¿Cuál
es de una vez el fin supremo de la orden?
No ha de ofrecer dificultad la respuesta (…)
El fin, especifica la naturaleza de una sociedad y esta naturaleza en la
definición viene estampada. (…): la masonería es satánica. Satánico por
consiguiente debe de ser su fin. ¿En qué
consiste este satanismo? En el triunfo de Satanás
sobre el Dios verdadero, procurado por la secta.
¿Cómo se demuestra la realidad de este fin
satánico? Muy sencillamente. La secta es maniquea por su
origen gnóstico-maniqueo, por la historia de su propagación y desarrollo, por
sus doctrinas y prácticas: bien asentados dejamos estos extremos en nuestros “Orígenes de la masonería”. Por maniqueísmo
se entiende la coexistencia y lucha de dos principios adversos de las cosas,
uno bueno y otro malo, el Dios verdadero y Satanás. Ahora bien, comienza la masonería por
trastrocar los términos, convirtiendo al Dios bueno, al único y verdadero Dios,
en Dios malo, y a Satanás en Dios bueno: luego
despoja a aquel (Dios verdadero) de sus inconmutables atributos y real
soberanía, le carga de todos los oprobios, le hace guerra mortal como a
Creador, como a Salvador, le hace guerra a su nombre y adoración, y persigue a sus fieles servidores; mientras por el contrario enaltece al rey de los
demonios, le pide inspiraciones, ejecuta sus mandatos, promueve sus intentos, se
le rinde a guisa de vil esclavo y pugna por sojuzgar bajo sus plantas la
humanidad entera. ¿Esto no se llama trabajar en pro de su gloria y reino
universal?
Con
gran sabiduría el Congreso antimasónico
celebrado en Trento, en cabeza de
sus acuerdos y como base fundamental de los mismos, puso la siguiente
declaración: “La francmasonería es una
secta religiosa (es decir, de carácter religioso en buena o mala parte) y
maniquea, y la última razón de sus secretos y misterios es el culto de Lucifer
o Satanás adorado en las traslogias como el Dios bueno en oposición al Dios de
los católicos, a quien los iniciados blasfemos apellidan el Dios malo.”
Luego si la última razón de los secretos y
misterios de la masonería, o digamos, lo sumo y extremo de ella, su perfección y
coronamiento, la síntesis y expresión de sus sentimientos se cifra en el culto y adoración de Satanás, ineludiblemente infiérese
que su conato perseverante, su único anhelo y colmo de sus ansias lo constituye
el triunfo del ángel rebelde.
Este argumento general se descompone en dos
y con todo rigor a dos equivale. Uno es de autoridad y descansa en el sufragio
de los eminentes varones que después de concienzudas pesquisas votaron la
declaración del Congreso antimasónico. ¿Quién
osará tener en menos este unánime fallo? El otro argumento brota de las
entrañas mismas de la declaración y sin socorro extraño por sí se defiende. Tres conceptos
encierra: 1. La masonería es de carácter religioso; 2. Es maniquea; 3. Adora a
Satanás: los cuales una vez convenientemente expuestos, de ellos
espontáneamente se desprende la conclusión. Vamos por partes.
(Estos
tres puntos lo ire publicando en forma independiente) Si Dios quiere.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.