viernes, 6 de diciembre de 2019

ENEMIGO DE LA FAMILIA “EL COMUNISMO”.





El comunismo tal vez es el proceso revolucionario que más directamente ha dañado a la familia ya que sus principios o máximas han sido condenados por la Iglesia Católica a través de sus representantes en la tierra.


Introducción.

   Antes que nada, me podrían decir: “pero qué importancia tiene este tema si ya el comunismo ha desaparecido en toda la anteriormente llamada: Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) y ha dejado de ser una corriente política para el mundo, desapareciendo también los partidos comunistas, en casi todos los países del orbe. Solamente en algunas naciones con gobierno comunista, fuera del “Soviet” Ruso, se ha mantenido este régimen de gobierno: China Nacionalista, Corea del Norte, Vietnam de Norte, Cuba, Venezuela y Nicaragua, asi como algunos otros países más pequeños, en  Asia y Africa. Pero ha disminuido claramente su penetrancia (su aplicación de la doctrina socialista a la sociedad. por parte de los directivos comunistas, en cada país). “También es conveniente señalar que la política extensionista ha desaparecido en todos estos gobiernos.”

   Así es que, a pesar de lo señalado anteriormente, este tema es muy importante pues fue un paso esencial en el proceso destructivo de la familia católica. El comunismo es tal vez el proceso revolucionario que más directamente ha dañado a la familia, ya que sus principios o máximas (el ateísmo de estado, la igualdad de clases sociales –todos igual de pobres– y la supresión de las libertades particulares –propiedad privada, libertad del culto católico y propiedades, como donde vivir o cuantos hijos tener–) han sido condenadas por la Iglesia Católica a través de sus representantes en la tierra. Tres Papas anteriores, han refutado cada una de estas máximas solas o en su conjunto. Estos tres Papas, en el siglo XIX y principios del XX, –Pío IX, León XIII y Pío XI han escrito sendas encíclicas al respecto (referencias 1, 2 y 3). 1 Pío IX. Encíclica Quanta cura, 8 de diciembre de 1864. 2 León Xlll. Encíclica Quod Apostolici Muneris 28 de diciembre de 1878. 3 Pío XI. Encíclica Cuadragésimo Anno 15 de mayo de 1931.

   Ellos condenan explícitamente al comunismo. Pío IX le llama falsa y perversa doctrina, doctrina pestilente (Quanta cura) y Pío XI dice: “Católico y socialista son términos antitéticos... nadie puede ser buen católico y verdadero socialista”.

   Recordemos aquella máxima de Marx en su libro “El capitalismo”; “la religión es el opio de los pueblos”. Y entenderemos por qué Pío XII consideraba al comunismo como “intrínsecamente perverso” *Pío XII. Alocución a la juventud italiana. Ciudad del Vaticano. 1953

El proceso destructivo en Europa y la expansión del comunismo.

   El comunismo encuentra sus raíces en los abusos del capitalismo. El mundo liberal y capitalista del siglo XIX destrozó la antigua cristiandad. El liberalismo desmanteló las estructuras históricas de la sociedad europea. Tomando como ejemplo lo que le sucedió al obrero de esa sociedad europea en la edad media podemos entender mejor lo que sucedió en el resto de las personas que integran una familia. Aquí les mostramos el proceso:

   –Los obreros perdieron todos sus derechos, salvo uno: el derecho de vender su trabajo al mejor postor. Con esto, el hombre perdió todo sentido de responsabilidad para con la sociedad dentro de la cual vivía. Si valía solamente en términos de la fuerza de sus brazos, él no era responsable por lo que pasaba dentro de un mundo que ya había dejado de ser suyo. El hombre se redujo a ser un trabajador para una sociedad dentro de la cual no figuraba ni como participante ni como miembro. Desarraigado de la comunidad, el hombre perdió su sentido de patria. No se sentía leal a aquello que no le era leal a él. Junto con la responsabilidad desapareció también la seguridad. El trabajador industrial servía hasta que su salud y sus fuerzas se debilitasen. Al ocurrir esto, dejaba de ser útil para la fábrica y sus dueños. Puesto que su sueldo solía ser lo mínimo que su patrón podía pagarle, generalmente el trabajador no podía ahorrar nada para los años de su vejez. Se apoderaba de las masas industrializadas un sentido angustioso de inseguridad. Sus antiguos gremios habían desaparecido con la aniquilación de una economía basada en la artesanía. Pues todavía no habían aparecido los sindicatos modernos, el trabajador sentíase totalmente aislado, solo, sin ningún remedio para la incertidumbre de su vida. Aunque el campo todavía retenía hasta cierto punto su antigua independencia, ésta se había perdido en la ciudad.

   Por lo tanto, la destrucción externa de la sociedad tradicional produjo una destrucción interior. Los antiguos valores, tanto los humanos como los espirituales, no habían perdido su verdad, pero sí habían perdido su eficacia.

