miércoles, 14 de mayo de 2025

LA PERFECTA CONFORMIDAD – Por Santa Teresa de Ávila.


 

Véisme aquí, mi dulce Amor;

amor dulce, véisme aquí.

¿Qué mandáis hacer de mí?

 

+++

 

Véis aquí mi corazón.

Yo le pongo en vuestra palma

mi cuerpo, mi vida y mi alma,

mis entrañas y afición;

dulce Esposo y redención,

pues por vuestra me ofrecí.

¿Qué mandáis hacer de mí?

 

+++

 

Dadme muerte, dadme vida:

dad salud o enfermedad,

honra o deshonra me dad,

flaqueza o fuerza de vida,

que todo diré que sí.

¿Qué mandad hacer de mí?

 

+++

 

Dadme riqueza o pobreza,

dad consuelo o desconsuelo,

dadme alegría  o tristeza,

dadme infierno o dadme cielo,

vida, dulce, sol sin velo,

pues del todo me rendí.

¿Qué mandad hacer de mí?

 

+++

 

Sí queréis, dadme oración,

si no, dadme sequedad,

si abundancia y oración,

y si no esterilidad,

Soberana Majestad,

Sólo hallo paz aquí.

¿Qué mandáis hacer de mí?

 

+++

 

Si queréis que esté holgando,

quiero por amor holgar,

si me mandáis trabajar,

morir quiero trabajando.

 

+++

 

Véisme aquí, mi dulce Amor;

amor dulce, véisme aquí.

¿Qué mandáis hacer de mí?

 

SANTA TERESA DE JESÚS.

 

 

 

 

 

martes, 13 de mayo de 2025

EL MILAGRO DE LAS PALOMAS EN FÁTIMA.

 

   


   Las palomas. — La paloma, es un ave que se distingue por su apacibilidad y blancura, es símbolo del Espíritu Santo. Al alma pura se  compara con la paloma. La Santísima Virgen es la Inmaculada (limpia y sin mancha). La paloma es quién llevó al arca de Noé una ramita de olivo, símbolo de la paz, reconciliación y alegría. La paloma es una  fiel mensajera.

 

   Las palomas se relacionan con las apariciones de la Virgen en Cova de Iria. Este milagro se realiza  en una época de odios, y revolución (1917 Revolución Rusa). María es la Reina de la Paz. (Regina pacis).

 

   Nuestra Madre Celestial, en su triunfal paseo desde Cova de Iria a Lisboa, allá en Portugal, recorre 180 kms. Pasa por Bombarral, pueblo que es foco de perversas ideas. La hija de un médico suelta allí cinco palomas blancas. Tres van a posarse en las plantas de la Virgen a la vista de 10.000 personas. Acompañan quietecitas la imagen de la Virgen, sin comer ni beber, durante tres días y tres noches. Al llegar a Lisboa no se dejan aturdir ni espantar por los fulgores de las velas, por los ruidos de la multitud, ni por los cantos sagrados y bandas de música. Se suceden torrenciales lluvias y las palomitas permanecen empapadas, pegadas a la imagen milagrosa. Las tapan con ramos de flores y salen airosas ante el público. Al hablar su Eminencia el Cardenal Patriarca de Lisboa se vuelven hacia él hasta tanto que terminó su discurso.

 

   Una vez en el templo, una palomita se posa sobre el trono del Patriarca, otra sobre el comulgatorio, y la tercera sobre la imagen de Nuestra Señora de Fátima. Hechos semejantes se fueron repitiendo en otros templos, pueblos y ciudades.

 

   En el año 1948 fue llevada esta milagrosa imagen a España e idénticos episodios realizan las palomitas. España tributó a Nuestra Señora de Fátima el más espléndido homenaje que se puede imaginar.

 

   Estas palomitas nos dan a todos delicados ejemplos de perseverancia, siempre unidas a la Reina de los cielos y tierra. Nos hablan de penitencia, de paciencia, mansedumbre y paz, que tanto precisan individuos, sociedades y naciones. Aprendamos estas lecciones.

 

lunes, 12 de mayo de 2025

LA REVIVISCENCIA DEL “AMERICANISMO” SÍ SÍ NO NO – Revista Católica Antimodernista – Enero 2009. N° 198.


 

S.S.P. LEÓN XIII. Condenó el “AMERICANISMO”


 

EL AMERICANISMO CONDENADO POR LA IGLESIA.

