Soñé que estaba en una gran sala donde
muchos diablos celebraban un congreso para encontrar los medios con los cuales
lograr acabar y destruir a la comunidad salesiana (y a cualquiera otra asociación religiosa).
Un diablo propuso: – Para destruir esta asociación
religiosa lo mejor será la GULA. Ella trae desgano para hacer el bien,
corrupción de costumbres, malos ejemplos, falta de espíritu de sacrificio,
descuido de los deberes del apostolado…
Pero otro diablo
respondió: – Este medio no sirve para la mayoría, porque la
comida de los religiosos es bastante sobria y las bebidas alcohólicas son
escasas entre ellos. Sus reglamentos mandan que la alimentación sea ordinaria y
los superiores vigilan para que no haya exceso en esto. Y el que se excede en
el comer y en el beber no sólo produce escándalo entre los demás sino que se
atrae el desprecio de los otros. Yo propongo
más bien, como medio para acabar con la congregación el inspirarles UN GRAN AMOR POR LAS RIQUEZAS.
Y añadió: –
Es que cuando en una asociación religiosa entra el amor a las riquezas, llega
también el amor por las comodidades, y el deseo de tener cada uno su propio
dinero para gastarlo en lo que se le antoje, y los religiosos empiezan ya a no
pensar con caridad en los demás, sino con egoísmo, cada uno en sí mismo. Y el amor al
dinero lleva a los religiosos a dedicarse a los ricos que pueden pagar altas
cuotas, y se van olvidando de los pobres.
Aquel demonio quería continuar hablando pero le
interrumpió un tercero que dijo: – ¡Qué gula, ni qué amor a las
riquezas! Estos religiosos son bastante pobres y bastante sobrios. Además se
dedican a atender gentes tan necesitadas, que cualquier cantidad de dinero que
les llegue, apenas sí les alcanzará para ayudar a tantos pobres que vienen a
pedir su ayuda. Yo en cambio propongo como medio para acabar con su comunidad
el incitarles a una EXAGERADA LIBERTAD. Convencerlos de que no es
necesario obedecer a los reglamentos de su Congregación. Que hay que rechazar
ciertas preocupaciones poco brillantes que se les encomiendan. Que hay que
producir movimientos contra sus superiores. Que se puede ir siempre a hacer visitas
sin pedir permiso a nadie. Que pueden aceptar toda clase de invitaciones y
aprovechar esas ocasiones para salir de casa… y otras cosas semejantes.
Entonces se adelantó un
cuarto demonio y exclamó: –
Esos medios que han propuesto resultan bastante inútiles, porque los superiores
pueden despedir a los rebeldes. Es verdad que algunos se dejarán deslumbrar por
el deseo de tener una exagerada libertad, pero ya verán que la mayor parte de
estos religiosos se mantendrán fieles al cumplimiento de su deber. Yo les
propongo un medio cuya peligrosidad estos hombres no serán capaces de descubrir
tan fácilmente. Consiste en CONVENCERLOS DE QUE LO MÁS IMPORTANTE ES LLEGAR A SER MUY
INSTRUIDOS, que su principal gloria será el lograr ser personas de
mucha ciencia. Y para eso hay que
convencerlos de que estudien mucho para adquirir fama, y no para lograr hacer
gran bien a las almas o para ser más Santos. Que se instruyan para provecho propio y no para provecho del prójimo
que necesita de su apostolado. Hay que llevarlos a que desprecien a los que no son muy
instruidos y que les interese la ciencia solamente, y no el ejercer el
ministerio sacerdotal y el apostolado que tiene que hacer un buen religioso. Que no les
guste enseñar catecismo a los niños, ni dar clases a los pobres, ni pasar largas horas en el confesionario. Que se dediquen solamente a predicaciones en las
cuales puedan lucir todo su orgullo y conseguir alabanzas de las personas
humanas, pero no a las sencillas predicaciones en las cuales ayuden en verdad a
la salvación de las almas.
Esta proposición fue recibida con grandes
aplausos por todos los diablos. Y yo me puse a pensar con tristeza que a
nuestra Congregación (y a muchas otras)
puede llegar al terrible peligro de que
algunos crean que lo verdaderamente importante es ser muy instruidos y adquirir
fama de brillantes ante los demás, y mientras tanto descuiden sus deberes de
sacerdotes y de religiosos, esos deberes sencillos y humildes de enseñar
catecismo, de confesar, de predicar de manera fácil al pueblo ignorante y de
dedicarse a labores de apostolado que no brillan ante los ojos humanos pero que
sí tienen un gran valor ante los ojos de Dios.
Y yo pensaba: ¡qué peligro tan grande el que nos puede venir: que los nuestros deseen
solamente la ciencia que hincha y enorgullece y que proporciona alabanzas de la
gente, y que esto los lleve a despreciar los buenos consejos de aquellos a los
cuales consideran inferiores a ellos en el saber! De pronto uno de los diablos me vio
escondido allá en un rincón escuchándoles y entonces todos ellos se lanzaron
contra mí tratando de destrozarme. Yo empecé a gritar: ¡Auxilio! ¡Auxilio! Y…
me desperté muy conmocionado y muy cansado.
“LOS
SUEÑOS DE SAN JUAN BOSCO”
Sueño 141
Espectacular sueño, para reflexionar y estar constantemente preparados espiritualmente ante las acechanzas del demonio.
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