   ¿Dónde estaban estos valores? En gran parte, la Iglesia no actuaba con bastante prisa para contrarrestar o corregir los cambios producidos por el nacimiento de la gran ciudad industrial. A menudo los obreros estaban sin parroquias y sin sacerdotes, sobre todo en Francia y en Alemania. La falta de justicia y de caridad dentro del torbellino industrial, hizo que la fe desapareciera poco a poco dentro de las conciencias de los desposeídos. Esto produjo un vacío espiritual en el corazón del siglo del materialismo. Ya hemos visto que los apóstoles del liberalismo pregonaban una filosofía cuyo primer principio era la búsqueda de la riqueza y cuyo único deber era el cumplimiento de la palabra sobre los contratos entre las empresas y los obreros. El mundo se marchitaba hasta resultar materialista y nada más materialista. La nueva prosperidad de la burguesía disfrazaba un abismo espiritual y se apoyaba en la injusticia y la pobreza de los demás. Europa se descompuso no solamente desde fuera, en las instituciones de la sociedad, sino también desde dentro del corazón, del alma humana.

   El comunismo trataba de llenar este vacío. Pero hay que recordar que el vacío liberal fue el que engendró el comunismo como hijo suyo. El comunismo es el producto más típico y más importante del liberalismo. El caos de la sociedad no tenía sentido en términos cristianos, a menos que lo tuviera en términos del pecado. Pero este caos sí tenía sentido, y resultó perfectamente racional, dentro del pensamiento comunista.

¿Y el comunismo cómo destruye a la familia?

   Comentamos antes que este enemigo de la familia es el que más directamente la ha dañado. Utilizando las siguientes estrategias se afectó en forma importante a las familias, desquiciándolas.

1.- EL ATEÍSMO DEL ESTADO

   En primer lugar es una estrategia directa del comunismo, la de convertir a las sociedades en ateas, o sea, el ataque directo contra Dios. Esto en sí mismo, es muy grave y es con mucho, la principal arma contra las familias. Una sociedad sin Dios es una sociedad muerta. Lo mismo le sucede a una familia. Aquellas que no tienen a Dios por centro, no son realmente familias. Esto es lo que intentó hacer la revolución bolchevique en Europa. Quitar a Dios de los individuos, de las familias y de la sociedad.

2.- DESAPARICIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA

   Si no hay propiedad privada, no hay posesión de bienes, no hay estímulos, no hay herencia. Esta disposición comunista va en contra de todo principio razonable y lógico. El Papa León XIII hace una apología preciosa en defensa de la propiedad privada en su encíclica Rerum Novaran. Leon XIII. Encíclica Rerum Novarum 15 mayo 1891.

   Comienza así:

   “Poseer privadamente las cosas como suyas es derecho que la naturaleza ha dado al hombre.... Así, la autoridad pública no puede abolirlo, sino tan sólo moderar su uso y atemperarlo al bien común.”

3.- LA SUPRESIÓN DE LAS LIBERTADES

   Los países bajo un régimen comunista se convirtieron en grandes cárceles de ciudadanos disconformes que querían huir de su país y aprovechaban los eventos internacionales, deportivos o sociales, para hacerlo.

   Los padres no podían decidir el número de hijos. El estado decide por todos: uno, dos o tres hijos por pareja y punto. En China tienen permitido sólo un hijo por pareja. Los ciudadanos no pueden tener religión, deben ser ateos.* ¿Pues que se creen los Estados comunistas para tomar tales atribuciones? Existen otras limitaciones importantes de la libertad que no están dadas directamente por el estado, sino por las condiciones económicas, como por ejemplo, la imposibilidad de tener un coche, de viajar, de estudiar en el extranjero. (Existen muchas excepciones a estas reglas, pero eso no las hace aplicables –las excepciones– a la mayoría de la población).

4.- LA INTROMISIÓN DEL ESTADO EN LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS.

   En materia educativa el grado de penetración o de aplicación de la estrategia revolucionaria fue muy variable en cada país y en diferentes periodos, en un mismo país.

   Hubo, desde quitarle los hijos a los padres al nacer, hasta intervenir solamente en los programas escolares. Pero la tendencia fue más interventora que pasiva y la política general que se plasmó fue la de que los hijos no reconocieran la autoridad paterna por sobre la del Estado. Nosotros bien sabemos que si no hay figura paterna no hay ejemplo, no hay correcciones y menos aún relación afectuosa entre padre e hijo o amor. El panorama de un país así educado es sombrío y desgarrador. Y así fueron educadas varias generaciones en cada país comunista, generaciones que hoy son adultos mayores, y tienen a su país en sus manos. Como decimos por acá en México: “Por eso estamos como estamos”.

