jueves, 15 de febrero de 2024

SOBRE LAS TENTACIONES – Por Cornelio Á Lápide. (Parte 1)

 




¿Por qué a permitió Jesucristo que el demonio le tentase?

 

 

   Jesús, dice el evangelista San Mateo, fué conducido por el Espíritu al desierto, para que el demonio le tentase. (San Mateo. IV. 1).

 

   Quiso Jesucristo ser tentado: 1) Para enseñarnos a resistir a las tentaciones, y convencernos de que hemos de ser experimentados para salvarnos. 2) Para enseñarnos que la tentación no es un pecado. 3) Para probarnos  que con la gracia se pueden vencer todas la tentaciones. 4) Para manifestarnos que es nuestro hermano. 5) Para patentizarnos que ha cargado con nuestras miserias. 6)  Para decirnos que hemos de prepararnos a todas las tentaciones y esperarlas. 7) Quiso ser tentado para vencer al demonio. Jesucristo ha sido tentado, dice San Agustín, para que el cristiano no fuese vencido por el tentador, y vencedor Jesucristo, fuésemos nosotros también vencedores (In Psal. XC).

 

Los santos no están exentos de tentaciones; Quienes están más tentados que los otros.

 

   Se ha dado a mi carne un aguijón, el ángel de Satanás, que me abofetea, dice el gran Apóstol: (II. Cor. X II. 1). Y exclamaba: ¡Qué desgraciado soy! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Rom. VII. 24). Veo en mis miembros otra ley que combate la ley de mi espíritu, y me cautiva bajo la ley del pecado, que está en mis miembros. (Rom. VII. 23).

 

   Los justos son tentados como los demás hombres, dice la Sabiduría. (XVIII. 20). No son los buques vacíos los que temen a los piratas, dice San Crisóstomo, sino los que están cargados de oro de plata y de  piedras preciosas: de la misma manera el demonio no atormenta fácilmente al  pecador, sino más bien al justo, en quien se hallan grandes riquezas en virtudes y en méritos.

 

   Cuando adelantamos en virtud, dice San Gregorio, los espíritus malos siempre llenos de cruel envidia contra los que practican el bien, tratan de tentarnos más: (Lib. XXIX. Moral.)

 

   A medida que el ardor de obrar bien aumenta, dice el venerable Beda, el  deseo furioso de enfriarnos e impedirnos practicar la virtud crece en los espíritus inmundos; no cesan de preparamos emboscadas por todas partes, (In. Lib. 1Reyes)

 

   Así el Espíritu Santo advierte a las almas fieles que se prevengan contra los ataques de los espíritus malignos. Hijo mío, así que queráis servir al Señor, permaneced en la justicia y en el temor, y preparad vuestra alma a la tentación. (Eccli. II. 4)

 

   San Hilario de Poitiers nos dice: Los demonios tientan más a los Santos, porque su triunfo es extraordinario, si pueden vencerlos.

 

   Eutemio añade: Allí donde el demonio, que es un ladrón, ve riquezas espirituales, allí dirige su ejército y sus armas.

 

   Por esto compara San Crisóstomo los demonios a los piratas que se lanzan con una audacia y un furor tanto mayores, cuanto más cargado va el buque que acometen. (Homil. XXXI. In Genes.)

 

   Comprendamos bien, dice San León, que cuanto más nos dediquemos a nuestra salvación, con mayor impetuosidad se arrojarán sobre nosotros nuestros adversarios: (Serm. I. de Quadrag.)

 

   Jamás cesan las pruebas de la persecución mientras se practica la piedad, añade el mismo Santo. (Serm. IX. de Quadrag.)

 

   Ya lo predijo Jesucristo: Sereís odiados por todos los hombres a causa de mi nombre: (Mateo. XXIV.) Si el mundo os aborrece, sabed que me ha aborrecido primero. Si hubieseis sido del mundo, el mundo amaría lo que es suyo; pero, porque no sois del mundo y os he escogido de en medio del mundo, por esto os aborrece el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es mayor que el amo. Si me han perseguido, os perseguirán también. (Juan. XV. 18 20). Sereís oprimidos en el mundo. (Juan. XVI. 33).

 

   Podemos ser mártires sin la cuchilla, dice San Gregorio, si tenemos paciencia en las tentaciones (Moral).

 

 

“Tesoros de Cornelio Á Lápide”


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