 

«AMERICANISMO: es el término que se acuñó, a finales del siglo XIX, para denotar el movimiento que suscitaron las ideas y los métodos del presbítero P. Hecker, fundador de la Sociedad Americana de los Misioneros Paulistas. Este cura americano, consciente de las exigencias psicológicas, la mentalidad, la índole de su exuberante pueblo, había intentado adaptar la religión católica, sin demasiadas preocupaciones dogmáticas, al espíritu de sus conciudadanos (gente ávida de una libertad individual absoluta; insensible al abstraccionismo teórico; amante, en cambio, del pragmatismo, e inclinada a concebir la vida en sentido hedonista a causa de las riquezas naturales del país). Su tentativa hizo ruido asimismo en Europa, lo que determinó esa corriente denominada “americanismo Más que de un sistema se trataba de una tendencia, carente de organicidad, que se concretaba en algunos principios de índole práctica. León XIII, una vez avistado el peligro, envió al cardenal Gibbons (1889), y por conducto de éste a todo el episcopado norteamericano, la carta apostólica Testem Benevolentiae. Este documento pontificio pone en claro los principales errores del americanismo, que se sintetizan en la presunta necesidad de: a) adaptar la Iglesia a las exigencias de la civilización moderna sacrificando algún viejo canon, mitigando ¡a antigua severidad, orientándose hacia un modo de actuar más democrático; b) dar mayor amplitud a la libertad individual en el pensamiento y la acción, teniendo en cuenta que, más que la organización jerárquica, es el Espíritu Santo el que obra directamente en la conciencia del individuo (influjo del protestantismo); c) abandonar, sin cuidarse de ellas, las virtudes pasivas (mortificación, penitencias, obediencia, contemplación), pero cultivar las activas (acción, apostolado, organización), lo que llevaría a favorecer, entre las congregaciones religiosas, las de vida activa. El Papa concluye con las siguientes palabras luego del sereno examen recién visto: Nos no podemos aprobar las opiniones que integran lo que se denomina “americanismo”

 

   Dejando aparte las intenciones de los americanistas, su posición, ciertamente, no se compadece fácilmente con la doctrina y el espíritu tradicional de la Iglesia, o, por mejor decir, y con eso está dicho todo, abría paso a errores teóricos y prácticos [el americanismo fue, en efecto, caldo de cultivo del modernismo» (P. Parente- A. Piolanti- S. Garofalo, Dizionario di Teología dogmatica, Roma, Studium, 41a edición).

 

   Monseñor Henri Delassus escribió en su momento un libro sobre el americanismo (L’Americanisme et la Conjuration antichrétienne, Lille-París, Desclée de Brouwer, 1899), en el que afirmaba que, entre todos los factores inquietantes del mundo a la sazón, no era de los menores el espíritu que animaba a Norteamérica. En efecto, lo que la caracterizaba era la audacia con que pisoteaba «todas las leyes de la civilización católico-romana» (p. 1).

 

   Tamaña “audacia” se extendía incluso al campo religioso. El término “catolicismo americano” o americanismo no era la etiqueta de un cisma o una herejía, sino que, como enseñaba Monseñor Delassus, «es un conjunto de tendencias doctrinales y prácticas que tienen su sede en América y que se difunden desde allí por el mundo cristiano, en especial por Europa» (pág. 3) con la mira puesta en debilitar y, si fuera posible, aniquilar, las naciones católicas, «para dar la hegemonía a las protestantes, como América, Alemania y Gran Bretaña» (nota n° 1, pág. 7). Uno de los «elementos distintivos de la “misión americana” es el retorno a la unidad de todas las religiones mediante la destrucción de las barreras y las diferencias, llegando incluso a la celebración de un congreso relativo a la tolerancia internacional de las religiones para luchar unidas contra el ateísmo» (pág. 124). El indiferentismo o tolerancia por principio (es decir, tolerancia dogmática), a que tiende el americanismo, consiste en equiparar «todas las religiones como buenas por igual» (pág. 85).

 

   Monseñor Henri Delassus recuerda (pág. 94) que el magisterio de la Iglesia condenó antaño todos los principios falsos en los que se funda el espíritu americanista: los denominados “derechos del hombre” (condenados por Pío VI); la libertad absoluta de la persona humana, la libertad de pensamiento, de prensa, de conciencia y de religión (condenadas por Gregorio XVI y Pío IX); el separatismo entre Estado e Iglesia (condenado por León XIII). Para los americanistas, en cambio, es menester basarse en el «liberalismo amplio o latitudinarista y en la tolerancia dogmática a ultranza, evitando hablar de todo lo que pudiera desagradar a los protestantes y a las demás religiones» (pág. 97). En pocas palabras, para la Iglesia de Roma «el catolicismo es la religión verdadera, mientras que para los americanistas no es más que una de tantas» (pág. 100).

