martes, 9 de febrero de 2021

Aceptar la Voluntad de Dios (Defectos naturales).

 




Si tenemos algún defecto natural, así de cuerpo como de espíritu, como una mala memoria, una inteligencia tardía, falta de destreza, algún miembro estropeado, una salud delicada u otra cosa por el estilo, no nos lamentemos nunca por esto. ¿Acaso merecimos o estaba Dios obligado a darnos más elevado espíritu, un cuerpo más perfecto? ¿No podía crearnos al rango de los brutos, o dejarnos sumidos en la nada? ¿Quién, después de haber recibido un don, se atreve a lamentarse de él? Demos, pues, gracias al Señor de cuanto nos ha concedido por puro efecto de su bondad, y contentémonos con ser tales como nos ha creado. ¿Quién sabe si, con mayor talento, una salud más robusta y un exterior más agradable, nos habríamos perdido? ¡Cuántos seres existen para quienes la ciencia y los talentos han sido causa de eterna ruina, inspirándoles sentimientos de vanidad y de desprecio al prójimo, peligros a que están sumamente expuestos los que más por sus cualidades se distinguen! ¡Para cuántos desventurados, la belleza o la fuerza corporal no han servido sino para precipitarles en mil maldades! ¡Cuántos, por el contrario, existen que, por haber sido pobres o hallarse enfermos o deformes, se han santificado y salvado, a pesar de que se habrían condenado si hubiesen sido vigorosos, ricos o bien conformados! Contentémonos, pues, con lo que Dios nos ha dado. No es ciertamente necesario tener una hermosa figura, ni una buena salud, ni relevantes dotes intelectuales; sólo una cosa es esencialmente necesaria: la salvación del alma.

 

“SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO”

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