miércoles, 21 de septiembre de 2022

NOVENA EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL. DÍA PRIMERO.

 




Adaptación de la Novena compuesta en 1827 por el padre fray Miguel Antonio Escalante OH, capellán del convento de San Juan de Dios; aprobada por Mons. Fernando Caicedo y Florez, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, el 6 de Noviembre de 1827, y por Mons. Juan Manuel González Arbeláez, Arzobispo coadjutor de dicha sede, en Octubre de 1936.

 

 

NOVENA EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL, PRÍNCIPE DE TODA LA MILICIA CELESTIAL, PROTECTOR UNIVERSAL DE LA SANTA IGLESIA Y ABOGADO PODEROSÍSIMO PARA PRESENTAR LAS ALMAS FIELES ANTE EL DIVINO TRIBUNAL.

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

 

 

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno, miserable y delincuente pecador, postrado ante vuestra divina y adorable Presencia, y la de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo, y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que os he ofendido un sin número de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo a que estaría yo padeciendo, a no haber mediado vuestra infinita piedad y misericordia, que no ha permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperáis para que arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Vos mi Dios, al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es, Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndoos como os pido de todo mi corazón me perdonéis todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos me arrepiento, los detesto y aborrezco; y os doy palabra de no volver a ofenderos. Perdonadme, Señor, pues de verdad me pesa el haberos ofendido, y aquí me estaré, mi Dios, postrado ante vuestra divina Presencia, hasta que compadecido de mí os dignéis concederme por los méritos de la Pasión y muerte de vuestro divino Hijo mi Señor Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de vuestro Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con vuestra amistad y gracia, para serviros y amaros fielmente hasta el fin de mi vida. Amén.

  

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo, celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa y herejía, sustentáculo el más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevaréis en vuestras manos la Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios (Ofertorio, Misa de Difuntos), Ángel enviado de Dios para significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel, Rafael, y las otras cuatro lumbreras que con vos arden continuamente ante el trono de Dios; yo os suplico humildemente seáis nuestro intercesor para que vuestros devotos que os tributamos este humilde culto, consigamos por vuestra poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que os pedimos en esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

 





 

DÍA PRIMERO – 21 DE SEPTIEMBRE

 

 

Dios y supremo Señor de los Ángeles, a quienes tenéis encomendada la guarda de los hombres, yo os suplico humildemente por los méritos de tan elevadas inteligencias y los de vuestro Arcángel San Miguel, a quien siendo primer caudillo debemos todos los hijos de la fe Católica reconocer y venerar como el más benéfico mediador de los hombres, según lo testifica el Profeta Daniel, que dijo hablando con un ángel: «Ninguno me asiste en todas las cosas, sino Miguel vuestro Príncipe» (Daniel 10, 21). Os suplicamos, Señor, nos concedáis la particular protección de tan glorioso Arcángel, para que favoreciéndonos y protegiéndonos de todos los peligros de alma y cuerpo, nos alcancéis también lo que os pedimos en esta novena, a mayor gloria de Dios y santificación de nuestras almas. Amén.

 

 

—Aquí se rezan tres Padrenuestros y Avemarías en honor a San Miguel Arcángel.

 

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

 

 

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los Ángeles y de los hombres, a vuestros sagrados pies se postra también este tan abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco llegar a ver el rostro de vuestro divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el vuestro, ¡oh Emperatriz de los cielos y tierra! Acordaos que sois el refugio de los pecadores, la esperanza de los que en Vos confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer buena confesión de todos los pecados: haced, Señora, que tanto en mí como en mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de vuestro Hijo Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia os la pido, por los dolores de vuestro corazón, y por los merecimientos de vuestro fiel siervo el Príncipe San Miguel. También os suplicamos que miréis se conserve la paz entre todos los cristianos, para la exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera penitencia, que protejáis al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella os elogia diciendo «Regocíjate, Virgen María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero» (Oficio parvo de la Bienaventurada Virgen María), exterminadlas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitáis que ninguna de ellas, ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía vuestra y de todos los santos. Amén.

  

 

—Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los Católicos.

