Mártir del Rosario fué la pastorcita
Pascasia, nacida en el Piamonte en el siglo XIV. Su piadosa madre le inspiró desde
la infancia la devoción a la Virgen, y la ensenó a rezar el Rosario. A los tres
años era ya la delicia de esta niña repetir la salutación angélica. El Señor,
que quería hacer de ella una mártir, permitió que su buena madre muriese,
y que su padre se casase con una mujer de
genio violento e irascible, llamada Margarita. De ella se sirvió el demonio para
atormentar a la angelical sierva de 1a Reina de los ángeles, hasta hacerla
víctima de la devoción del Rosario. No podía soportar aquella mujer que la niña
le rezase el Rosario a la Virgen María con tanta frecuencia, y un día que Pascasia
estaba ocupada en esta devoción, la sorprendió su madrastra, se arrojó sobre
ella, la maltrató, le arrancó de las manos el rosario, lo despedazó y arrojó al campo. La niña, menos
apenada de sus golpes que del ultraje hecho a la Virgen y a su Divino Hijo, a
falta de rosario hizo secretamente ciento cincuenta nudos en un cordón y siguió
practicando su devoción favorita. Muchas veces fué maltratada la niña por su madrastra,
y todavía pueden verse hoy señales de su sangre en un rincón del establo.
Un día, en fin, en el que las ovejas volvían
del monte sin la pastorcita, que extática se había quedado rezando el Rosario
en una colina, salió a buscarla Margarita, y apenas se acercó a ella la cogió
por los cabellos y la arrastró por el suelo y tales golpes la dió, primero con
la rueca, después con un garrote, y por fin ·con una piedra, que le rompió el
cráneo, y la niña quedó muerta. Consumado el crimen, la madrastra desesperada,
se tiró por un precipicio y se mató. Los vecinos que conocían las virtudes de
la pastorcita, la vida de martirio que había soportado con tanta paciencia, y
cómo había muerto por no abandonar la devoción del Rosario, empezaron a
invocarla como intercesora en la presencia de Dios. EL Señor la honró con
milagros, y el gran Papa del Rosario, San Pío V, la colocó en los altares. (P. Álvarez.).
SANTOS
Y REYES DEVOTOS DEL ROSARIO.
El Beato Alano, religioso dominico, fué el restaurador
del Rosario. La Santísima Virgen se le apareció, y le animó a que propagase
esta devoción, prometiéndole su ayuda. El Beato Alano se dedicó durante quince
años, con celo infatigable, a predicar el santo Rosario, y la Santísima Virgen
bendijo su predicación, apoyándola con admirables portentos. (P. Pradel.)
El rey Felipe II dijo a su hijo antes de,
morir: “Si quieres, hijo mío, que tus Estados prosperen, no olvides el rezo del
Santo Rosario.” (P. Álvarez.)
ELOGIOS
PONTIFICIOS DEL ROSARIO.
“El
Rosario es un tesoro de gracias. (Paulo V)”
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