Comentario del blog: Estimados
lectores, en el abanico de posibilidades sobre el origen de la masonería,
existen diferentes hipótesis, las que el mismo autor del libro denomina
“absurdas y ridículas” y otras “probables”. Sin descartar algunas muy
particulares. Pero no por ello inverosímiles.
Si bien existen obras referidas
exclusivamente al origen de esta sociedad secreta, como la de Nicolás Serra y
Caussa por ejemplo. Nos pareció mejor elegir la de este autor, pues nos
expone en forma sucinta las distintas teorías sobre los comienzos de la
masonería. No obstante (debemos aclarar) no se agotan todas en esta obra.
Pretensiones de antigüedad milenaria
En la historia de la masonería debemos
distinguir dos épocas: la anterior a 1717 y la posterior a ella. A pesar de las
diferencias fundamentales existentes en la organización y en los fines de las
masonerías –antiguas y modernas– no pueden, sin embargo, desconocerse sus
relaciones históricas.
Con respecto a la masonería antigua, reina
gran oscuridad; lo que dio lugar a la invención de numerosas hipótesis, muchas
de ellas inverosímiles, absurdas y ridículas; como las que, por ejemplo, la
hacen remontar a nuestro primer padre Adán, iniciado en la Orden del Paraíso
Terrenal por el Eterno Padre; a Lamec, el matador del fratricida Caín; a
Zoroastro, jefe supremo de los magos y fundador del mazdeísmo (religión de los
persas contenida en los libros sagrados del Zendavesta); a Confucio, fundador
de la religión de los chinos; y a Pitágoras, filósofo y matemático griego,
fundador de la secta de los pitagóricos.
Tales mitos obedecen a la pretensión de la
masonería de haber existido siempre; “respondiendo –según el masón Osvaldo
Wirth– a una necesidad del espíritu humano” (Osvaldo Wirth. El Libro del
Aprendiz, pág. 11 año 1908)
James Oliver, en su libro “Antigüedad de la
Masonería”, llegó a sostener que se practicaba en otros sistemas planetarios
antes de la formación de la Tierra; y no faltó quien dijera que Jesucristo se
inició en una logia de Tebas en Egipto, presentó su programa masónico en el
Sermón de la Montaña, y ejerció la maestría de la Logia “Esenia”, de la cual
San Pedro fue el primer Vigilante y San Pablo el elocuente Orador (!).
También se la relaciona con la Kábala
–tradición oral entre los judíos de la explicación secreta del sentido de los
pasajes bíblicos– y que, según el patriarca del ocultismo moderno, Elifaz Leví,
constituye el dogma de la Alta Magia (la ciencia de las artes diabólicas); con
los alquimistas, cultores de la ciencia oculta, hermética y esotérica, que
buscaban la piedra filosofal y la panacea universal; y con el proceso de los
caballeros templarios o del Temple –la más antigua de las Ordenes Militares–
cuyos miembros residieron en el solar del templo salomónico de Jerusalén
durante las Cruzadas, y que –doscientos años más tarde, o sea en 1310– fueron
condenados, a pesar de su inocencia.
Además, cuanta reunión clandestina de alguna
celebridad hubo en el mundo, que conspirase contra la Religión y el Estado,
sirvió de argumento para ser considerada, por muchos, como fuente inicial de la
masonería.
Entre ellas se enumeran los “Misterios” de
la antigüedad (de Eleusis, de Mitra, de Isis y Osiris, etc.), característicos de
las religiones orientales, egipcias, caldeas, sirias, judaicas, etiópicas,
persas, griegas e indobrahmánicas; la secta de los gnósticos con sus teorías
panteístas, su divinización de la razón humana y su moral independiente –y que
no es otra cosa que el cristianismo kabalizado o la Kábala disfrazada para
destruir el cristianismo naciente–,la de los maniqueos, del judío Manes, que es
la prolongación del gnosticismo con agregados del dualismo persa, del budismo y
de múltiples herejías; la de los esenios, judaizantes de Palestina; la de los
cátaros o albigenses, verdadera secta de anarquistas religiosos y civiles de
doctrinas panteístas y materialistas y prácticas infames, obscenas y
criminales; las sectas árabes, formadas dentro del islamismo musulmán, como la
de los terribles “ashishiin” (de donde proviene la palabra castellanizada
“asesino”) cuyo jefe era el “Viejo de la Montaña”; y, en fin, cuanta rebelión
del espíritu humano se suscitó contra Dios y su Iglesia: como fueron el
protestantismo en sus diversas manifestaciones y sobre todo el deísmo inglés
del siglo XVIII
Teniendo en cuenta sus simbolismos
arquitectónicos se buscaron sus orígenes en la época faraónica de las Pirámides
de Egipto, en la construcción del Templo de Salomón; en la fundación de los
Colegios de Constructores del imperio romano, que tenían maestros, guardianes o
decuriones, compañeros y aprendices; en las corporaciones gremiales de la Edad
Media, y en las primeras asociaciones de albañiles llamados “masones”, que se
organizaron en Francia e Inglaterra.
El masón Rebold afirma que la masonería
“proviene de una antigua y célebre corporación de artes y oficios, fundada en
Roma, el año 716 antes de Cristo, por su segundo rey, el legendario Numa
Pompilio, sucesor de Rómulo; y que en Gran Bretaña fueron sus Grandes Maestros:
reyes, obispos y santos como San Dunstan, arzobispo de Cantorbery en el año
960. (Rebold, Manuel, Historia de las grandes logias de Francia, pp. 681 y 697.
Año 1864)
Conexiones con los templarios y gremios medievales