 

   Por desgracia, el ideal americanista empezó a cosechar éxitos unos cincuenta-sesenta años después de la condena de León XIII, inicialmente y de manera latente en el concilio Vaticano II, y luego abiertamente en Asís, en 1986, y últimamente con el viaje de Benedicto XVI a los EE.UU. (abril del 2008).

 

¿Qué “porvenir”?

 

   El libro de Monseñor Delassus parece hoy casi profético. «Los –americanistas –escribía el prelado– dicen que las ideas americanas son las que Dios quiere para todos los pueblos de nuestro tiempo. Judaismo y americanismo [que tienen un punto de contacto en los principios del 1789] creen haber recibido una “misión divina”. Por desgracia, la influencia de América, con su espíritu de libertad absoluta, se extiende cada vez más entre las naciones, de manera que América dominará los demás países» (págs. 187-188). América parece ser la «nación del porvenir» (pág. 190). Sin embargo, comentaba Monseñor, «si tal porvenir es el del desarrollo político, social, comercial e industrial según los principios del 1789, o sea, el progreso material y la independencia absoluta del hombre de toda autoridad, la divina inclusive, la era que veremos será la más desastrosa que se haya visto jamás. En ella América destruirá las tradiciones nacionales europeas para fundirlas en la unidad o pax americana» (pp. 191-192).

 

   La base, o el mínimo común denominador, de tal mixtura de religiones, pueblos y culturas es un moralismo sentimental o «una moral indeterminada» (pág. 192), subjetiva y autónoma de tipo kantiano, «independiente del dogma, de manera que cada uno es libre de interpretarla a su modo» (pág. 130). Esta base se está realizando en nuestros días por conducto de la unión de los “teo (o neo) conservadores” americanistas y cristianistas con el sionismo y elementos conservadores del catolicismo liberal, que se unen para defender la vida (cosa buena en sí), el embrión, contra el materialismo ateo, pero en desmedro de la pureza del dogma (lo cual es inaceptable), de la tradición cultural de cada nación y de las diferencias étnicas que, si bien no han de ser exageradas con la teoría de la defensa de una inexistente “raza pura”, no deben tampoco ser destruidas en perjuicio de la raza en sentido lato, es decir, del pueblo, que tiene sus peculiaridades en punto a lengua, cultura, mentalidad y religión.

 

   «El movimiento neocristiano o americanista tiende a liberarse del dogma para fundarse en la belleza de la ética» (pág. 60), «a reemplazar la fe con una cultura o sensibilidad independiente, en una vaga religiosidad superior a todas las demás religiones positivas» (pág. 76). Ahora bien, según la doctrina católica, es cierto que «la fe sin obras está muerta» (Apóstol Santiago), pero es cierto asimismo que «sin fe es imposible agradar a Dios» (San Pablo). Así, pues, no hay que despreciar la moral, pero tampoco reducir la religión a sola la moralidad dejando de tener en cuenta la integridad dogmática.

 

PARTE I de III.

 

viernes, 9 de mayo de 2025

A los padres y madres, para reservar la paz entre Ellos, y en la Familia – Por San Carlos de Borromeo Arzobispo de Milán. Año 1631.


 



A los padres y madres, para reservar la paz entre Ellos, y en la Familia – Por San Carlos de Borromeo Arzobispo de Milán. Año 1631.

 

Oficio del padre de familia:

 

– Ser cristiano de nombre y de obras. Honrar y reverenciar a los grandes, a los Sabios, a los Legisladores y a las Leyes;

 

– En las conversaciones, considera el tiempo, el lugar y las personas;

 

– Procura no desagradar a los malos, procura agradar a los buenos y prudentes;

 

– Antes de trabar amistad, considera con quién, y el motivo;

 

– En todas las ocasiones, di la verdad, y con pocas palabras;

 

– Ten una mujer, para procrear  hijos, y procurarte una compañía; durante el día no estés ni triste ni feliz, sino sereno;

 

– No pongas a descubierto tus secreteos, ni los ajenos;

 

– Ser señor absoluto de todo lo que tienes;

 

– No ser pródigo, para que no ser vituperado;

 

– No seas avaro, para no ser blasfemado;

 

– Estima a una mujer en las cosas necesarias;

 

– No través con ella contienda, ni la corrijas en público;

 

– Se prudente al contratar, concluir y obrar;

 

– No consientas que tu mujer salga, o se reúna en veladas en fiestas y juegos;

