I. La
modestia es una virtud que regula el exterior del hombre; debes practicarla,
porque no conviene a un cristiano, que debe ser la imagen y copia de
Jesucristo, ser descompuesto en sus palabras o en sus actos. Dios está en todas
partes; tu buen Ángel te ve; los hombres son testigos de tus inmodestias y se
escandalizan de ellas. Todos estos motivos deberían persuadirte a amar esta
hermosa virtud, que tanta gloria procura a Dios y tanto bien hace al prójimo. ¡Qué hermoso es dar buenos ejemplos! (San Ambrosio).
II.
Para practicar la modestia, es necesario que consideres tu edad, tu condición,
tu género de vida, el tiempo, el lugar y las ocasiones en que te encontrares.
Tus miradas deben ser modestas, tanto como tus palabras, tus acciones y todo tu
exterior; en una palabra, debes comportarte de tal modo que se pueda decir de
ti: “Así es como andaba Jesucristo, así es como obraba y conversaba con los
hombres”. Quien profesa creer en Jesucristo, debe
regular su conducta según la de su Maestro (San Jerónimo).
III.
La modestia exterior depende de la interior; el rostro no es sino el reflejo de
los sentimientos del alma. Si tus pasiones están bien mortificadas, si tu
corazón está continuamente ocupado con el pensamiento de Dios, no tendrás mucho
trabajo en ser modesto. Tu alma, encontrando su contento en el interior de sí
misma, no lo buscará en el exterior. Los
sentimientos se manifiestan en nuestro continente, y el rostro es el espejo del
alma y la expresión de las costumbres (San Isidoro).
La modestia. Orad por la pureza en la
juventud.
ORACIÓN: Haced,
oh Dios omnipotente, que esta venerable solemnidad del bienaventurado Luis,
vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el
deseo de la salvación. Por J. C. N. S.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.