 

  

GOZOS EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

 

 

Pues lleváis la voz de Dios

Como el ministro más fiel,

Tu voz seguimos, Miguel,

Diciendo «¿Quién como Dios?».

 

Sois el Príncipe Miguel,

Que cual valiente adalid

Venciste en gloriosa lid

Al arrogante Luzbel:

Y pues triunfaste de él

Con sólo el nombre de Dios:

Tu voz seguimos, Miguel,

Diciendo «¿Quién como Dios?».

 

Sois el ministro más fiel,

Protector del Cristianismo,

Que os encargó el Altísimo

Que cuidaseis siempre de él:

Y del mundo y de Luzbel

Le defendéis con tu voz:

Tu voz seguimos, Miguel,

Diciendo «¿Quién como Dios?».

 

Sois celoso defensor,

De la Iglesia fiel custodio,

Defendiéndola del odio

Del demonio engañador,

Y pues todo ese valor

Debéis al nombre de Dios.

Tu voz seguimos, Miguel,

Diciendo «¿Quién como Dios?».

 

Sois especial enemigo

De todo error y herejía,

Pues ni de noche ni de día

Jamás podrá hallar abrigo,

Y pues Dios le vence contigo

Y vos con la voz de Dios.

Tu voz seguimos, Miguel,

Diciendo «¿Quién como Dios?».

 

Sois de la fe el oráculo,

La que nunca podrá caer,

Por más que haga Lucifer

Desde su último habitáculo;

Y pues es débil obstáculo

Para no seguir tu voz.

Tu voz seguimos, Miguel,

Diciendo «¿Quién como Dios?».

 

Sois abogado piadoso

De todas las almas fieles,

Proveyéndolas de bienes

Ante el Juez justo y celoso,

Y pues que sois tan poderoso

Como lo es también tu voz.

Tu voz seguimos, Miguel,

Diciendo «¿Quién como Dios?».

 

Sois el Ángel enviado

A Juan Evangelista, siervo de Dios,

Para darle vos, la Voz

De profeta que ha anunciado:

«Y pues bienaventurado

El que oye la voz de Dios».

Tu voz seguimos, Miguel,

Diciendo «¿Quién como Dios?».

 

Sois el Príncipe armado

Con las armas de la Cruz,

Armas de Cristo Jesús,

Con las que nos han signado,

Y con ellas siempre has triunfado

A honor y gloria de Dios.

Tu voz seguimos, Miguel,

Diciendo «¿Quién como Dios?».

 

Al fin que sois compañero

De las otras seis lumbreras

Que arden en sus esferas,

Y sois de ellas el primero,

Que del Dios verdadero

Es el trono que nos dais vos.

Tu voz seguimos, Miguel,

Diciendo «¿Quién como Dios?».

 

Pues lleváis la voz de Dios

Como el ministro más fiel,

Tu voz seguimos, Miguel,

Diciendo «¿Quién como Dios?».

   

 

Antífona: Príncipe gloriosísimo San Miguel Arcángel, acuérdate de nosotros, y aquí y en cualquier parte ruega por nosotros al Hijo de Dios.

 

. En presencia de los Ángeles te alabaré, Dios mío.

. Te adoraré en tu santo Templo, y confesaré tu santo Nombre.

   

 

ORACIÓN

 

¡Oh Dios!, que con admirable orden dispones los ministerios de los Ángeles y de los hombres, concédenos benigno que nos amparen en la tierra mientras vivimos aquellos que nunca cesan de servirte oficiosos en el Cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

 

PRECES ORDENADAS POR EL PAPA LEÓN XIII (300 días de Indulgencia)

 

 

¡Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza! Mira propicio al pueblo que a Ti clama; y por la intercesión de la gloriosa e inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, de San José, su esposo, y de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los Santos, escucha misericordioso y benigno las suplicas que te dirigimos pidiéndote la conversión de los pecadores, la exaltación y libertad de la Santa Madre Iglesia. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

  

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la pelea, y sé nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio. Reprímale Dios, como rendidamente te lo suplicamos, y tú, Príncipe de la milicia celestial, armado del poder divino, precipita al Infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos que para perdición de las almas andan dispersos por el mundo. Amén.

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 


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