miércoles, 11 de mayo de 2022

BREVE PRÁCTICA DEL MES DE MAYO – CONSAGRADO A LA MADRE DE DIOS – POR D. FÉLIX SARDÁ Y SALVANY, PBRO. Año 1899. (Día 11 de Mayo)

 



IMPORTANTE: Para las oraciones de todos los días y el obsequio  (flores espirituales), ver publicación del 1 de Mayo.

 

XI.

María en su Purificación. —Celo del buen ejemplo.

 

   La Virgen Madre, más pura que el sol, sale de su casita y va al templo cuarenta días después de su alumbramiento para ofrecer su Hijo allí y purificarse como las demás mujeres. Exenta de esta ley por el carácter divino de su maternidad castísima, quiere no obstante sujetarse a ella, para dar en todo, ejemplo de perfecta observancia legal.

   Nada hay tan eficaz como el buen ejemplo, y es esta un arma de celo cristiano que toda alma fiel puede y debe emplear para gloria de Dios y provecho de sus hermanos. No se te pedirá tal vez cuenta, alma cristiana, de si has escrito sabios libros, o pronunciado elocuentes discursos, o acaudillado grandiosas empresas. Todo esto puede ser quizá muy ajeno a tu especial vocación. Más se te pedirá estrechísima sobre si has dado o no a los tuyos y al mundo la luz del buen ejemplo que con tus palabras y acciones les debías dar. Seas hombre, seas mujer, seas rico, seas pobre, seas rudo, seas sabio, tu voz y tu obra tienen alguna influencia, poca o mucha, alrededor de ti, y con esta influencia puedes ayudar a la causa de Dios y del bien, o a la causa del demonio su enemigo. Apóstol de Dios eres, si en su ayuda trabajas; satélite del diablo, si te empleas en obras que él inspira. Tu familia, tu círculo de amistades o negocios, la plaza y calle en que vives, el sitio de diversión o pasatiempo en que concurres, esa es la arena de tu apostolado, ese el terreno en que siembras sin cesar o para el bien o para el mal.

   ¿Qué uso has hecho hasta hoy, oh cristiano, de esa arma poderosísima del buen ejemplo?

   Gran cuidado debe darte para el día del juicio esta reflexión, y te pido la consideres y revuelvas en tu interior siquiera unos breves minutos cada noche. Dite a ti mismo: en este día que acaba de transcurrir ¿he favorecido con mis obras y palabras la causa de Dios o la causa de su enemigo?

 

 


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