Nota
de Nicky Pío: Hoy comenzamos con una serie de
publicaciones, que para aquellos que me han preguntado ¿Qué es la masonería? Podrán
leer (con un leguaje ya olvidado) todo el peso de la Iglesia con la que siempre
condeno a esta secta. Acá se expresa la verdad sin eufemismos. Esta
publicaciones serán demoledoras para los que todavía tienen dudas, y para los
masones que quieren engañar a los incautos presentándose como lo que no son…
—Hay una relación estrecha entre el
socialismo y las sociedades secretas, pero éstas son acaso más peligrosas, y en
último término van a parar a las mismas consecuencias.
Véase cómo se expresa Pío IX en los documentos citados. En la Encíclica “Qui pluribus”, dice que estas sociedades enemigas de la religión y de la
autoridad civil y eclesiástica, “han
salido de las tinieblas para ruina y devastación del orden eclesiástico y civil,
y han sido anatematizadas repetidas veces por los Romanos Pontífices nuestros
predecesores en sus Letras Apostólicas, que Nos en virtud de nuestra potestad
apostólica, continuamos y mandamos que sean fielmente observadas.” En la “Alocución
Quibus quantisque”, las llama “abominables
sectas de perdición, en sumo grado perjudiciales no sólo a la salvación de las
almas, sino también al bien y tranquilidad de la sociedad” y las condena
nuevamente, atribuyendo a sus maquinaciones las calamidades e infortunios que
afligen a las naciones. En la “Alocución
Singulari quadam”: “Tenemos que lamentar, exclama, la existencia de una raza
impía de incrédulos que desearían, si fuera posible, exterminar la religión, y
entre ellos han de contarse en primer lugar los miembros de las sociedades
secretas, que unidos entre sí por un pacto detestable, no omiten medio para
perturbar y trastornar la religión y el Estado, violando todos los derechos; a
los cuales convienen aquellas palabras del divino Redentor: “Vosotros sois hijos
del diablo y queréis hacer las obras de vuestro padre.” —Además, en la
célebre “Encíclica Quanta cura”,
condena el error de los que afirman “que
las Constituciones Apostólicas que condenan a las sociedades secretas (exíjase
en ellas o no el juramento de guardar secreto) y anatematizan a sus secuaces y
fautores, no tienen fuerza alguna en aquellos países, donde el gobierno tolera
tales sociedades.” Las Constituciones a que esto se refiere son las de Clemente XII, “In eminenti”; Benedicto XIV, “Providas”; Pío VII, “Ecclesiam”, y León XII, “Quo graviora”. —Por último,
después de la publicación del Syllabus, renovó la condenación contra las
sociedades secretas y en especial contra la Francmasonería,
en la Alocución Multiplices, de 25 de Septiembre de 1865. “¿Qué pretende, pregunta, esa agregación de
hombres de cualquiera- religión y cualesquiera creencias? ¿Qué fin se proponen
esas reuniones clandestinas, y el juramento rigorosísimo exigido a los
afiliados de no revelar jamás nada de lo que a ellas se refiera? ¿Y por qué esa
severidad terrible de penas a que se someten los adeptos en caso de faltar al
juramento? En verdad es impía y criminal una sociedad que así huye de la
claridad y de la luz: porque el que obra mal, dice el Apóstol, aborrece la
luz... —Estos sectarios, añade, “bajo una aparente probidad, están
inflamados de odio contra la religión cristiana y los gobiernos legítimos, y
únicamente se proponen atropellar todos los derechos divinos y humanos (1)”
Los que han estudiado a fondo el carácter y tendencias de
estas sociedades, y en especial de la Masonería, enseñan, y lo demuestran con
testimonios de los libros, discursos y periódicos de los mismos masones, que no es exacto que la masonería es una institución
filosófica y filantrópica, pues para esto no necesita ocultarse y exigir
terríficos juramentos: —que su verdadero objeto es destruir toda soberanía y
toda religión, especialmente el catolicismo, admitiendo a lo sumo lo que llama
la religión de la naturaleza y la moral universal, —que se ha declarado
atea e incrédula y materialista,—que
proscribe de las escuelas toda enseñanza religiosa, que aspira a absorber toda
la sociedad humana, infundiendo sus ideas en el cuerpo social, —que deben atribuirse
a su influencia todas las revoluciones políticas acaecidas desde mitad del
siglo pasado; y por último, que todas las sociedades
secretas, francmasones, iluminados, carbonarios, etc., son iguales en
perversidad, y están igualmente conjuradas contra el altar, el trono y los principios sociales.
(1) El
actual Pontífice León XIII publicó en 20 de Abril de 1881 la célebre
Encíclica “Humanum Genus”, obra
completa y acabada que en pocas páginas encierra todo cuanto se ha escrito en
grandes volúmenes contra la francmasonería y las sociedades secretas: es una
demostración clara de todos sus errores y una refutación contundente de los
mismos; es una exposición de los propósitos, fines y medios de la
francmasonería y de sus perniciosos resultados; es, en una palabra, un proceso
acabado y la prueba plena de su perversidad, que, en oposición abierta con el
cristianismo, quiere precipitar a la humanidad entera por caminos de perdición.
Véase “El Papa y las logias”, por Perujo, donde se comenta brillantemente
este notable documento, y se indica la conducta que deben seguir los católicos
respecto a la Masonería. — (Nota del
Editor).
“LECCIONES
SOBRE EL SYLLABUS”
(Año
1894)
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