Corredentora
es el título que resume en una sola palabra la mediación de María entre Dios y
el hombre herido por el pecado original, es decir, su cooperación a la
redención del género humano.
La
voz Corredentrix [Corredentora] (no
la cosa significada) se la encuentra en el siglo XIV por vez primera, en el Tractatus de praeservatione gloriosissimae
BVM [Tratado sobre la preservación de la gloriosísima y Santísima Virgen María],
obra de un fraile mínimo anónimo, y luego en el XV, en un himno latino
transcrito en dos manuscritos de Salzburgo: «Ut,
compassa Redentori, Corredentrix fieres» (a fin de que, padeciendo junto con el
Redentor, te hicieras Corredentora). Con todo, el título de Corredentora
deriva de uno aún más antiguo (más antiguo en cuanto al vocablo, no respecto a
la cosa significada), a saber, el de Redentrix
[Redentora], que se halla nada menos que 94 veces (noventa y cuatro), desde
el siglo X hasta el año 1750, con el sentido de “Madre del Redentor”. Dicha voz, con todo, podía ser mal
interpretada y dar a entender que María era el “redentor” o el obrero principal de la redención de la humanidad.
De suerte que de “redentora” se pasó
suavemente, en 1750, a “corredentora”
o cooperadora de la redención, sobre todo cuando los teólogos de la
Contrarreforma comenzaron a estudiar de manera específica, para refutar las
objeciones protestantes y jansenistas, el asunto de la cooperación inmediata de
María, bien que subordinada, a la redención de Cristo. No obstante, no sólo
permaneció la voz “redentora” hasta
bien entrado el siglo XVIII, sino que, además, seguía superando al término “corredentora”.
Fue precisamente el siglo XVIII el que hizo
prevalecer el término “corredentora”.
En efecto, una obra de sabor jansenista escrita por Adán Widenfeld (Mónita salutaria [Advertencias saludables])
reprobaba claramente el término “corredentora”,
por lo que los teólogos católicos examinaron la cuestión a fondo y, como
consecuencia, el mismo título de Corredentora empezó a prevalecer sobre el de
Redentora.
Por último, el título de Redentora comenzó a
desaparecer en el siglo XIX, salvo raras excepciones, para dejarle el sitio al
de Corredentora, que se usó asimismo en los documentos oficiales de la Santa
Sede.
REDENCIÓN
DE CRISTO Y CORREDENCIÓN MARIANA.
Redención en general significa rescatar o
recomprar una cosa que primero se poseía y luego se perdió. Por eso se rescata
o se recompra pagando cierto precio.
En sentido teológico, la palabra “redención”, aplicada al género humano
despues del pecado original, significa que la cosa poseída y luego perdida por
el género humano después del pecado de Adán es la gracia santificante, que hace
participar al hombre de la vida de Dios y tiene un valor infinito (1). Es por
ello de un valor infinito el precio a pagar para recomprar o rescatar la cosa
perdida. Ahora bien, la humanidad, al ser finita y creada, no podía pagar tal
suma. De aquí que fuera menester la intervención de Dios para rescatar la
gracia perdida en Adán por la humanidad. La Santísima Trinidad decretó
libremente que el Verbo se encarnara en el seno de la Santísima Virgen María
por obra del Espíritu Santo, de manera que, en sustitución de la humanidad
incapaz de pagar tal precio, pudiera ofrecer un sufrimiento de valor infinito
cual verdadero Dios y verdadero hombre.
El
elemento esencial de la redención de Cristo es el pago del precio para recobrar
la gracia perdida. Supuesto esto, surge la pregunta de cómo cooperó María a la
redención de la humanidad obrada por Cristo.
Los teólogos católicos aprobados por la
Iglesia admiten, aunque con matices diversos, la realidad de la corredención
secundaría y subordinada de María, y especifican que la corredención es remota
en el “fiat” de María a la encamación
del Verbo redentor y próxima en el holocausto de Cristo y en subordinación a
Él: un holocausto que se inició con la Encamación y se consumó en el Calvario.
NOTA:
(1)
Redimir significa en general liberar a
una persona pagando un rescate por ella. Por eso redentor en sentido lato es el
que libera a otro de la esclavitud pagando cierto precio por su liberación. De
aquí que la redención en general exija el pago de un precio para (re) comprar a
alguien. La redención del género humano en sentido estricto estriba en su
liberación espiritual de la esclavitud del pecado y en su reconciliación con
Dios. Jesús pago con su muerte en la Cruz el precio de nuestra liberación
espiritual del pecado de Adán, reconciliándonos con Dios.
Sí,
sí; No, no. (…)
Revista
Católica antimodernista.
Año
2014
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