5.- LA DESCONFIAZA GENERALIZADA

   La forma de actuar enérgica, eficaz y a rajatabla de la policía en la URSS y en otros países comunistas como China y Cuba ha sido ampliamente descrita. Ha sido una policía de Estado sin miramientos y que ha cumplido las órdenes de sus superiores. Ahí no ha habido problema, sino en la forma de indagar y acusar a un posible infractor contra el régimen. Los principales denunciantes de los rusos eran los propios camaradas o sus familiares, en un sistema de vigilancia muy efectivo, pero a costa de la intromisión de estos vigilantes en la vida privada de cada persona. Así se dio la desconfianza generalizada. Imagínense qué familia puede vivir sospechando todos de todos. La denuncia se convirtió en una forma de vida. El denunciante contumaz se hacía de algunas cosas materiales que le daba el Estado como premio por las denuncias. Eso lo hacía vivir privilegiado y entonces era atacado por otros camaradas encargados de la “igualdad”

   Esta desconfianza generalizada existía también entre los más altos puestos de las fábricas, industria, ejército y de los políticos o gobernantes, haciendo de la vida en estos países, un verdadero suplicio.

6. LA IGUALDAD DE CLASES

   Finalmente respecto a la igualdad, que para nosotros es tan obvio que corresponde a una utopía, a una falacia, también esta estrategia de la revolución es señalada como un grave error por León XIII en su encíclica: “Quod Apostolici Muneris del 28 de diciembre de 1878.... En este documento pontificio, el Papa León XIII señala: “Según las enseñanzas del Evangelio, la igualdad entre los hombres consiste en que todos sin excepción somos llamados a la dignidad altísima de ser hijos de Dios. Y por lo tanto todos debemos de ser juzgados por la misma ley. La desigualdad de derecho y de poder dimana, del mismo autor de la naturaleza” En la URSS se trató de cumplir estrictamente con el concepto de igualdad, y esto provocó una pobreza generalizada de todos los individuos no “élites” de esos, antaño, grandes países. Las clases alta y media, otrora existentes y pujantes, desaparecieron. Y quedó sólo una clase privilegiada, los dirigentes.

   En eso ha consistido la igualdad preconizada por ellos.

   “La Igualdad de la pobreza, viviendo en la pobreza.”

El final del comunismo

   Los hechos: como podrá vislumbrarse, los individuos de las sociedades comunistas no eran felices. Sufrían en serio por pobreza, incertidumbre y falta de estímulos (todos igual de amolados). En contraste, las juventudes comunistas estaban, a finales del siglo pasado, mucho menos corruptas o “degeneradas” que las correspondientes a los países del primer mundo. En Europa oriental, en todos los países que formaban la URSS. Todo esto los llevó a vivir en pocos meses un hecho inusitado. Con la mayor discreción y el menor tiempo posible, desapareció de tajo el comunismo en la URSS. Personajes como Lenin, Stalin y Trotski pasaron de ser de héroes nacionales a traidores a la patria y sus miles de figuras y monumentos en todo el país desaparecieron como por arte de magia. Todo este desmantelamiento del comunismo en esa zona lo llevó a cabo Mijaíl Gorbachov (secretario general del partido comunista de la URSS (1985-1991) y presidente del Soviet Supremo (1988-1990)) Él puso en marcha un programa de profundas reformas y cambios políticos, todo lo cual se le denominó “la Perestroika” y promovió una política de apertura total (Glasnost). En 6 años terminó su obra. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 1990 y fue olvidado rápidamente.

   Mi interpretación de estos hechos es la de que hubo un cambio de planes en las cúpulas más altas probablemente motivados por las dificultades de corromper a los jóvenes que viven en la pobreza. De todas formas debemos de tener en cuenta el papel trascendental que jugó el comunismo en la descristianización de Europa y en el ataque feroz que llevo a cabo en las familias de los países bajo el yugo marxista. Este ataque fue tanto así, que los más viejos recuerdan todavía con pánico en sus almas los tiempos en los que:

“REZAR ERA TRAICIÓN A LA PATRIA”

“TENER MÁS QUE LOS DEMÁS ERA TRAICIÓN A LOS COMPATRIOTAS”

“Y COMERSE UN PLATO DE ARROZ, SIN CONOCIMIENTO DE LA FAMILIA, ERA TRAICIONARLA”

 Por el Dr. Héctor Guiscafré. Tomado de la Revista “FAMILIA CATÓLICA” Ano 14 - N°27 - (Otoño-Invierno) – 2012.

Obras consultadas:

1. Denzinger E. El Magisterio de la Iglesia. Barcelona, España ED: Herder 1963.

2. Wilkhemsem Federico. El Problema de Occidente y los cristianos. Publicaciones de la Delegación Nacional del Requete. 1960.

3. Alvear A. Curso de historia general. Editorial Jus, México. 1966

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