jueves, 20 de abril de 2023

MEDITACIÓN SOBRE LAS CAUSAS DE NUESTRO RELAJAMIENTO EN LA VIRTUD


 


I. Tengamos cuidado de no relajar nuestro fervor en el servicio de Dios. Dios, a quien servimos, es constante e inmutable; es siempre el mismo, no amengua su amor por nosotros; imitemos esta constancia. Repasemos en nuestro espíritu los años transcurridos: ¿no hemos sido antes más fervientes que ahora?

Acuérdate de dónde has caído. Haz tus primeras obras, no sea que otro reciba tu corona (Apocalipsis).

 

II. Nuestra relajación tiene, de ordinario, dos causas: la primera, es una excesiva confianza en nuestras buenas obras pasadas. Una vez que hemos confesado los pecados que nos hacían temer el infierno, ya pensamos que podemos vivir seguros. Más, ¡cuán infundada es nuestra confianza! Aun en el caso de que estuvieras seguro de estar en gracia de Dios, ¿quién te asegura que perseverarás en ella hasta la muerte? Tiembla, y trabaja seriamente en tu salvación.

El demonio inspira la tranquilidad a fin de que las almas se pierdan más fácilmente (San Euquerio).

 

III. La otra causa de relajamiento en el servicio de Dios es que nos cansamos en el camino de la virtud: las austeridades, las mortificaciones y esta vida que contraría enteramente a la naturaleza, disgustan al cuerpo. Sublévase el espíritu al pensamiento de una penitencia de acaso cuarenta y cincuenta años. Más, ¿quién te ha prometido ni siquiera un día de vida? No pienses sino en el día en que vives, en la acción que ejecutas al presente. Hazla bien y no te atormentes de gusto por un porvenir incierto. Pasemos santamente el tiempo de nuestra vida, ya que tan rápidamente se desliza.

Nuestros días pasan veloces; plegue a Dios que pasen bien (San Cesáreo).

 

Volved al primer fervor.

Orad por el aumento de la virtud.


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