primer efecto de la caridad de nuestro
santo fue consagrar todos los bienes al alivio de los desventurados; por ahí
debes comenzar a imitarlo. ¿Qué has hecho hasta ahora para aliviar a tu prójimo
en sus necesidades? ¿Qué puedes hacer? Por lo menos ruega a Dios por él, si no
puedes hacer más. Sufre con paciencia las imperfecciones de los demás.
II. El segundo efecto de su caridad fue
obligarse, con voto, a sacrificar su libertad, si era necesario, para el
rescate de los cautivos. ¿Cómo comprometerías tu libertad por el prójimo, tú,
que le rehúsas una moneda? Sin embargo, por ti ha pagado Jesús y quiere que le
pagues lo que le debes, en la persona del prójimo. Visita a los encarcelados,
consuela a los afligidos y cuídate de no afligir a nadie con tus palabras o tu
mal humor. Esa persona a quien menosprecias es más cara a Jesús que el mundo
entero.
III. El propósito principal de este ilustre
fundador fue arrancar de la perdición eterna las almas de los cristianos a
quienes el tedio de una prolongada cautividad invita a renegar de la fe; así
quería, al mismo tiempo, salvar el cuerpo y el alma de esos desventurados. La
mejor caridad que puedes hacer a tu prójimo es contribuir a la salvación de su
alma; no pierdas ocasión alguna de hacerlo, todas son preciosas.
La
caridad para con el prójimo.
Orad
por los pobres cautivos.
ORACIÓN.
Oh Dios, que enseñasteis a San Pedro Nolasco
a imitar vuestra caridad, inspirándole fundara en vuestra Iglesia una nueva
familia para el rescate de los cautivos, concedednos por su intercesión que,
libres de la servidumbre del pecado, gocemos en el cielo de libertad perpetua. Por J. C. N. S.
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