I. Hay árboles que producen hojas y flores, pero nunca frutos. Los hipócritas son semejantes a estos árboles: tienen una devoción de escaparate y de alarde. Todo lo que hacen, lo hacen únicamente para parecer virtuosos y atraerse las alabanzas de los hombres. El vicio es horrible bajo cualquier color que se presente; pero es infinitamente más horrible aun cuando se oculta bajo las exterioridades de la virtud (San Jerónimo).
II. Algunos
árboles no dan frutos o no dan sino malos. Son los cristianos que se entregan a
sus pasiones, y no se preocupan en absoluto de corresponder a las gracias y a
las inspiraciones que Dios les envía. Para hacerlos volver en sí, Dios los
prueba mediante la enfermedad, los reveses de fortuna, la pérdida de un
pariente o de un amigo. No te asombres si cada día eres más probado, pues cada
día te haces más malo (Salviano).
III. Hay
árboles que dan fruto, pero en pequeña cantidad. ¿No eres tú del número de
estos árboles mezquinos para con la mano que los ha plantado? ¿No es verdad,
acaso, que no produces sino pocas obras buenas, que no haces sino aquello que
estás obligado a hacer? Y aun en esto faltas a menudo. ¿Dónde estarías tú si
Dios te tratase del mismo modo? ¿Estaba obligado acaso a crearte, a
conservarte, a redimirte, a colmarte de tantas gracias de elección? ¡Oh Dios
mío, cuán generoso sois conmigo y cuán mezquino soy yo con vos! ¡Como si no
fuese trabajar para nosotros mismos el serviros!
El celo de las buenas obras. Orad por el aumento de las obras de
caridad.
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