domingo, 8 de marzo de 2020

PEQUEÑO MES DEL SEÑOR SAN JOSÉ: Pensamientos piadosos para el mes de marzo – Por el Presbítero Gerardo Herrera. Año 1893.






DÍAS V, VI; VII Y VIII.




DIA V.

   Súplica: Gracia para desagraviar a Dios por todos los pecados que se cometen en este instante.

PIEDAD DE SAN JOSÉ EN LA ORACIÓN.

   Por la mañana, por la tarde y con frecuencia entre día, José llamaba a Jesús y a María para elevar unidos su oración a Dios. . . Jesús presidía, María y José respondían. . .  ¡Oh! ¡Qué atención, qué modestia, qué piedad y qué delicias! . . . Si hubiéramos estado allí presentes habríamos orado también nosotros con perfección. . .

   ¿Y no podemos hacerlo ahora?

   Propósito: Me imaginaré que estoy en medio de la Sagrada Familia y estaré atento en la oración como si Jesús la hiciera conmigo estaré con recogimiento y responderé sin apresurarme, con pausa, sin levantar demasiado la voz y sin omitir una sola palabra



DÍA VI.

   Súplica: La de unir nuestras oraciones a la de los religiosos que se levantan a orar a la media noche.

SILENCIO DE SAN JOSÉ.

   Todos los santos han sido amantes del silencio. . . Señor San José amó el silencio por dos motivos principalmente: 1°)  Por su asiduidad en el trabajo: se había señalado su tarea para cada hora del día y nunca se apartaba de ella. 2°)  Por su cuidado para con Jesús que llenaba su corazón y su alma.

   Hablar hubiera sido distraerse, hubiera sido no ejecutar debidamente la tarea fijada, hubiera sido olvidarse de que estaba en la presencia de Jesús.

   Propósito: Difícil es el silencio en todo tiempo, pero yo quiero señalar algunos minutos de este día durante los cuales no hablaré sino lo estrictamente necesario.



DÍA VII

   Súplica: Hagámosla fervorosa por las infelices almas que sienten grande repugnancia a obedecer

SUJECIÓN DE SAN JOSÉ A LAS ORDENES QUE SE LE DABAN.

   Sometióse Señor San José al Gobernador que le obligó a marchar a Belem y le obedeció a pesar de la pena que le causaba ver fatigada a María.

   Sometióse al Angel que le mandó huir a Egipto y le obedeció no obstante la pérdida que iba a sufrir en su trabajo; “¡Dios lo quiere!” dice, cada vez que recibe una orden, “cumplamos su voluntad.”

   Propósito: De cuantas cosas se nos mandan, ninguna ha tenido para nosotros los penosos resultados que experimentó en su vida Señor San José. A su imitación digamos: Este precepto me desazona, me molesta, me fatiga: pero Dios lo quiere, hágase su voluntad.


DIA VIII.

   Súplica: Hagámosla por las personas que se dejan dominar del deseo de los placeres.

AMOR DE SAN JOSÉ A LA POBREZA.

   Amó Señor San José la pobreza por ser esta el estado en que a la Bondad divina plugo colocarse y San José quiso siempre lo que quiso Dios; la amó, además, porque por efecto de una gracia particular conoció claramente los grandes tropiezos y las muchas inquietudes que acarrean las riquezas. Jesús en sus coloquios íntimos le dijo: “que el pobre que trabaja y se resigna encuentra con suma facilidad el camino del cielo.”

   Amemos asimismo, nosotros el puesto en que nos hallamos; pongamos coto a los deseos de riqueza y honores que acaso por ahora son poco impetuosos, pero que se convertirán más tarde en tormento para nuestro corazón si no los sofocamos con la energía que debemos oportunamente: si carecemos de alguna cosa exclamemos con alegría como lo hiciera San José: Dios mío, de vuestra Providencia espero mi pan de cada día.

   Propósito: Sigamos la conducta de un tierno niño que rogaba a Dios por sus padres diciendo: “¡oh mi Dios! dadnos no más que lo necesario cada día.”




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