viernes, 12 de noviembre de 2021

Algunos luciferianos o abogados de Lucifer: Boullan y los Mariavitas – Por Monseñor Cristiani.

 






La secta de los Mariavitas, están vigente como hace más de 100 años, cuando asomó por primera vez su cabeza de serpiente. Nació en el seno de la alta magia negra. Pero no me voy adelantar con este tema. Lo vamos a profundizar, porque actualmente existen y están en varios países. Hace unos cinco años más o menos me consultaron sobre esta secta, condenada por el Papa SAN PÍO X. Muchos son los incautos que caen en ella, porque esta secta luciferina se auto-demonima “católica” y porque profesan una herética y blasfema devoción a María. Vamos a comenzar con un texto de Monseñor Cristiani, Luego vamos profundizar sobre esta secta. Será necesario profundizar sobre ciertos personajes de la Magia negra, sobre todo de los siglos XIX y XX (no en sus obras) sus libros son demasiado peligrosos leerlos, pero si a manera de breve reseña biográfica, así, se van a tener una visión de conjunto en la que nace y se expande esta terrible secta diabólica. Muchos de los nombres que van ir apareciendo en nuestra investigación el autor PIERRE VIRION los vincula con el CVII, según Virion el “Concilio Vaticano II” se gestó en las entrañas de las logias masónicas y en las mentes de estos brujos, versados en la alta magia…


  En el presente capítulo, desearíamos dar algunos ejemplos recientes de luciferianismo. El primero será el del abate Boullan (Seguimos de cerca aquí las páginas que le son dedicadas en Satán de los Estudios carmelitanos, completándolas con algunos datos extraídos de la Enciclopedia católica).

   Jean-Antoine Boullan nació el 18 de febrero de 1824, en Saint- Porchaire (Charente-Maritime), y murió en Lyon el 4 de enero de 1893. Sabemos poca cosa de su carrera, aparte de que se hizo sacerdote en 1848. Frecuentó a escritores ocultistas, vivió en un medio que él mismo definió, en su “Confesión”, como de mujeres “locas y demoníacas, según el juicio que uno puede formarse”. Una de estas mujeres es, además, epiléptica. Ahora bien, en esa misma “Confesión” reconoce que “no tenía aptitudes” para dirigir a las mujeres.

   Parece mucho más probable que fuese “dirigido” por ellas. Es, no obstante, inteligente. Pero está trabajando por una curiosidad malsana a la vez que por inclinaciones sensuales que llegan hasta la obsesión. Explica él mismo sus faltas en la forma siguiente: “Mis pecados — escribe — tienen una triple fuente, origen y principio: en primer lugar, la debilidad y la fragilidad de mi naturaleza corrompida; las ilusiones del demonio propias a engañarme y extraviar mi espíritu; por fin, mi modo de entender las cosas, que me arrastra a varias cosas dignas de censura y reprensión.”

   Semejante confesión presenta las marcas de la sinceridad. El abate Boullan reconoce entonces sus errores y sus faltas. Existe en él una mezcla de buenas intenciones, mediante las cuales se ciega, y de acciones culpables sobre las cuales intenta ilusionarse. Pretende haber querido sanar a posesos. Para ello ha tratado de estudiar los efectos del pecado y los límites de la acción del diablo en el transcurso de sus “experiencias” con mujeres perversas. Se deja —podemos creerlo — convertir por Satán al punto de considerarse “Juan Bautista vuelto a descender sobre la tierra”. Se hace sucesor del herético Vintras, quien “se consideraba una reencarnación del profeta Elias”.

   Sabemos que en el Evangelio, Juan Bautista está presentado como un nuevo Elias. Un sucesor de Vintras no podía ser, pues, sino Juan Bautista. Desde el momento que es esto, tiene una misión. Ha nacido reformador. Necesita agrupar a su alrededor discípulos para levantar el “poder de Dios” contra la Iglesia Romana. Según él, la Iglesia Romana está librada a Satán. Los sacerdotes católicos son, de acuerdo con su expresión, “los demonios del sacerdocio”.

   La cuestión dinero le preocupa en grado sumo. Su “Confesión” nos lo muestra “ganando mucha plata” en París, antes de fundar su obra. No dice de dónde viene este dinero. Pero se le va a la cabeza. Compra un castillo y gasta en él sumas considerables. En su espíritu el bien y el mal se han convertido en algo tan confuso que comete una estafa en 1861 y, después de ser enjuiciado, pasa tres años en la cárcel (1861-1864). La investigación judicial establece que utilizaba sus seudoconocimientos sobrenaturales para explotar a las almas crédulas y substraerles dinero. Este dinero, por otra parte, no lo guardaba. Tenía el placer extraño de recibirlo de unos para repartirlo entre otros.

   En su “Confesión”, pronuncia anatemas incendiarias contra los “demonios del sacerdocio” que lo han denunciado a Roma para hacerlo condenar junto con su amiga la ex religiosa Adéle Chevalier, quien fué objeto de un milagro en La Salette y que después cayó en el vicio, arrastrando al abate Boullan junto con ella en su caída. Será llevado ante los tribunales eclesiásticos romanos y encarcelado en las prisiones del Santo Oficio, de donde lo liberará la invasión de los piamonteses en 1870.

