Patrona
de los discapacitados; minusválidos; enfermos; quienes han perdido a sus
padres. Protectora contra las enfermedades y la pérdida de los padres.
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N.
21 de marzo de 1474 en Desenzano del Garda, Italia; † 27 de enero de 1540 en
Brescia, Italia
Quien
guardare y enseñare mis mandamientos, grande será llamado en el reino de los
cielos. (Mateo 5, 19)
Santa
Angela Mérici, Virgen, de la tercera Orden de san Francisco, que fue Fundadora
de la Congregación de Vírgenes de santa Úrsula, y el 27 de Enero fue por el
celestial Esposo llamada a recibir la inmarcesible corona.
En Roma, san Juvencio, Mártir. En Autún, los
santos Reveriano, Obispo, y Pablo, Presbítero, con otros diez; los cuales, en
tiempo del Emperador Aureliano fueron coronados del martirio. En Cesárea de
Palestina, San Pánfilo, Presbítero y Mártir, varón de maravillosa santidad y
doctrina, y dadivoso con los pobres, el cual, en la persecución de Galerio
Maximiano, fue por la fe de Cristo atormentado y encarcelado bajo el Presidente
Urbano; y más tarde bajo Firmiliano, atormentado de nuevo, juntamente con otros
consumó el martirio. También, padecieron entonces Valente, Diácono, Paulo y
nueve más, cuya memoria se celebra en otros días. En Capadocia, san Tespesio,
Mártir, que, bajo el Emperador Alejandro y el Prefecto Simplicio, después de
sufrir otros tormentos, fue degollado. En Egipto, los santos Mártires Inquirió,
jefe del ejercicio, y otros cinco soldados, los cuales, imperando Diocleciano,
por la fe de Cristo fueron sacrificados con diferentes géneros de muerte. Igualmente
san Firmo, Mártir, que en la persecución de Maximiano fue cruelísimamente
llagado, apedreado y por último degollado. En Perusa, los santos Mártires
Felino y Gratinando, soldados, que en tiempo de Decio, atormentados con varios
suplicios, recibieron, con gloriosa muerte, la palma del martirio. En Bolonia,
san Próculo, Mártir, que padeció en el imperio de Maximiano. En Ameria de Umbría,
san Segundo, Mártir, que, en tiempo de Diocleciano, arrojado al Tíber, consumó
el martirio. En Tiferno de Umbría, san Crescenciano, soldado Romano, que en
tiempo del mismo Emperador fue coronado del martirio. En el monasterio de
Lerins, en Francia, san Caprasio, Abad. En el monasterio de Oña, Obispado de
Burgos, en España, san Iñigo, Abad Benedictino, ilustre por la gloria de la
santidad y de los milagros. En Montefalco de Umbría, san Fortunato, Presbítero,
esclarecido en virtudes y milagros. En Tréveris, san Simeón, Monje, que fue
puesto por el Papa Benedicto IX en el número de los Santos.
Y
en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R.
Deo Gratias.
SANTA ÁNGELA DE MÉRICI, Virgen
La gloria de los servicios inmensos
prestados a la religión y a la sociedad desde hace más de tres siglos por las
religiosas ursulinas, recae, después de Dios, en la santa cuya fiesta
celebramos hoy. Una visión que tuvo un día mientras estaba en oración, la
confirmó en el proyecto que había concebido de consagrarse a la instrucción
cristiana de la juventud de su sexo. Con este objeto, asoció a algunas vírgenes
cristianas, les redactó un reglamento de vida y dio a la congregación el nombre
de Ursulinas, temiendo que, después, se la llamase con su nombre. La nueva
sociedad hizo un bien inmenso en Brescia y sus alrededores, y fue elevada al
rango de orden religiosa cuatro años después de la muerte de Ángela, que
acaeció el 27 de enero de 1540.
MEDITACIÓN SOBRE LAS TRES CLASES DE CARIDAD
I. La primera caridad que debemos al prójimo
es el alimento y el vestido. Quien tiene bienes de este mundo, y viendo a su
hermano en necesidad cierra las entrañas, ¿cómo es posible que resida en él el
amor de Dios? ¿Haces tú caridad según tus medios? ¿O imitas, acaso, al rico
Epulón que daba espléndidos festines mientras Lázaro a su puerta se moría de
hambre? ¡Cuán terrible será oír: Tuve hambre y no me diste de comer, estuve
desnudo y no me vestiste!
II. La segunda caridad que debemos a
nuestros hermanos es el pan de la inteligencia, la verdad religiosa.
Instruyendo a los ignorantes continuamos la obra de Jesucristo. Una de las
señales que da Él de la venida del Mesías, es que los pobres son evangelizados.
Esta obligación se hace obligación de justicia si se trata de nuestros hijos.
Recordad, padres y madres, que no sólo habéis engendrado para esta vida
perecedera a vuestros hijos, sino para la vida eterna; y la vida eterna
consiste en conoceros a Vos, que sois el solo Dios verdadero, y a Jesucristo a
quien Vos habéis enviado (Evangelio de San Juan).
III. Después de haber ilustrado la
inteligencia, hay que formar el corazón y elevarlo hasta Dios. Si no podemos
por nosotros mismos cumplir este deber de caridad para con el prójimo, ¿no
podríamos acaso hacerla cumplir por medio de otros, favoreciendo las escuelas
en las que los niños son formados en la religión y en la piedad? ¿Hemos
confiado, por lo menos, a nuestros hijos a personas capaces de desarrollar en
ellos el germen de piedad que nosotros hemos debido sembrar en su corazón? No
confiaríamos nuestros caballos a un conductor inexperto, y se entregan los
hijos al primero que venga (San Juan Crisóstomo).
La
buena educación de los hijos. Orad por las órdenes docentes.
ORACIÓN
Oh
Dios, que os dignasteis serviros de la bienaventurada Ángela para hacer
florecer en la Iglesia una sociedad de vírgenes sagradas, concedednos, por su
intercesión, que vivamos como ángeles, a fin de que, renunciando a todas las
cosas terrenales, merezcamos gozar un día de los júbilos eternos. Por J. C. N.
S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban
Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
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