domingo, 15 de agosto de 2021

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA EN SU “ASUNCIÓN”


 



“¡Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre de los hombres!

 

Nosotros creemos con todo el fervor de nuestra fe en vuestra Asunción triunfal en alma y en cuerpo al cielo, donde sois aclamada Reina por todos los coros de los ángeles y por toda la legión de los santos; y nosotros nos unimos a ellos para alabar y bendecir al Señor, que os ha exaltado sobre todas las demás criaturas, y para ofreceros el aliento de nuestra devoción y de nuestro amor.

 

Nosotros sabemos que vuestra mirada, que maternalmente acariciaba la humanidad humilde y doliente de Jesús en la tierra, se sacia en el cielo a la vista de la humanidad gloriosa de la Sabiduría increada y que la alegría de vuestra alma, al contemplar cara a cara a la adorable Trinidad, hace exultar vuestro corazón de inefable ternura; y nosotros, pobres pecadores, a quienes el cuerpo hace pesado el vuelo del alma, os suplicamos que purifiquéis nuestros sentidos el fin de que aprendamos desde la tierra a gozar de Dios, sólo de Dios, en el encanto de las criaturas.

 

Nosotros confiamos en que vuestros ojos misericordiosos se inclinen sobre nuestras angustias, sobre nuestras luchas y sobre nuestras flaquezas; que vuestros labios sonrían a nuestras alegrías y a nuestras victorias; que sintáis la voz de Jesús, que os dice de cada uno de nosotros, como de su discípulo amado: «Aquí está tu hijo»; y nosotros, que os llamamos Madre nuestra, os escogemos, como Juan, para guía, fuerza y consuelo de nuestro vida mortal.

 

Nosotros tenemos la vivificante certeza de que vuestros ojos, que han llorado sobre la tierra regada con la sangre de Jesús, se volverán hacia este mundo, atormentado por la guerra, por las persecuciones y por la opresión de los justos y de los débiles, y entre las tinieblas de este valle de lágrimas esperamos de vuestra celeste luz y de vuestra dulce piedad, alivio para las penas de nuestros corazones y para las pruebas de la Iglesia y de la patria.

 

Nosotros creemos, finalmente, que en la gloria, donde reináis vestida del sol y coronada de estrellas, Vos sois, después de Jesús, el gozo y la alegría de todos los ángeles de todos los santos; y nosotros, desde esta tierra donde somos peregrinos, confortados por la fe en la futura resurrección, volvemos los ojos hacia Vos, vida, dulzura y esperanza nuestra. Atraednos con la suavidad de vuestra voz para mostrarnos un día, después de nuestro destierro, a Jesús, fruto bendito de vuestro seno, ¡oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!”.

 

PAPA PÍO XII.


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