Lo que es la blasfemia y su enormidad.
La blasfemia es una
palabra injuriosa a Dios, a la sagrada Virgen, a los santos, o a las cosas
santas. “No
profanéis el nombre de vuestro Dios” (Levítico. XVIII. 21). Sea castigado con
la pena de muerte el blasfemo del nombre del (Levítico. XXIV. 10.)
¿Sabéis, dice Isaías, de quién habéis
blasfemado, y contra quien levantasteis la voz? contra el Santo de Israel: (XXXII.
23).
Los
que blasfeman de Jesucristo que reina en el cielo, no son menos pecadores que
los que le crucificaron en la tierra, dice San Agustín (I).
La
boca del blasfemo está llena de maldición, dice el Salmista: (IX. 7). Mi
nombre, dice el
Señor
por medio de Isaías, es blasfemado diariamente:
(LII. 5).
El blasfemo es un insensato...; un loco
furioso...; siembra el escándalo Es un reprobado...; un demonio...
El lugar en donde se blasfema se parece al
infierno...
Castigos que atrae la blasfemia
Lo que prueba cuán grande es el crimen que
comete el blasfemo, son los castigos que
le aguardan.
Los
blasfemos perecerán, dice el Salmista: (XXXVI. 22). Muera irremisiblemente el
que blasfemare el nombre del Señor: dice el Levítico. Acabará con él a pedradas
todo el pueblo, ora sea ciudadano, o bien extranjero. Quien blasfemare el
nombre del Señor, muera sin remedio. (XXIV. 16).
Han hablado mal de Dios dice el Real Profeta…;
Oyóle el Señor, e irritóse, y encendióse el fuego de su cólera contra Jacob, y
subió de punto la indignación contra Israel:(LXXVII. 19-21).
Saca,
dice el Señor, a Moisés ese blasfemo fuera del campamento y todos los que le
oyeren, pongan sus manos sobre la cabeza de él, y apedréele todo el pueblo.
(Levit. XXIV. 14).
Senaquerib blasfema; entonces se presenta el
ángel del Señor y le mata ciento ochenta y cinco mil soldados. (Isaías. XXXVII.
36).
Y el mismo Senaquerib perece a mano de
sus hijos Adramelech y Sarazar.
El blasfemo Faraón, que decía: No conozco al
Señor; fué precipitado en el mar Rojo. Holofernes, él también, tuvo que sufrir
el castigo de que una mujer le cortara la cabeza, (Judith. XIII. 10).
Antíoco
fué herido invisiblemente con una llaga incurable; los gusanos le devoraron
vivo, y su cuerpo despedía un olor tan infecto, que se hizo insoportable a su
ejército y a sí mismo. A Nicanor le cortaron la cabeza, y esta cabeza fué
expuesta A la maldición pública.
Los judíos blasfemaron muchas veces contra
Jesucristo; y fueron exterminados casi completamente por Tito. El mal ladrón
blasfema en la cruz, y perece. San. Pablo entrega al dominio del demonio a Alejandro
y a Himeneo a causa de su blasfemia. Blasfema Juliano el Apóstata, y una flecha
milagrosa le hiere y le mata. Antemio blasfema, y queda poseído del demonio. Al
blasfemo Arrio se le arrancan las entrañas, y expiro en medio de los más
acerbos dolores.
Los gusanos devoraron la lengua a Nestorio porque había
blasfemado contra la sagrada Virgen, diciendo que era madre de Cristo, pero no
madre de Dios. Habiendo blasfemado cierto León de
Poitiers, dice San Gregorio de Tours, Dios le castigó: se volvió sordo,
mudo, y murió después de haber perdido la razón.
San Gregorio el Grande cuenta que un niño de cinco años, que ya tenía la costumbre do
blasfemar, fué arrancado por el demonio de los brazos de su padre y no volvió a
parecer.
El
emperador Justiniano castigó
con la última pena a los blasfemos. Filipo Augusto, rey de Francia, los condenó por medio de un edicto
a ser ahogados. Roberto, hijo de Hugo Capelo, habiendo pedido un día a Dios,
en la ciudad de Orleans, que se sirviese devolver la paz y la tranquilidad a su
reino, se le apareció Jesucristo, y le dijo que no tendría paz hasta que
hubiese hecho cesar a los blasfemos, frecuentes en aquel tiempo. San Luis mandó
que a los blasfemos, de cualquiera condición que fuesen, se les atravesara la lengua
con un hierro candente.
Señor,
dice Tobías, los que os despreciaren, serán maldecidos, y cuantos
blasfemaren de Vos, serán condenados: (XIII.
10).
Si no
quisiereis escuchar, ni quisiereis asentar en vuestro corazón el dar gloria a
mi nombre, dice el Señor de los Ejércitos por boca de Malaquías, yo
enviaré sobre vosotros la miseria, y maldeciré vuestras bendiciones, y echaré
sobre ellas la maldición; puesto que vosotros no habéis hecho caso de mí. Mirad
que yo os arrojaré a tu cara la espaldilla de la víctima, y os tiraré al rostro
el estiércol de vuestras solemnidades, y seréis hollados como él.
Es preciso respetar el Santo Nombre de Dios.
Tributen gloria a tu grande nombre, por
cuanto él es terrible y santo dice el Salmista (XCVIII. 3).
Yo soy el que soy, dice el Señor a Moisés. He
aquí, añadió, lo que dirás a los hijos de Israel: El que es, me ha enviado a
vosotros: (Exod. III. 14.) ¿Por qué, dice el Angel a Gedeon de parte de Dios,
me preguntas mi nombre, que es admirable? (Judit. XIII. 18).
Paz infinita a los que aman vuestro nombre,
dice el Salmista: (CXVIII. 165).
El
nombre de Dios es la virtud de Dios; es su santidad, su fidelidad, su fama, su
gloria. Su nombre, es él mismo; blasfemar este nombre, es blasfemar la misma
esencia de Dios.
Cualquiera
que invoque el nombre del Señor, se salvará, dice el profeta Joel:(II. 32).
Señor Dios nuestro, ¡cuán admirable es
vuestro nombre en toda la tierra! exclama el Real Profeta: (VIII. 2).
La sagrada Virgen proclama también la santidad del nombre
del Señor: (Luc. I. 49).
1. ° “El
nombre de Dios es el esplendor y la gloria de Dios...;” 2. ° “indica su poder y
reclama su socorro...;” 3. ° “Manifiesta la adoración que le es debida...;” 4.
° “es el mismo Dios”… Asi, decir que es preciso alabar, celebrar, cantar, santificar,
adorar el nombre de Dios, es decir que debemos alabar, celebrar, cantar,
venerar y adorar al mismo Dios ¡Oh Dios mío, santificado sea vuestro sagrado nombre!
(San
Mateo. VI. 9).
“Tesoros
de Cornelio A Lápide”
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