domingo, 19 de febrero de 2023

MEDITACIÓN SOBRE EL EVANGELIO.

 




No me avergüenzo del Evangelio. (Romanos 1, 16)

 

I. Un cristiano debe creer todo lo que se dice en el Evangelio; debe escuchar cada una de sus palabras como si Jesucristo mismo le hablase, dice San Agustín. ¿Crees verdaderamente en todas las verdades del Evangelio? ¿Crees que Jesucristo ha muerto por ti, que existe un infierno para los pecadores y un paraíso para los justos? ¡Ah! si tuvieses fe viva, si creyeses firmemente en estas verdades, ¿qué no harías para ganar ese paraíso y para evitar ese infierno?

 

II. No basta creer lo que nos enseña el Evangelio; es preciso que nuestra fe vaya acompañada de buenas obras, que mostremos con nuestros actos que creemos en el Evangelio. Crees por el testimonio del Evangelio que los pobres y los afligidos son bienaventurados, y rehúyes la pobreza y las aflicciones. ¡Veneras la cruz en los altares, y sientes horror por ella en tu corazón! ¿Hasta cuándo tus acciones desmentirán tu creencia? Toma el Evangelio, examina sus principales máximas: verás en este espejo el miserable estado de tu alma, y confesarás, con San Jerónimo, que nada es más fácil que parecer cristiano y nada más difícil que serlo en realidad. Lo que es grande es ser cristiano, no el parecerlo. (San Jerónimo).

 

III. No hay que avergonzarse de tomar la defensa del Evangelio contra los infieles, los herejes, los impíos y los malos cristianos. Debes estar pronto para derramar toda tu sangre por el Evangelio, y temes a menudo decir una palabra, exponerte a una burla por defenderlo contra un libertino. No me avergüenzo del Evangelio (San Pablo).

 

 

La fe.

Orad por los que sufren persecución.

 


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