Cuando tu grito de auxilio no la oyen los
hombres por la dureza de su corazón, sólo queda recurrir a la oración confiada.
No sólo tu lengua puede proferir sonidos, también tu alma. Cuando se expresa,
es tan fuerte su grito que retumba en todo el Cielo.
¿Pero dónde va mi llamada? Te preguntarás.
Cuanto sale del corazón afligido de un hijo de María, este llega directo a su
Corazón Inmaculado. Ella no es sorda a los dolores, a los padecimientos, y al
peligro de sus hijos, cómo Madre siempre está atenta a sus necesidades.
Lo que no llega con palabras al corazón de
los hombres, llega al Corazón de María, con una mirada triste, con un sollozo,
con un pensamiento, de muchas formas. Pero sobre todo, con la oración que brota
de tu alma.
Sábes hijo mío, que para hablar con Jesús y
con María, no nos necesarias las palabras, acaso un persona privada de su voz,
es decir un mudo, ¿no puede dialogar con María? ¿No puede rezarle? ¿Nunca te
has puesto a pensar en ello?...Que el mundo no te escuche, no significa que no te
puedas comunicar con Dios.
El grito sordo de la oración, es muy
poderosa, pues en ella se encierra todo tu ser acongojado, todo penar, todo pesar,
todo aquello que no sólo no quieren oír los hombres, sino lo que Tú mismo no
puedes siquiera expresar. El llanto ahogado de una viuda es una oración, el
corazón oprimido de un pobre es una oración, el dolor de un padre con su hijo
enfermo es una oración. El llanto de un niño es una oración.
Cuando no puedes más, y caes de rodillas, y
tus abrazos lánguidos desfallecen a tus lados.
También es una oración, y siempre será oída, siempre, aunque ni tú mismo
lo creas así, pues no está en tu entendimiento, está en tu corazón, que en
muchos casos habla, más y mejor que mil palabras. Será talvez por eso, que dijo
Nuestro Señor, “no empleéis muchas palabras en la oración” Ya sé de ante mano
que necesitáis, y que lo necesitáis.
Por ello, cuando creas que nadie puede
oírte, mira al cielo, y reza con todo tu corazón, con todo tu entendimiento, tu
Madre no es sorda a tus lamentos, ella no te juzga, ni tus circunstancias, le
basta saber que sufres, y quiere consolarte y darte todo su amor… Si el dolor
ahogan tus palabras en la garganta, si no puede mirar porque tu vista está
nublada por el llanto, es cuando más serás oído, es el grito sordo de tu
oración, todo el Cielo se conmueve ante tu padecer, no temas hijo mío, ya está
en camino la consolación…
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