 

– Sé para tu mujer no sólo un marido, sino también un padre amoroso, un hermano y un maestro;

 

– Toma el gobierno de la familia, a falta de mujer;

 

– No tornes a la mujer demasiado rigurosa y desesperada, pero tampoco permitas que se entregue a sus gustos y sea disoluta;

 

– No beses, ni acaricies a tu mujer (sensualmente), en presencia de tus hijos o hijas;

 

– No seas cruel en castigar, ni fácil al perdonar el error cometido;

 

– A la mujer y a la familia, hacedlas más temerosas con palabras que con heridas y  golpes;

 

– Haga una inspección para ver si hay algún peligro en su casa y sus haberes;

 

– De a toda su casa el debido mantenimiento, y a sus siervos, el  debido premio acordado;

 

– Echa fuera de tu casa al siervo o sierva que persiste en el pecado, o ha caído en otro peor que el primero;

 

– Proveer adecuadamente, lo más necesario en el hogar, dejándolo luego en custodia de la mujer;

 

– No te ocupes tanto en acumular riquezas, al tal punto, que os olvidéis de aquellos a quienes debéis dejárselas;

 

– En las ocasiones de floridas, en las fiestas, o regocijos, no dejes todo a cargo de la mujer;

 

– Huye de la envidia y de los celos, y no permitáis que la ira os venza;

 

– Levántate temprano y acuéstate tarde;

 

– No te acostumbres ni permitas que en tu casa haya costumbre de prodigarse manjares;

 

– Recuerda que antes de ser padre eras hijo;

 

– Criad a vuestros hijos en el temor y la reverencia;

lunes, 5 de mayo de 2025

De cómo un joven reducido a la pobreza, renegó de Dios, para obtener favores del demonio, y cómo salvo su alma, y recupero sus bienes, por su gran amor a María. – Por San Alfonso María de Ligorio.


 

   Cuentan el Belovacense y Cesáreo que un joven noble, al verse reducido sus vicios de rico —porque su padre lo había dejado en tan pobre situación que le era preciso mendigar para vivir— se alejó de su patria para irse a vivir con menor vergüenza en un país lejano, donde no lo conocieran. Durante el viaje se encontró con un antiguo servidor de su padre, quien, al verlo tan afligido por la pobreza a la que había rodado, le dijo que se alegrara, porque él iba a llevarlo a un príncipe tan generoso, que lo proveería de todo. Aquel servidor se había convertido en un impío hechicero. Un día se llevó consigo al pobre joven, lo condujo a través de un bosque hasta una laguna, donde empezó a hablar con una persona invisible. Por lo cual el joven le preguntó con quién hablaba.

 

— Con el demonio —le respondió—, y al ver su reacción de temor, lo animó a no asustarse. Hablando todavía con el demonio, le dijo:

 

— Señor, este joven se encuentra reducido a extrema necesidad y querría regresar a su situación anterior.

 

— Si quiere obedecerme —contestó el enemigo— lo haré más rico que antes. Pero ante todo, tiene que renegar de Dios.

 

   Horrorizóse el joven. Pero el maldito mago lo incitó a hacerlo y él renegó de Dios.

 

— No es suficiente, replicó el demonio; tiene también que renegar de María, porque ésa es la que, tenemos que reconocerlo, nos ha causado las mayores pérdidas. ¡A cuántos nos arrebata de las manos para convertirlos a Dios y salvarlos!

 

— No. Esto no, replicó el joven; no voy a renegar de mi Madre; ella es toda mi esperanza. Prefiero seguir mendigando toda la vida. Y diciendo esto, el joven se alejó de aquel lugar.

 

   De regreso, pasó ante una Iglesia de María. Entró el afligido joven y arrodillándose ante su imagen comenzó a llorar e implorar a la Santísima Virgen que le alcanzara el perdón de sus pecados. Y María comenzó al momento a orar a su Hijo por aquel miserable. Jesús dijo al principio:

 

— Madre, pero este ingrato, ha renegado de mí. Más, al ver que su Madre no dejaba de pedirle, dijo finalmente:

 

— Madre mía, nunca te he negado nada; que sea perdonado, ya que tú me lo pides.

 

   El ciudadano que había comprado la hacienda del joven derrochador, observó en secreto todo esto. Al ver él, la compasión de María con aquel pecador, le dio a su única hija por esposa, constituyéndolo heredero  de su fortuna. De esta manera, aquel joven recuperó por medio de María la gracia de Dios e incluso los bienes temporales.

 

“Las Glorias de María”