lunes, 10 de abril de 2023

MEDITACIÓN SOBRE CUÁL DEBE SER EL MOTIVO DE NUESTRAS LÁGRIMAS.

 


I. Llora tus miserias: el mundo es un valle de lágrimas, lleno de innúmeras calamidades, donde los placeres mismos son fuente de mucho llanto; nuestros cuerpos son la prisión de nuestras almas; nuestras enfermedades son los verdugos de nuestro cuerpo; no es nuestra vida sino una serie continua de dolores y aflicciones. Nacemos y vivimos en lágrimas, morimos en dolores, suspiros y sollozos. Con todo amamos esta vida y huimos de la muerte que debe poner término a nuestros dolores y a nuestras lágrimas.

 

II. Llora tus pecados como David, que bañaba el lecho con sus lágrimas, que mojaba su pan en llanto. ¡Si lloras la pérdida de un amigo, de un pariente, de un pleito, qué lágrimas no deberá arrancarte la pérdida del paraíso, que tus pecados te arrebataron! Llora también los pecados de los demás si amas a Nuestro Señor Jesucristo, porque esos pecados de nuevo lo crucifican.

 

III. Consuélate, tú, que lloras por tus miserias y tus pecados. Pasa el tiempo de tu exilio; inadvertidamente te acercas a la patria. Dios enjugará todas tus lágrimas en el cielo; ya desde esta vida calma tu llanto, si mana del dolor de tus pecados. ¿Qué gozo puede compararse en este mundo al gozo de llorar nuestros pecados?

Si es tan deleitoso llorar por Jesús, ¿qué no será regocijarse con Él? (San Agustín).

 

Pedid a Dios la compunción del Corazón

Orad por los obispos.

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