jueves, 26 de mayo de 2022

BREVE PRÁCTICA DEL MES DE MAYO – CONSAGRADO A LA MADRE DE DIOS – POR D. FÉLIX SARDÁ Y SALVANY, PBRO. Año 1899. (Día 26 de Mayo


 


   IMPORTANTE: Para las oraciones de todos los días y el obsequio  (flores espirituales), ver publicación del 1 de Mayo.


XXVI

María en las primeras persecuciones. — No temer la persecución.

 

   Tras las primeras conquistas de la fe vinieron las primeras iras del infierno contra ella, y corrió la sangre de los primeros Mártires. Los Apóstoles fueron varias veces víctimas de las rencorosas vejaciones de los judíos, y después en diferentes lugares derramaron casi toda su sangre por Jesucristo. Esteban fué por igual causa apedreado. María daba valor a esos primeros atletas con su palabra y con su oración.

   El odio contra la verdad ha armado en todos tiempos el brazo de los malvados contra los seguidores de ella. “Todos los que quieran piadosamente vivir según Jesucristo, ha dicho San Pablo, padecerán persecución.” Nuestro siglo ha visto correr sangre de cristianos por el solo delito de serlo, y muchas infernales revoluciones han añadido no pocos de esos héroes al martirologio de los anteriores siglos. Mas, aun cuando a tanto no se llega, aun cuando no se extrema la vejación hasta el punto de herir y matar los cuerpos, es indudable que se ejerce con saña y crueldad bastantes para afligir más de una vez con verdadero martirio a los muchos fieles discípulos de Cristo en su fama, en su honra, en sus intereses, en su tranquilidad, en su porvenir y en el de sus familias. ¡Ay! acordaos en estos casos de que las primeras lágrimas y congojas de la persecución por causa de la fe fueron consoladas por María Santísima, que no sin razón se llama Reina de los Mártires. Y desde entonces la devoción a María ha sido el consuelo de todos los oprimidos por causa de su Divino Hijo, en los diferentes formidables combates que por El y por su fe se han sostenido hasta hoy en el mundo.

   ¡Oh Madre! ¡Cuán necesitados estamos hoy de que socorra vuestro poder a los cristianos, en mil formas distintas fieramente perseguidos por el odio revolucionario! ¡Sednos, oh Madre, escudo de protección!

 

 

 


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