jueves, 4 de noviembre de 2021

Sociedades secretas –Por el P. Niceto Alonso Perujo. (Parte I)


 



Nota de Nicky Pío: Hoy comenzamos con una serie de publicaciones, que para aquellos que me han preguntado ¿Qué es la masonería? Podrán leer (con un leguaje ya olvidado) todo el peso de la Iglesia con la que siempre condeno a esta secta. Acá se expresa la verdad sin eufemismos. Esta publicaciones serán demoledoras para los que todavía tienen dudas, y para los masones que quieren engañar a los incautos presentándose como lo que no son…

 

   —Hay una relación estrecha entre el socialismo y las sociedades secretas, pero éstas son acaso más peligrosas, y en último término van a parar a las mismas consecuencias.

   Véase cómo se expresa Pío IX en los documentos citados. En la Encíclica “Qui pluribus”, dice que estas sociedades enemigas de la religión y de la autoridad civil y eclesiástica, “han salido de las tinieblas para ruina y devastación del orden eclesiástico y civil, y han sido anatematizadas repetidas veces por los Romanos Pontífices nuestros predecesores en sus Letras Apostólicas, que Nos en virtud de nuestra potestad apostólica, continuamos y mandamos que sean fielmente observadas.” En la “Alocución Quibus quantisque”, las llama “abominables sectas de perdición, en sumo grado perjudiciales no sólo a la salvación de las almas, sino también al bien y tranquilidad de la sociedad” y las condena nuevamente, atribuyendo a sus maquinaciones las calamidades e infortunios que afligen a las naciones. En la “Alocución Singulari quadam”: “Tenemos que lamentar, exclama, la existencia de una raza impía de incrédulos que desearían, si fuera posible, exterminar la religión, y entre ellos han de contarse en primer lugar los miembros de las sociedades secretas, que unidos entre sí por un pacto detestable, no omiten medio para perturbar y trastornar la religión y el Estado, violando todos los derechos; a los cuales convienen aquellas palabras del divino Redentor: “Vosotros sois hijos del diablo y queréis hacer las obras de vuestro padre.” —Además, en la célebre “Encíclica Quanta cura”, condena el error de los que afirman “que las Constituciones Apostólicas que condenan a las sociedades secretas (exíjase en ellas o no el juramento de guardar secreto) y anatematizan a sus secuaces y fautores, no tienen fuerza alguna en aquellos países, donde el gobierno tolera tales sociedades.” Las Constituciones a que esto se refiere son las de Clemente XII, “In eminenti”; Benedicto XIV, “Providas”; Pío VII, “Ecclesiam”, y León XII, “Quo graviora”. —Por último, después de la publicación del Syllabus, renovó la condenación contra las sociedades secretas y en especial contra la Francmasonería, en la Alocución Multiplices, de 25 de Septiembre de 1865. “¿Qué pretende, pregunta, esa agregación de hombres de cualquiera- religión y cualesquiera creencias? ¿Qué fin se proponen esas reuniones clandestinas, y el juramento rigorosísimo exigido a los afiliados de no revelar jamás nada de lo que a ellas se refiera? ¿Y por qué esa severidad terrible de penas a que se someten los adeptos en caso de faltar al juramento? En verdad es impía y criminal una sociedad que así huye de la claridad y de la luz: porque el que obra mal, dice el Apóstol, aborrece la luz... —Estos sectarios, añade, “bajo una aparente probidad, están inflamados de odio contra la religión cristiana y los gobiernos legítimos, y únicamente se proponen atropellar todos los derechos divinos y humanos (1)

   Los que han estudiado a fondo el carácter y tendencias de estas sociedades, y en especial de la Masonería, enseñan, y lo demuestran con testimonios de los libros, discursos y periódicos de los mismos masones,  que no es exacto que la masonería es una institución filosófica y filantrópica, pues para esto no necesita ocultarse y exigir terríficos juramentos: —que su verdadero objeto es destruir toda soberanía y toda religión, especialmente el catolicismo, admitiendo a lo sumo lo que llama la religión de la naturaleza y la moral universal, —que se ha declarado atea  e incrédula y materialista,—que proscribe de las escuelas toda enseñanza religiosa, que aspira a absorber toda la sociedad humana, infundiendo sus ideas en el cuerpo social, —que deben atribuirse a su influencia todas las revoluciones políticas acaecidas desde mitad del siglo pasado; y por último, que todas las sociedades secretas, francmasones, iluminados, carbonarios, etc., son iguales en perversidad, y están igualmente conjuradas contra el altar, el trono y los principios sociales.

   (1) El actual Pontífice León XIII publicó en 20 de Abril de 1881 la célebre Encíclica “Humanum Genus”, obra completa y acabada que en pocas páginas encierra todo cuanto se ha escrito en grandes volúmenes contra la francmasonería y las sociedades secretas: es una demostración clara de todos sus errores y una refutación contundente de los mismos; es una exposición de los propósitos, fines y medios de la francmasonería y de sus perniciosos resultados; es, en una palabra, un proceso acabado y la prueba plena de su perversidad, que, en oposición abierta con el cristianismo, quiere precipitar a la humanidad entera por caminos de perdición. Véase “El Papa y las logias”, por Perujo, donde se comenta brillantemente este notable documento, y se indica la conducta que deben seguir los católicos respecto a la Masonería. — (Nota del Editor).

 

“LECCIONES SOBRE EL SYLLABUS”

(Año 1894)

 


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