viernes, 10 de mayo de 2024

EL USO DEL CALIZ NO ES NECESARIO A LOS SEGLARES PARA COMULGAR – Por el P. Eugenio Couet. DE LA CONGREGACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO.


 



Hace ya largo tiempo que acostumbra la Iglesia católica administrar la santa Eucaristía a los fieles bajo la sola especie del pan; pues hubo grandes inconvenientes que ocasionaron la supresión del cáliz: más obrando de esta suerte, la Iglesia no ha disminuido nada al tesoro divino que distribuye a sus hijos en el Sacramento, pues Jesucristo todo entero sin división ni disminución se da en cada una de las especies.

   Algunos herejes lo han negado, y a veces aun los católicos han dudado también; asi lo hacían aquellos de quienes habla Alejandro de Halés, que profesó mucho tiempo con gloria la teología en Paris en donde murió en 1245; mas fueron convencidos por un prodigio admirable, de que la Iglesia obra siempre con sabiduría y no puede errar.

 

   Un doctor irrefragable refiere que muchos; religiosos vinieron un día a pedir al prior de su monasterio les diese la comunión con las dos especies; pues no podían creer, decían, que recibían a Jesucristo todo entero si no se le daba al mismo tiempo el pan y el vino consagrados en el altar. El sacerdote procura sacarlos de su error pero en vano; entonces pone en manos de Dios la causa que no podía ganar y comienza el santo Sacrificio. Dios es toda bondad y misericordia; y para confirmar la enseñanza de su Iglesia y las  palabras del santo prior, y para disipar para siempre la ilusión de los incrédulos vino él mismo en auxilio de la verdad desconocida.

   Al dividir el celebrante la sagrada Hostia, brotó la sangre de la fractura y la patena se llenó hasta los bordes; hace una señal, se acercan los incrédulos y quedan asombrados: ven que la Sangre de Jesucristo está verdaderamente en la  Hostia lo mismo que en el cáliz. El religioso junta en seguida los dos fragmentos y la sangre que había brotado de ellos, vuelve a entrar sin dejar ninguna señal.

   Todas las dudas quedaron disipadas y los monjes arrepentidos confesaron con el sacerdote lo que más tarde el Concilio de Trento definió tan claramente diciendo: «Anatema al que niegue que el Augusto Sacramento bajo cada especie y bajo cada una de las partes en que se dividen estas especies, contiene a Jesucristo todo entero.»

 

   Un hecho conmovedor de la historia de los santos de Bélgica tiene relación con este mismo asunto. —La Bienaventurada Adela de Schaerbeek enterrada con el olor de sus virtudes en el monasterio de Santa María de la Cumbre, situado a las puertas de Bruselas: celoso el Señor de conservar para sí solo el corazón de su fiel sierva quiso obligarla a vivir en un aislamiento absoluto; hirióla con la enfermedad de la lepra e inmediatamente se le prohibió toda relación con sus hermanas. Por premio de esta dura prueba heroicamente aceptada, fue Adela colmada de celestiales consuelos: muchas veces durante la Misa se la vió caer en éxtasis y permanecer fuera de sí en santos arrobamientos: sin embargo, una cosa llenaba de tristeza su alma y le causaba a veces amargas penas; su enfermedad impedía que se le diese como a sus compañeras, según la costumbre de la orden del Cister, la santa Comunión bajo la especie del vino con el cáliz; y un día que se quejaba amorosamente a su divino Esposo de verse privada de tan gran bien: «Hija muy amada, le dijo el Salvador, inundando su corazón de delicias inefables; no te turbes, y deja de quejarte como si se disminuyese en algo el don que te hago de mí mismo en el Sacramento. Quién tiene fe firme, sabe bien que todos los que participan de mi Cuerpo reciben también al mismo tiempo toda mi sangre preciosa; porque en este misterio de amor si se posee una parte se tiene todo; ¿y cómo se puede pensar en que se llame parte, cuando realmente es el todo?»

 

LOS MILAGROS VISIBLES DE LA EUCARISTÍA

Atravez de los tiempos y lugares

Año 1909.

 


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