   A todos los que lo persiguieron, el abate Boullan les prometía las penas del infierno, eternas o temporales, como asimismo la prisión en la torre de Babel, o el castigo de pagarle todas sus deudas.

   Sus extravagancias son tales que los mismos discípulos de Vintras lo excluyen de su círculo.

   La historia de este sacerdote extraviado, que fué víctima del ocultismo y el erotismo, sería sencillamente lamentable y común si no hubiera pertenecido a una cadena y dejado una continuación.

   Perteneció a una cadena y su caso nos da una vislumbre afligente de todo un mundo de manifestaciones y de intrigas tenebrosas. El ocultismo de Eliphas Lévi, el ilusionismo de Vintras, ésta reencarnación de Elias, la teosofía de Madame Blavatsky, las creaciones de Guaita, luego de sár Péladan, bajo el título de Rosa-Cruz, y quizá también, en un plano más amplio todavía, los ritos misteriosos de la francmasonería “iniciática” — condenando el ateísmo del Gran Oriente de Francia — no son más que una cantidad determinada de estas doctrinas esotéricas que se agitan en las profundidades de nuestras sociedades modernas. Y en todo esto no es indudablemente injusto ver formas del satanismo actual.

   Pero el abate Boullan ha dejado también una descendencia: el cisma de los Mariavitas.

 

   ¿Qué son los Mariavitas?

   Los Mariavitas son una secta seudomística fundada en Polonia, en 1906, por un sacerdote excomulgado, Jan Kowalski, y por una visionaria, Felicitas Kozlowska (1862-1922).

   Ahora bien, los fundadores se vinculaban estrechamente con el abate Boullan. Habían pertenecido a sus obras, participado en su actuación, compartido su ilusionismo. Kowalski y su colega Procnievski eran ambos franciscanos. María Felicitas Kozlowska era una religiosa franciscana. Habían pertenecido a la clientela del abate Boullan y de su profetiza, la ex religiosa Adéle Chevalier, la que fué objeto de un milagro en La Salette. Se los encuentra en este medio sospechoso entre 1888 y 1893. En esta fecha el abate Boullan muere. Los polacos regresan, entonces, a su país. En 1894, empiezan los vaticinios de María Felicitas, a quien pronto llamarán la Matouchka: la madre.




   El nuevo movimiento profesa una devoción particular por la Virgen María. No hablan, muy piadosamente, sino de “imitar la vida de la Virgen María” —Mariae vitam imitari—. De ahí el nombre de Mariavitas. María Felicitas Kozlowska no teme atribuirse a sí misma la “inhabitación de la Virgen”. En 1903, el santo papa Pío X, los condena. Lejos de someterse, los Mariavitas se separan en masa de la Iglesia. Se ha calculado en casi un millón el número de sus adherentes, y en trescientos el de los sacerdotes y religiosas que los dirigen o fanatizan, en la época de la fundación oficial del cisma, en 1906. Kowalski se convierte en patriarca de la secta. Obtiene, para él y algunos colegas, la consagración episcopal — válida — por parte del episcopado viejo-católico y jansenista de Utrecht, en 1909.

   En diciembre de 1910, la condenación con la cual el papa Pío X los ha marcado es confirmada y publicada en el Acta Sanctae Sedis.

   Pero pronto estalla el escándalo. En la secta se tiene la presunción de autorizar la práctica de los “casamientos místicos” y jactarse de ello, plagiado, como el resto, del abate Boullan. Estos casamientos están destinados, se asegura, a obtener “la procreación sin concupiscencia de hijos que, en esta forma, no tendrán el pecado original”. Del “casamiento místico” se pasa muy rápido a la “poligamia mística” o “poligamia espiritual”. Los Viejos Católicos, entonces, protestan y se enfadan. En el Congreso Internacional de su secta, en 1924, en Berna, excomulgan a toda la Iglesia Mariavita, que cuenta aún en esa fecha con seiscientos mil fieles.   Desde esa época el patriarca y varios de sus obispos han tenido que responder, en su país, por graves acusaciones sobre cuestiones de costumbre, y la Corte de Justicia los ha sentenciado a condenas ruidosas. Según la Enciclopedia Católica, en el vocablo Mariaviti, tomo VIII, de 1952, su número no pasaba entonces de los cincuenta mil, con un arzobispo, tres obispos, treinta sacerdotes y quinientas hermanas. Los Mariavitas viven, según ellos, de acuerdo con las Reglas de San Francisco: los sacerdotes obedecen a la primera Regla, las religiosas a la segunda y los fieles a la de la Tercera Orden.

   De nuevo ahí el satanismo se limita a “parodiar” las organizaciones ortodoxas. ¡Ensucia al franciscanismo, por falta de poder hacer mejor!

 

“PRESENCIA DE SATÁN EN EL MUNDO MODERNO”


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