El
caso del jesuita polaco Andrés Bobola, (…) es realmente impresionante. Capturado por los
cosacos cismáticos, éstos se ensañaron con él y le hicieron revivir, paso a
paso, la Pasión de Cristo. Un
martirio tan cruel como hermoso no podía no excitar la elocuencia de Pie. Transcribamos algunas líneas de la emocionante
descripción que nos ha dejado:
Considerad a estos caníbales haciendo en el
cuerpo palpitante del noble misionero mutilaciones jamás vistas en ninguna
carnicería, y sazonando su crueldad con burlas impías. “Sacerdote
latino, no tienes sino una pequeña tonsura: te haremos una más grande”;
y los Cosacos, dibujando sobre la cabeza de Bobola un círculo con un cuchillo,
tiran de su cuero cabelludo y lo arrancan con violencia.
“Vamos a mostrarte cómo haces en la Iglesia romana: con
tus manos, das vuelta las hojas del libro en el altar, así te daremos vuelta la
piel”; y entonces despellejan esas manos que nunca se alzaron sino para
bendecir, separan los músculos, cortan sus articulaciones. “Es sacerdote, agregan, hay que darle una casulla”;
y habiéndolo arrojado sobre una mesa, le quitan de a pedazos toda la piel de la
espalda y luego esparcen sobre esa gran herida manojos de paja picada: “Papista, le dicen, nunca has oficiado con un ornamento
tan hermoso.” Le cortan la nariz, los labios; ya no queda rostro de
hombre; sin embargo su furor no está saciado. “Es
un monstruo, gritan sus verdugos, pero le faltan las garras; vamos a ponerle
garras”; y cortando astillas de madera de pino, las hunden bajo las uñas
de las manos y de los pies. Pero como el mártir tenía aún suficiente fuerza
para invocar la misericordia divina, y para conjurar a los cismáticos a
convertirse a la pureza de la fe católica y a la unidad de la Iglesia romana,
se precipitan por última vez sobre su víctima, le abren en la parte posterior
del cuello una herida ancha y profunda, y por esa abertura extraen la lengua
del apóstol, esa lengua a la vez tan docta y tan suave, y habiéndola mostrado
como un trofeo, la arrojan a lo lejos con desprecio. Andrés respiraba aún. El jefe de los Cosacos terminó su
suplicio con un golpe de sable. 159
Una nación como Polonia, a la que dos siglos
de persecuciones no han podido vencer, observa Pie, una nación cuya
fe es inexterminable como su patriotismo, es una nación evidentemente sostenida
de lo alto. “Cuando leo el relato de la conservación milagrosa de los restos
sagrados de Bobola -concluye-, cuando considero ese cuerpo
horriblemente desfigurado y sin embargo incorrupto, ese conjunto de miembros
mutilados y esa flexibilidad semejante a la de la carne viva, esos signos
reunidos de vida y de muerte, ese aroma suave que brota de un lienzo en disolución,
me digo a mí mismo: Tal asociación de suplicio y de gloria, de vida y de
muerte, es la imagen viva y natural de la Polonia entera, de ese pueblo de
mártires y de héroes, siempre torturada y siempre conservada, de esa nación que
se diría embalsamada en su sangre, y cuyas heridas exhalan un aroma de
vitalidad y de triunfo.”
EL
CARDENAL PIE. Lucidez y coraje al servicio de la verdad.
Por
Alfredo Sáenz S. J.
GLADIUS.
Buenos Aires 2007.
Recomendamos
compre este libro si lo ve, es una obra muy aleccionadora. Tal vez más que nunca
para el tiempo en que vivimos.
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