Existe una diferencia infinita entre el
error y la verdad, porque la verdad lleva a la vida eterna y el error al
suplicio eterno. Existe igualmente una diferencia infinita entre el bien y el
mal. Por esa razón las pretensiones liberales no son más que delirios
criminales: Delirio criminal de un
estado neutro que da los mismos derechos al bien y al mal, al error y a la
verdad. Delirio de las criminales libertades de prensa, de religión, etc. que
están llevando la humanidad a su perdición. Delirio de los delirios la tan
mentada “no discriminación” que pretende rehabilitar con todos los
honores al error y al mal, o sea a Satanás, a sus pompas y a sus obras, es
decir: a todas las perversiones habidas y por haber, incluyendo
el horrendo crimen del aborto.
Contra tales locuras, debemos tener el culto
y el amor a la verdad, estudiarla, estudiar la doctrina eterna de la Iglesia,
propagarla, ser apóstoles, luchar contra el error bajo todas sus formas. Porque
la verdad es única e inmutable pero el error múltiple y siempre cambiante.
El
error reviste mil formas distintas, usadas por el demonio para engañar a los
pobres hijos de Eva y arrastrarlos consigo a las llamas del infierno.
La verdad es única, santa y hermosa.
La verdad no es difícil de encontrar porque
Dios hizo bien las cosas, nos dio la luz de la razón y nos iluminó con la luz
de la revelación. Quien busca la verdad la encuentra.
La verdad se ha encarnado y desde entonces
tiene un nombre que es el santo nombre de Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Por lo tanto: Amor a la verdad, amor a Jesús y María.
Guerra al error, ¡guerra
a Satanás!
FUENTE: Revista “Iesus Chistus” (septiembre –
octubre de 2006). FSSPX.
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